Siempre que me encuentro a punto de tomar una decisión, me hago una pregunta crucial:
“¿Haría esto un masón?” Si la respuesta es negativa, descarto esa opción por completo.
En la masonería, nuestro objetivo es cultivar y promover los valores más nobles y elevados. Sin embargo, debemos reconocer que existen impostores de la masonería, aquellos que pretenden ser parte de nuestra fraternidad sin realmente abrazar sus principios. Estos impostores son peligrosos y pueden desviar el verdadero propósito de nuestra orden.
Los impostores de la masonería poseen la habilidad de deslumbrar con palabras y distracciones, te ofrecen toda clase de reconocimiento sin valor alguno. Incluso pueden ascender a posiciones destacadas en las logias, como primeros vigilantes, segundos vigilantes, oradores, venerables maestros, grandes maestros o soberanos grandes comendadores. Para mantener la integridad y el éxito de nuestra orden, es fundamental que desarrollemos nuestro propio sistema de detección de impostores.
Personalmente, he identificado ciertos indicadores que levantan sospechas sobre aquellos que pretenden ser masones, pero no encarnan verdaderamente nuestros ideales. Algunos de estos indicadores incluyen la aversión hacia lo que no les gusta, actitudes homofóbicas, machistas, misóginas, exhibición de vanidad o pretensión, falta de apreciación en el tema del amor, un conocimiento limitado de las logias, considerar la liturgia como un libro sagrado, falta de sensibilidad hacia el dolor o adopción de una postura estoica ante su entorno, así como hablar en exceso sobre sí mismos y su trabajo, ¿Redes sociales? Son un altar a su vanidad. Además, la crueldad es un rasgo que siempre genera sospechas en mi evaluación.
Permíteme explicarte mi punto de vista. Como masones, debemos superar los prejuicios arraigados en el miedo y el juicio hacia aquellos que son diferentes a nosotros en apariencia, lenguaje, acciones, amor o estilo de vida. Es comprensible que como seres humanos tengamos cierta cautela ante lo desconocido, pero como masones de nuestro tiempo, debemos entrenar a nuestro cerebro para tomar un camino diferente.
La empatía y la compasión son cualidades evolucionadas que nos distinguen como seres humanos. Debemos trascender nuestros impulsos primitivos y abrazar la bondad en lugar de la crueldad. Es sorprendente cómo algunas personas han llegado a creer que la crueldad y la malicia forman parte de una agenda global para transformar la sociedad, cuando en realidad solo han perturbado su armonía.
Los impostores de la masonería pueden considerar la crueldad como una herramienta astuta para obtener poder y demostrar superioridad sobre los demás, mientras que la empatía y la amabilidad son percibidas como debilidades. Pero permíteme afirmar rotundamente que muchos masones consideran a los aprendices o profanos no como simples escalones hacia la cima, sino como individuos valiosos en su propio camino.
A lo largo de mis muchos años en la masonería, he descubierto algo que es universalmente verdadero:
el masón, sin importar títulos como “real”, “verdadero” o “regular”, siempre será la persona más amable en la habitación. Nuestra fraternidad se basa en la búsqueda del conocimiento, la sabiduría y la mejora constante, pero siempre con un espíritu de amabilidad y compasión hacia nuestros semejantes.
Si tienes alguna pregunta adicional o deseas profundizar en algún aspecto específico, no dudes en expresarlo. Estoy aquí para brindarte apoyo en tu viaje masónico.
Es una Masoneria adecuada.