GRADO DECIMO CUARTO

GRAN ELEGIDO, PERFECTO Y SUBLIME MASÓN

DECORACION DE LA LOGIA

La Cámara  estará decorada de rojo y adornada con hermosas columnas, a voluntad del artista; en                      el centro, el Altar de los Sacrificios, con un hacha, un puñal y una espada sobre la Carta del Capítulo.

Al Oeste, el Mar de Bronce, representado por una vasija de aquel metal, sostenida por doce bueyes proporcionados y agrupados de tres en tres, llena de agua y con una toalla a su lado. Cerca de la entrada de Oriente, y a la izquierda o Mediodía, una columna truncada, sobre la que arderán pebeteros con perfumes.

Con cortinas de color de púrpura se dará al Oriente la forma de una bóveda, que sostienen tres columnas, brillando bajo el Dosel un Delta transparente, con el nombre de Dios en letras hebraicas.

El Arca de la Alianza, con sus dos querubines, en el lugar que le corres­ponde entre el Sap.·. M.·. y el Sec.·. Al frente, a la derecha del Orador, una mesa cuadrada con los doce panes de propiciación, en dos pilas iguales; una botella de vino rojo y una copa transparente.

Al frente de la carpeta del trono, el Delta con el lema alrededor que diga: LO QUE UNE LA VIRTUD NO PUEDE SEPARARLO LA MUERTE.

En el centro del Or.·. y sobre un pequeño altar triangular, estará la piedra cúbica figurando ágata, y sobre ella el triángulo de oro.

DIGNIDADES Y OFICIALES

1°. — Al Presidente, que representa a Salomón, se le deno­mina “Sapientísimo Maestro”.

2°. — El Respetable Prim.·. Gr.·. Vig.·., representa a Adonhiram y se coloca al Occ.·. a la izquierda de la entrada.

3°. — El Respetable Seg.·. Gr.·. Vig.·. se colocará al Occ.·., a la derecha de la entrada; y representa a Moabon.

4°. — El Guarda-Sellos, que se coloca en Or.·., a la izquierda del Sap.·. Maestro.

5°. — El Gran Orador, colocado en Or.·. del lado Sur, y cerca de la barandilla.

6°. — El Gran Secretario, colocado al lado Norte y cerca de la barandilla.

7°. — El Gran Tesorero, colocado al Norte, cerca de la esca­lera, frente al Gran Hospitalario.

8°. — El Gran Maestro de Ceremonias se coloca al Norte, adelante de la mesa del Prim.·. Vig.·.

9°. — El Gran Hospitalario se coloca al Sur cerca de la escalera de Or.·. frente al Gran Tesorero.

10°. — El Capitán de Guardias se coloca al OOc.·. a la en­trada de la bóveda.

11°. — El Guarda Exterior, que sólo permite la aproximación a la puerta a quien tenga derecho a ello.

Para los trabajos son necesarios, al menos, siete HH.·. entre los cuales el Sap.·. M.·., los dos Vigilantes, el Secretario que hará también las veces del Orador, el Tesorero, que funcionará a la vez de Hospitalario, el Maestro de Ceremonias y el Capitán de Guardias. La falta de uno de estos HH.·. se sustituye con otro como en los GGr.·. anteriores.

TRAJE: Negro u oscuro. Collar de seda carmesí, del que penderá una medalla circular con la piedra cúbica en el centro, en donde se esculpirá un sol y alrededor el lema en iniciales: L.·. Q.·. U.·. L.·. V.·. N.·. P.·. S.·. L.·. M.·.

En las logias que usan mandil, será este de raso blanco, for­mado y ribeteado de rojo. La solapa ribeteada igualmente.

BATERIA: Cinco golpes por uno y cuatro.

EDAD: Siete veces siete.

TIEMPO DE LOS TRABAJOS: De medio día a media noche.

SIGNO DE ORDEN: La mano derecha sobre el corazón.

SALUDO: Llevar adelante y horizontalmente la mano que está sobre el corazón; tendiendo el brazo, y con la palma hacia abajo.

TOCAMIENTO: Darse mutuamente la mano derecha y aga­rrarse con la izquierda el hombro derecho.

PALABRA CUBIERTA: Nolubaz. — Respuesta: Ianoda.

PALABRA DE PASE: Htelobbihcs.

PALABRA SAG.·. Havohej.

ANILLOS DE LOS GRANDES ELEGIDOS: Los Grandes Ele­gidos y Perfectos MM.·. usan un anillo de oro liso, que lleva grabadas en su interior las letras L.·. Q.·. U.·. L.·. V.·. N.·. P.·. S.·. L.·. M.·. (lo que una la virtud, no puede separarlo la muerte).

APERTURA DE LOS TRABAJOS DEL GRADO 14°

El Presidente da un golpe en el trono con el cetro y dice:

SAP.·. M.·. — HH.·. míos, mi intención es abrir los trabajos de los Perfectos y Sublimes Masones, y os doy las gracias por vuestra asistencia.

¿Cuál es vuestro primer deber, Prim.·.G.·. V.·.?

PRIM.·. GR.·. VIG.·. — Ver si la bóveda está libre de es­pionaje.

SAP.·. M.·. — Hacedlo así, H.·. mío.

PRIM.·. GR.·. VIG.·. — H.·. Seg.·. Gr.·. Vig.·., servíos dis­poner se cubran los trabajos.

SEG.·. GR.·. VIG.·. — H.·. Cap.·. de Guardias, ved si esta­mos cubiertos.

Lo ejecuta en forma y luego dice:

CAP.·. DE GUARDIAS. — H.·. Seg.·. Gr.·. Vig.·., ningún profano puede vernos ni oírnos.

SEG.·. GR.·. VIG.·. — Sap.·. M.·., podemos proceder.

SAP.·. M.·. — ¿Cuál es vuestro deber ahora, H.·. Seg.·. Gr.·. Vig.·.?

SEG.·. GR.·. VIG.·. — Cerciorarme con el H.·. Prim.·. Gr.·. Vis.·. de que todos los presentes son del Gr.·.

SAP.·. M.·. – HH.·. Prim.·. y Seg.·. GG.·. VV.·. pedid en vuestros Valles, las palabras de reconocimiento.

Se levantan, recorren sus Valles y vueltos a sus sitios, dice el

SEG.·. GR.·. VIG.·.-H.·. Prim.·. Gr.·. Vig.·., las pala­bras son justas y perfectas en mi Valle.

PRIM.·. GR.·. VIG.·.—Sap.·. M.·., todos somos Perfectos y Sublimes Masones.

SAP.·. M.·. — Pongámonos nuestras insignias.

Así que lo hacen, da un golpe con el cetro en el trono y dice el

SAP.·. M.·. — ¿Para qué nos reunimos en esta Bóveda, H.·. Prim.·. Gr.·. Vig.·.

PRIM.·. GR.·. VIG.·. — Para acordar las leyes acerca de la religión y el culto que debe de regir al Pueblo Israelita.

SAP.·. M.·. — ¿A qué hora deben abrirse nuestros traba­jos H.·. Seg.·. Gr.·. Vig.·.?

SEG.·. GR.·. VIG.·. — Cuando el sol se halla en el Zénit.

SAP.·. M.·. — ¿Y por qué a esa hora H.·. mío?

SEG.·. GR.·. VIG.·. — Porque de nuestros acuerdos depen­derá la suerte de Israel, y necesitamos que la gran luz le ilumine para que sea posible demostrarle que, si aquel astro fe­cunda toda la tierra y brilla igualmente para él y los idólatras, no tienen más derecho que éstos a creerse hijos de Dios, y que perseguirlos por sus opiniones religiosas es erigirse en ti­rano y verdugo de sus semejantes.

SAP.·. M.·. — ¿Qué hora es, H.·. Prim.·. Gr.·. Vig.·.?

PRIM.·. GR.·.VIG.·. — Medio día en punto, Sap.·. M.·.

SAP.·. M.·. — Pues si es medio día y la hora de comenzar nuestros trabajos, HH.·. Prim.·. y Seg.·. GG.·. VV.·. pedid a los Perfectos Sublimes Masones que decoran Vuestros Valles respectivos, como yo lo hago con los de Or.·., se unan a vosotros y a mí para llevarlos a efecto.

PRIM.·. GR.·. VIG.·. — Seg.·. Gr.·. Vig.·. y Perfectos y Sublimes Masones que decoráis mi Valle, nuestro Sap.·. M.·. os pide nos ayudéis a abrir los trabajos.

SEG.·. GR.·. VIG.·. — Perfectos y Sublimes Masones que decoráis mi Valle, nuestro Sap.·. M.·. os pide nos ayudéis a abrir los trabajos. Anunciado, H.·. Prim.·. Gr.·. Vig.·.

Da un golpe en su mesa.

PRIM.·. GR.·. VIG.·. — Anunciado Sap.·. M.·.

Da otro golpe.

El Sap.·. M.·. da 0-0000, que repiten los GG.·.VV.·.

SAP.·.M.·. — En pie y al orden, HH.·. míos.

SAP.·. M.·. — A L.·. G.·. D.·. G.·. A.·. D.·.U.·., por la Conf.·.Universal y bajo los auspicios del Supremo Consejo de México establecido para la jurisdicción masónica de la Repú­blica, y en virtud de los poderes que me ha conferido esta Logia Cap.·. de Perfección Núm. … declaro abiertos los tra­bajos de la Bóveda Secreta. A mí HH.·. míos.

Signo y batería con las palabras:

SAP.·. M.·.—Sentaos HH.·. míos.

En seguida se anuncia la columna grabada de la sesión anterior, se lee y sanciona, y después de firmarla se despachan los asuntos de familia; se proponen y votan los candidatos, se da entrada a los visitadores, y se les consulta acerca de los iniciados.

El G.·.M.·. de Ceremonias sale, hace que los candidatos vistan sus insignias, los deja junto a la puerta, entra sin anun­ciarse, y saluda.

INICIACIÓN

GR.·. M.·. DE CEREMONIAS — Sap.·. M.·. los Grandes Maestros Arquitectos, a quienes concedisteis una Audiencia y que fueron hechos Reales Arcos, os piden, que antes de con­tinuar su peregrinación, los elevéis a Perfectos y Sublimes Ma­sones.

SAP.·. M.·. — Presentadlos, H.·. mío.

El G.·.M.·. de Cer.·. sale, vuelve con los graduantes y hace en unión de ellos el signo del Real Arco, diciendo:

GR.·. M.·. DE CER.·. — Sap.·. M.·., tengo el honor de pre­sentaros a los Reales Arcos. . .

SAP.·. M.·. — Sed bienvenidos, HH.·. míos. Vos, G.·. M.·. de Gr.·., dadles asiento.

El G.·. M.·. de C.·. los coloca frente al Or.·.cerca de la escalera, y permanece de pie a su lado, hasta dar su tercera respuesta.

SAP.·. M.·. – HH míos, deseáis os inicie en el decimocuarto grado de la Masonería establecida en Israel con objeto del al­canzar el más alto punto de civilización posible y puedan justa­mente llamarse el “Pueblo de Dios’’. — H.·. Gr.·. M.·. de Cer.·., ¿conocéis la intención del candidato?

G.·. M.·. de Cer.·. responde:

GR.·. M.·. DE CER.·. — Saber pronunciar el verdadero nom­bre del Creador que está escrito en el triángulo que llevan como Reales Arcos, y proclamarlo en el Universo.

SAP.·. M.·. — ¿Y qué conseguirá?

GR.·. M.·. CER.·. — Llenar los fines que se propusieron los fundadores de la Masonería.

SAP.·. M.·. — ¿Cuáles son esos fines?

GR.·. M.·. CER.·. — Levantar al Altísimo un templo digno de El, y conocer la opinión respecto a los que quieren estable­cer una religión y un culto universales.

SAP.·. M.·. — ¡Desdichados de los que pretenden tal cosa!

¿No veis el precipicio espantoso en que se sumergen y en el que van a lanzar al linaje humano? ¿No sentís que los ciega el orgullo al erigirse en Ministros de un Dios, cuya esencia les es desconocida? ¿Quiénes son ellos, simples criaturas animadas como los demás seres al soplo de su divino aliento, para dictar la lev a sus hermanos? Si han hallado ese Delta resplandeciente, con el nombre inefable, bajo la piedra cúbica en que fue colo­cado por Henoch, ¿no comprenden que son caracteres conven­cionales, que Dios no tiene nombre propio, y que si lo tiene, ninguna voz humana sabe pronunciarlo? Los que le han dado las distintas edades y naciones son todos igualmente santos e igualmente verdaderos, si los que lo dicen se elevan a la pura concepción del Hacedor Supremo, le aman como hijos y le llaman Padre. Ninguna boca puede proferirlo, ningún oído escucharle, porque lo formula el corazón y lo oye la conciencia. ¿Y son bastante osados para suponer que la de ellos es mejor que la de los demás?

¡Quieren establecer una religión y un culto universales! La religión que se impone, no es religión, es la política de los tiranos. Si el Creador dio a cada hombre una inteligencia per­sonal, un libre albedrío, y si, conforme al desarrollo de aquélla, de diversas maneras le comprende; cada uno es dueño de ado­rarle del modo que juzgue más adecuado, en la Sinagoga, o en el campo, con fórmulas exteriores o en el silencio de su gabinete; de rodillas, de pie o sentado, y con el sombrero en la cabeza. Lo único que hay derecho a exigirle, es que no turbe la paz pública, moleste la religión de los otros, o por su ignorancia subleve los sentimientos humanos con sacrificios horribles, u ofenda las buenas costumbres con ceremonias indignas de los pueblos civilizados.

HH.·. míos, si pensáis o no como nosotros, hablad libre­mente, pues en esta Bóveda Secreta discutimos todos los pare­ceres, y sólo cedemos a la razón, para proclamar los eternos principios de la Verdad, así que los hallamos.

Una vez que los graduantes contestan, y el Sap.·. M.·. destruye las razones que alegan en contra, dirá:

SAP.·. M.·. — H.·. Prim.·. Gr.·. Vig.·. ¿Cuál es vuestra opi­nión en asunto tan importante?

PRIM.·. GR.·. VIG.·. — Que la verdadera palabra y la verda­dera pronunciación del nombre de Dios, son indecibles, porque la convicción de la existencia del Altísimo es la más natural y sublime concepción de la existencia de nuestra mente, y ningún hombre puede imitar los alcances de la inteligencia de otro, ni decir que a el únicamente se le ha revelado en la majestad de su grandeza. Así soy de opinión que proclamemos la libertad absoluta de conciencia, porque no hay monstruo más inicuo que el que trata de esclavizar la de los demás. El que tal hace, no sólo insulta al libre albedrío, sino que envilece y trata de embrutecer a sus semejantes.

SAP.·. M.·. — ¡Que todo el que piense de modo distinto se levante y hable!

Si todos guardan silencio, dirá a los graduantes:

 SAP.·. M.·. — HH.·. míos, antes de proceder al acto de vues­tra consagración debo examinaros acerca de las ideas que tenéis de las distintos partes que constituyen el grandioso edi­ficio que levantamos.

INTERROGATORIO

SAP.·. míos, ¿cuál es el fin del grado de aprendiz?

Si no contestan bien, el Sap.·. M.·. dará las respuestas.

RESPUESTA DEL RECIPIENDARIO. — Sembrar en el co­razón del profano aquella duda filosófica que produce pingües y sazonados frutos, acerca de todas las materias que no ha estudiado por sí mismo; explicarle la diferencia entre el bien y el mal, la virtud y el vicio, y !a necesidad de nuestra depu­ración constante para alcanzar la una y no caer en el otro y hacerle palpable la esclavitud en que vive, despertando en su corazón el sentimiento de su propia dignidad, para que se es­fuerce en salir de la primera y reconquiste la segunda, estu­diando incesantemente lo que debe a Dios, así mismo y a sus semejantes. A este fin se dirigen todas las pruebas a que le someten.

SAP.·. M.·. — ¿Cuál es el fin del grado de Compañero, HH.·. míos?

RESPUESTA. — Darle a conocer las facultades de que los dotó el G.·. A.·. D.·. U.·. y el modo de utilizarlas desarro­llarlas y perfeccionarlas física e intelectualmente.

SAP.·. M.·. — ¿Cuál es el del Grado de Maestro?

RESPUESTA. — Probar con el estudio de los fenómenos de la creación, de la vida y de la muerte, que lo que caracteriza al hombre es la inteligencia, y que si queremos alcanzar la inmortalidad, debemos morir antes que ceder a las pretensiones degradantes de la ignorancia, la hipocresía y la ambición.

RESPUESTA. — Demostrar que tenemos en la Conciencia nuestro propio juez, y que el Honor, la Virtud y la Justicia, no son términos convencionales, sino sentimientos afectivos, instintos eminentemente sociales que una mala educación per­vierte, reduciéndolos a bestias, y que el estudio desenvuelve y sublima, haciéndonos dignos de llamarnos hombres.

SAP.·. M.·. — ¿Cuál es el de Maestro Perfecto, HH.·.?

RESPUESTA. — Convencer al hombre de que si él, ser fi­nito, comprende los arcanos de la Naturaleza, y crea las ciencias y las artes, es porque su inteligencia es una emanación de la Inteligencia Suma o del Ser Infinito que lo formó por ella a su imagen y semejanza, por lo cual todos somos libres, somos igua­les, somos hermanos y coherederos de los bienes de la tierra y de los cielos.

SAP.·. M.·. — ¿Cuál es el del Secretario íntimo, HH.·.?

RESPUESTA. — Llamar nuestra curiosidad al estudio de las miserias sociales, y de las causas que las producen, para hallar modo de remediarlas y hacer que la Libertad, la igualdad y la Fraternidad reinen en el Universo.

SAP.·. M.·. — ¿Cuál es el del Preboste y Juez, HH.·.?

RESPUESTA. — Proclamar que la soberanía o el derecho de dictar leyes y hacerlas efectivas, sólo pertenece al pueblo, y que a él corresponde discutir y establecer las que han de salvarle de sus miserias.

SAP.·. M.·. — ¿Cuál es el del Intendente de los Edificios, HH.·.?

RESPUESTA. — Estudiar las bases que han de sostener el vasto edificio de la educación humana, y señalar que deben ser la propiedad y el trabajo.

SAP.·. M.·. — ¿Cuál es el del Maestro Elegido de los Nueve. HH.·.?

RESPUESTA. — Limitar las facultades de los agentes eje­cutores de la voluntad del pueblo e investigar el modo de elegirlos.

SAP.·. M.·. — ¿Cuál es el del Ilustre Elegido de los Quince, HH.·.?

RESPUESTA. — Marcar las atribuciones de los representantes de la Nación, en los países extranjeros y la manera de nom­brarlos.

SAP.·. M.·. — ¿Cuál es el del Gran Caballero Elegido, HH.·.?

RESPUESTA. — Deslindar los grandes poderes que han de legislar la localidad, la provincia y         el Estado, con todo lo que se refiere a sus elecciones y al Gobierno que deben constituir.

SAP.·. M.·. — ¿Cuál es el del Gran Maestro Arquitecto, HH.·.?

RESPUESTA. — Establecer bien las bases en que ha de descansar un buen sistema tributario, para que la Nación se sostenga y no se agoten las fuentes de riqueza.

SAP.·. M.·. — ¿Cuál es el del Real Arco, HH.·.?

RESPUESTA. — Perfeccionar la educación pública, investi­gando el origen del sentimiento religioso, y definiendo las nociones que tenemos de la divinidad para que las leyes acerca de la religión y el culto no ofendan la Justicia y se hallen a la altura del progreso.

SAP.·. M.·. — ¿Cuáles han de ser las leyes que han de proclamarse en el décimo cuarto grado, H.·. G.·. M.·. de Ceremonias?

GR.·. M.·. DE CER.·. — Las que declaren derecho inalie­nable la libertad de conciencia y castiguen al que quiera for­zar a otro a abjurar su religión o a adorar al Altísimo contra los dictados de su íntimo sentimiento.

Concluido el interrogatorio, dará un golpe y dice el

SAP.·. M.·. — ¿Qué opináis acerca de los candidatos, H.·. Prim.·. Gr.·. Vig.·.?

PRIM.·.GR.·. VIG.·. — Que son dignos del grado que de­mandan.

SAP.·. M.·. — HH.·. míos, el amor a lo bueno y lo verdadero de que estáis inspirados, me hace esperar que os uniréis a nos­otros por la virtud, para que ni la muerte pueda separarnos.

El Sap.·.M.·. da un golpe con el cetro en el trono y dice:

Todos lo ejecutan, y dirigiéndose a los graduantes, dice:

SAP.·. M.·. — ¿Habéis cumplido vuestros deberes masónicos?

GRADUANTES. — Sí, Sap.·. M.·.

JURAMENTO

SAP.·. M.·. — ¿Juráis bajo vuestra palabra de honor, y a presencia del G.·. A.·. D.·. U.·. que preferís que un hacha corte vuestra cabeza y una punta acerada traspase vuestro corazón si vendéis la causa de la libertad que sostenemos, y os unís a los ignorantes, a los ambiciosos y a los hipócritas, y os convertís en delator o perseguidor de algún hombre por sus opiniones religiosas o políticas?

GRADUANTES. — Sí.

SAP.·. M.·. — Vuestro juramento es digno de los masones, puesto que estáis prontos a sacrificaros por la causa de la verdad. Sed libres y proclamad esa verdad para ilustrar a la Sociedad. Sentaos HH.·. míos.

SAP.·. M.·. — Ilustrados por la Ciencia, y dirigidos por la Virtud vais a propagar en el mundo la doctrina masónica. En él habrá libertad absoluta de cultos, libertad de trabajo, respeto inviolable a lo que por éste se haya adquirido, y dere­cho universal a la protección de la Ley, que el pueblo pro­pone y sanciona por sus representantes. A vosotros pertenece eternizar la obra y para que no se destruya, os voy a consagrar y a constituir en una Alianza, de manera que unidos por la Virtud, la muerte no pueda separamos.

H.·. G.·. M.·. de Cer.·., conducidlos al vaso de las ablucio­nes, y vos Prim.·. Gr.·. Vig.·., purificadlos, pronunciando los nombres del Eterno.

El G.·. M.·. de Cer.·. los conduce al vaso de las abluciones el 1er. Gr. . Vig.·. se levanta y les hace sumergir las manos en el agua, diciendo:

PRIM.·. GR.·. VIG.·.—Os purifico en nombre de la CAUSA PRIMERA. En nombre del CREADOR. En nombre del VI­VIFICANTE. En nombre del ALTISIMO. En nombre del INMUTABLE. En nombre del ETERNO. En nombre del ORDENADOR. En nombre del OMNIPOTENTE. En nom­bre de la INTELIGENCIA SUMA.

El Prim.·. Gr.·. Vig.·. vuelve a su puesto, y así que el Gran Maestro de Ceremonias les ha hecho enjugar las manos y los pone entre Valles, da un golpe y dice:

PRIM.·. GR.·. VIG.·. — Sap.·. M.·., los candidatos esperan vuestras órdenes.

SAP.·. M.·. — H.·. Gr.·. M.·. de Cer.·., conducidlos al altar de los perfumes.

Los lleva al altar y les hace poner las manos para que reciban el vapor del alcohol que arderá en las copas.

SAP.·. M.·. — En pie y al orden, HH.·. míos (y dirigiéndose a los graduantes). ¡Que sean puros vuestros pensamientos! ¡Que el torcedor remordimiento jamás atormente vuestros co­razones! ¡Seguid siempre los dictados de la conciencia! ¡Que vuestras acciones se encaminen a sostener la verdad!

Aproximaos todos, HH.·. míos.

El Sap.·. M.·. se dirige a la mesa de los panes de propicia­ción, y todos los presentes se forman en círculo quedando los graduantes a la derecha del Sap.·. M.·. Este rompe los panes, llena las copas de vino y da a los presentes un pedazo de pan. En seguida y antes de morderlo, dice:

SAP.·. M.·.Vais a comer con vuestros hermanos el mismo pan y a beber en la misma copa. Estos doce panes de pro­piciación de número igual a los meses del año, son imágenes de la comunión entera de la raza humana y de fusión en una familia, lo cual pretendemos alcanzar los masones, enseñando a cada uno su deberes, porque todos somos hijos de la V.·. y admiradores del Gran Arquitecto del Universo.

Todos comen el pan, y así que acaban, dice señalando los objetos a que se refiere:

SAP.·. M.·. — Aquí en esta Bóveda Sagrada, testigo de los primeros esfuerzos de la Masonería para conocer al verdadero nombre de la Causa Suprema y penetrar los arcanos de la Naturaleza; en este foco de civilización, en el que se conser­vaban antes, bajo la piedra cúbica de su centro, los manus­critos preciosos de los descubrimientos de las ciencias y las artes, y en donde al Gran Hierofante no era dable entrar, sino de noche, para comunicarlos a los adeptos en los templos de Isis, haciéndolos patrimonio exclusivo de los jefes de su oli­garquía; nosotros, amantes del Progreso y enemigos del Oscu­rantismo, frente a esta Arca de la Alianza entre Dios y el hombre, e inspirados en “El que es, ha sido y por siempre será” vamos desde el primero al último a jurar sobre esta copa sa­grada (toma la que está en la mesa) a unirnos para siempre con el vínculo de la fraternidad y sostenernos y defendernos contra todos los ignorantes, los hipócritas y los ambiciosos, proclamando los derechos y los deberes inconcusos, a la raza humana. Y así como estos dos triángulos (señala el símbolo del grado que está sobre la mesa) emblema de la inteligencia y de la fuerza, se apoyan uno a otro para hacerse invencibles, y para no separarse del área que les trace la Virtud, se encierran en el círculo que la representa; nosotros, encarnaciones vivas de esos símbolos del Saber y del Poder, hagámonos dignos del primero con el estudio, y con la virtud, merecedores del segundo. ¡Que esta liga no tenga nunca término! Que nuestra Institu­ción, propagada de generaciones en generaciones, comunique a nuestros últimos nietos el ardor de la Verdad que nos anima, y que a su turno defiendan los derechos del pueblo “para ele­gir los representantes que han de legislar, administrar justicia y fijar las contribuciones; para ejercer todas las industrias sin privilegios de ninguna especie, con el goce absoluto de los beneficios de su propiedad y su trabajo, y con el de la libertad de conciencia”.

Extiende horizontalmente el brazo y la mano derecha con la palma hacia abajo, y dice:

SAP.·. M.·. — ¿Lo juráis por vuestro honor?

TODOS. — Lo juro.

SAP.·. M.·. – LO QUE UNE LA VIRTUD NO PUEDE SEPARARLO LA MUERTE.

Toma la copa, bebe y la pasa a los graduantes, que hacen lo mismo, y después todos los presentes. El último, que será el G.·.M.·. de Cer.·. la devuelve vacía al Sap.·. M.·. quien la levanta y dice:

SAP.·. M.·. — ¡La copa está agotada! Somos hermanos! ¡Que ningún otro líquido vuelva a servirse en ella; y que ninguna boca pueda profanarla!

La tira en el suelo para hacerla pedazos, diciendo después:

SAP.·. M.·. —  A mí, HH.·. míos.

Signo y batería.

SAP.·. M.·. — Sentaos, HH.·. míos.

Todos vuelven a sus puestos como durante el interrogatorio, y el Sap.·. M.·. da un golpe y dice a los graduantes.

SAP.·. M.·. — Os he iniciado en los misterios que se revelan en la Logia de Perfección. Educar al hombre para hacerlo digno de su misión en la tierra y que sepa fundar un buen gobierno que asegure sus derechos y obligue a cada uno a cum­plir sus deberes. Proclamamos la “Libertad Religiosa”, porque la simple Tolerancia de cultos no indica sino la debilidad del Poder o su ignorancia.

Nosotros consideramos que el hombre es libre para adoptar la Religión   que más satisfaga a           sus principios morales, sin que su criterio religioso suponga la eliminación del que sus­tenten los demás.

Han pasado los siglos de superstición y de ignorancia, y de vuestra          habilidad y talento en propagar nuestra doctrina, dependerá el que no vuelvan a   reproducirse.

SAP.·. M.·. — En pie y al orden HH.·. míos.

Todos lo ejecutan.

Baja del trono El G.·. Maestro de ceremonias aproxima los graduados, y el Sap.·. M.·. levanta el cetro sobre la cabeza de éstos diciendo:

SAP.·. M.·. —  A la G.·. etc., os creo, nombro y constituyo Perfecto y Sublime Masón, o Gran Electo de la Bóveda Sa­grada, a vos…

Toca con el cetro, sucesivamente, a cada neófito en la frente.

SAP.·. M.·. — HH.·. míos, saludemos con la batería del grado.

Todos lo ejecutan, y el Sap.·. M.·. dice la palabra del grado.

SAP.·. M.·. — Sentaos, HH.·. míos.

SAP.·. M.·. — Este grado, HH.·. míos, tiene sus signos, toca­mientos y palabras especiales.

Una vez que lo han hecho, el Sap.·. M.·., que quedará en pie con los neófitos, dice:

El signo de orden, es ponerse la mano derecha sobre el corazón. El de saludo, llevarla de allí horizontalmente hacia adelante, con la palma abajo, como cuando se hizo el último juramento.

El tocamiento, es darse recíprocamente la mano derecha, y agarrarse con la izquierda el hombro derecho.

La batería consta de cinco golpes: uno y cuatro.

La edad: siete veces siete.

La Pal.·. de pase: Htelobbihcs.

La Pal.·. Sag.·. Havohej.

Se explica lo demás.

HH.·. míos, mi misión ha terminado. Este es el último grado de la Logia de Perfección. Propagadlo en el Universo, y que la inteligencia de las futuras generaciones lo extienda y perfeccione de modo que siempre se hallen los afiliados a la cabeza del progreso. H.·. Gr.·. M.·. de Cer.·., conducidlos a los GG.·. VV.·. para que los examinen.

Se ejecuta, y así que aquellos dan el anuncio, se les pro­clama. Se cede la palabra al Orador quien dice su columna grabada; se ofrece la palabra por el bien de la Orden en gene­ral y de la Logia de Perfección en particular; se dan gracias a los visitadores y se circula el saco de beneficencia.

CLAUSURA DE TRABAJOS

SAP.·. M.·. — H.·. Prim.·. Gr.·. Vig.·., ¿sois Perfecto y Su­blime Masón?

PRIM.·. GR.·. VIG.·. — Conozco el arte de reformar lo ta­chable.

SAP.·. M.·. — ¿Qué es lo que se requiere para ello?

PRIM.·. GR.·. VIG.·. — Firmeza de corazón e inteligencia ilustrada.

SAP.·. M.·. — ¿A qué hora terminan nuestros trabajos?

PRIM.·. GR.·. VIG.·. — A media noche Sap.·. M.·.

SAP.·. M.·. — ¿Qué hora es, H.·. Seg.·. Gr.·. Vig.·.?

SEG.·. GR.·. VIG.·. — Media noche en punto, Sap.·. M.·.

SAP.·. M.·. — Pues si es media noche y la hora de cerrar nuestros trabajos, HH.·. Prim.·. y Seg.·. Grandes Vigilantes, servios pedir a los Perfectos Masones que decoran vuestros Valles respectivos, se unan a vosotros y a mí para efectuarlo.

PRIM.·. GR.·. VIG.·. — Seg.·. Gr.·. Vig.·. y Perfectos y Sublimes Masones, que decoráis mi Valle, nuestro Sap.·. M.·. os pide nos ayudéis a cerrar los trabajos.

SEG.·. GR.·. VIG.·. — Perfectos y Sublimes Masones que de­coráis mi Valle, nuestro Sap.·. M.·. os pide nos ayudéis a cerrar los trabajos. — Anunciado, H.·. Prim.·. G.·. V.·.

De un golpe.

PRIM.·. G.·. V.·. — Anunciado Sap.·. M.·.

Da otro golpe.

El Sap.·. M.·. da cinco por uno y cuatro que repiten los Grandes Vigilantes.

SAP.·. M.·. — En pie y al orden, HH.·. míos.

Todos lo ejecutan.

SAP.·. M.·. — A la G.·., etc., declaro cerrados los trabajos. — A mí HH.·. míos.

Signo y batería con las palabras del lema que dice el Sap.·. M.·.

SAP.·. M.·.—Id en paz HH.·. míos; pero antes jurad guar­dar silencio acerca de todo lo ocurrido en la sesión. ¿Lo juráis?

TODOS —Lo juro.

 Se retiran en silencio.

ENTIERROS MASONICOS

Se enlutará convenientemente la Bóv.·. Sag.·.

El asiento que ocupaba el difunto H.·., se cubre con un paño, sembrado de lágrimas, y un escudo carmesí, en el que se lee su nombre; una calavera apoyada sobre dos huesos en aspa, los cuales quedarán dentro de la banda del grado que tenía; debajo del escudo, su alhaja y una espada cruzada so­bre su vaina, con la punta hacia abajo.

El féretro se coloca entre la puerta y el altar con los pies hacia el Sur, si era Gr.·. 14, pero si poseía los altos GG.·. hacia el Oeste. Encima del féretro las insignias del H.·. — Un vaso de abluciones a los pies del ataúd, y arriba de éste una lámpara sepulcral.

Entre el féretro y el Oeste, una pirámide triangular; en el primero de su lados, habrá pintado un ojo en medio de una serpiente en círculo, mordiéndose la cola; en el segundo, una calavera separada de una mariposa; en el terreno, un genio teniendo en la mano derecha una antorcha dirigida hacia abajo y apagada; y en la izquierda, otra levantada y encendida.

Delante del altar, un trípode antiguo, con un lazo negro, un vaso de alcohol perfumado, y de cada lado un pebetero con aromas. A derecha e izquierda, cestos de flores sobre dos colum­nas truncadas. Detrás del altar, la bandera común de la Subí.·. Log.·. o la particular del cuerpo, llevando corbata negra, así como los tres candelabros que serán también negros o do­rados.

El G.·. M.·. de Cer.·. tendrá una antorcha preparada, para darla a su tiempo, al Sap.·. M.·.

Un órgano, si es posible, en Oeste, o donde parezca mejor.

ORDEN DE LOS FUNERALES

El Sap.·. M.·. abre la Subí.·. Log.·. en la forma acos­tumbrada, y con la Bat.·. de duelo. En seguida, hará algunas observaciones referentes a la ceremonia y a los méritos del difunto II.·. después de lo cual preguntará:

SAP.·. M.·. — Q.·. H.·. Prim.·. G.·. Vig.·. ¿Dónde está nues­tro H.·. N.·.?

PRIM.·. GR.·. VIG.·. — Viaja en las tinieblas.

SAP.·. M.·. — ¿Podemos sacarle de ellas?

PRIM.·. GR.·. VIG.·. — Los lugares que le conocían ya no le conocen, y los lugares que recorre ahora, nos son descono­cidos.

SAP.·. M.·. — ¿Quién, entonces, le volverá a la luz?

PRIM.·. GR.·. VIG.·. – El G.·. A.·. D.·. U.·., hacia el cual vuelve su alma. Es el único que puede guiarle al templo in­mortal de la verdad.

SAP.·. M.·. — ¿A quien debemos confiarle su inmortal des­pojo?

PRIM.·. GR.·. VIG.·. — Al seno de la tierra, para que vuelva a servir a los fines del Eterno.

SAP.·. M.·. — ¿Conque le hemos perdido para siempre?

PRIM.·. GR.·. VIG.·. — Sus formas visibles se desvanecerán; pero nos quedará su nombre y su memoria.

SAP.·. M.·. — H.·. Gr.·. M.·. de Cer.·., grabad en las plan­chas de nuestros trabajos, que el día… del mes de … (Era Vulgar), el alma de nuestro carísimo H.·. … ha tornado al G.·. A.·. D.·. U.’„ y que devolvemos a la tierra su despojo mortal.

El G.·. M.·. de Cer.·. al oír la orden, se levanta, abre el libro de oro que le da el G.·. Sec.·. y escribe lo que le dictan. Al acabar dice él:

SAP.·. M.·. – H.·. Prim.·. Gr.·. Vig.·., ¿qué debemos a los restos de nuestro H.·. Q.·.?

PRIM.·. GR.·. VIG.·. – Las nacientes hojas del árbol masó­nico y el perfume de las flores. Símbolos de la regeneración

SAP.·. M.·. — ¡Que el alma de nuestro H.·. al remontarse a su celeste patria, como los vapores de este incienso suben a las alturas, sea recibida en la Eterna Cámara, y el G.·. A.·. D.·. U.·. le conceda la recompensa al justo!

El Sap.·. M.·. vuelve al trono y pronuncia la oración fúnebre del difunto, a menos que el Orador u otro esté comi­sionado para ello.

Acabada la oración fúnebre el Sap.·. M.·. dice:

SAP.·. M.·.-HH;, ha llegado el momento de llevar al se­pulcro los restos de nuestro H.·. . . . Sigamos en silencio al féretro al campo del reposo; mas no nos desolemos como los que carecen de esperanza, porque debemos acompañarle más allá de la tumba, en el orden prescrito por la Naturaleza, y pasar de las tinieblas a la luz.

Todos los HH.·. se quitan sus insignias, bandas, medallas, etc., pues según las constituciones, está prohibido presentarse con ellas en las calles o lugares públicos.

Los GGr.·. MM.·.de CCer.·. se adelantan con los carga­dores que llevan el féretro, y le colocan en el carro. Si se trata de hacerle ceremonias religiosas, los miembros de la corpo­ración asistirán como particulares, terminando todo acto masónico. La Sub.·. Log.·. queda cerrada por el solo hecho de la salida del Temp.·.

El guante blanco es el luto de los masones.

Llegados al campo del reposo, los cargadores volverán a tomar el féretro y le colocarán en la huesa; los HH.·. se forman en círculo.

SAP.·. M.·. — ¡Rindamos a las cenizas de nuestro H.·. … el último tributo!

Se aproxima a la tumba y echa en ella la rama de A.·. Los GG.·.W.·.y el Gr.·. Or.·., juntos hacen lo mismo con el Gr.·. M.·. de Cer.·. En seguida los demás HH.·. El Gr.·. Orad.·. pronuncia la Oración fúnebre que no debe ser muy larga. Luego el Sap.·. M.·. echa la PALADA de tierra y los demás HH.·. un puñado de la misma. El Sap.·.M.·.dice:

SAP.·. M.·. – H.·. N… N. .. ¡Adiós!

Todos se retiran.

Da una vuelta al féretro, y dice en el Oeste, mirando al público:

SAP.·. M.·.—A la vista de los sombríos colores que velan estos muros y nuestras insignias, al observar los lúgubres tro­feos de la muerte, el silencio espantoso que reina en este fé­retro y el dolor que nos abruma; acordémonos, HH.·. que del foco de la corrupción nacen los perfumes y encantos de la vida; que sin la forma mortal, los elementos que la constitu­yen no perecen; y que si el cuerpo del hombre vuelve a la materia lo que le debía, el alma que le dirigió tornó al seno de su Creador, porque para ella la muerte es sólo la inicia­ción de la vida eterna; el que ha vivido bien, no debe temerla. El ateo, el ignorante y el criminal, son los que tiemblan al mirarla cara a cara. El primero, porque cree que con ella todo ha terminado; el segundo, porque no sabe lo que es; y el ter­cero porque le acobarda la Justicia Divina. Pero nosotros creemos, nosotros sabemos y nosotros esperamos.

¿Cómo vivió nuestro H.·.?

Vamos a juzgarle en esta Cámara, como juzgaban nuestros padres en los antiguos tiempos de la India y del Egipto al hombre que moría. Rey, noble, o plebeyo, le presentaban como nosotros al pueblo reunido; y como yo voy a hablar, ellos hablaban.

Se vuelve solemnemente al cadáver, y dice:

SAP.·. M.·. — ¡Seas quien fueres, señor o vasallo, rico o por­diosero, ha llegado la hora de hacer justicia! ¡Vas a dar cuenta al mundo de tus acciones!: ¿Qué has hecho durante el curso de tu vida? ¡La ley te interroga! ¡La patria te oye! ¡La verdad te juzga y la posteridad va a inscribir tu sentencia en los anales del tiempo!

Entonces, dirigiéndose al público con la mayor majestad, dice:

SAP.·. M.·. — ¡Vosotros, todos que me oís, nuestro H.·. N… ha muerto! Aquí tenéis su cadáver! ¡Antes de rendirle los últimos honores, vamos a ver si fue digno de ellos! ¡Frío, inerte, ya no puede aterrar a los que hubiere injuriado!

Levanta la mano derecha y dice:

SAP.·. M.·. — ¡Que todo aquel que le crea culpable, tome la palabra y lo acuse!

Rato de silencio.

SAP.·. M.·. — ¡Por segunda vez, repito: ¡Que todo aquel que sé juzgue agraviado, alce la voz y lo digal

Rato de silencio.

SAP.·. M.·. — Por tercera y última vez, repito: ¡que todo aquel a quien directa o indirectamente haya ofendido, se levante y hable! (Rato de silencio.) ¡Ninguno le cree culpable; nin­guno se juzga agraviado; ninguno directa o indirectamente se halla ofendido. ¡Un silencio universal ha respondido al llama­miento! ¡Honremos sus cenizas!

El Sap.·. M.·. toma entonces las flores y las riega sobre el féretro, al Este, al Oeste y al Sur, y dice:

SAP.·. M.·. — ¡Que todos los aromas que en otros tiempos te dio el reino vegetal y simbolizan esas flores, neutralicen tu corrupción, y así como ellos los desvanecen, el perfume de tus virtudes destruya los defectos de las debilidades inherentes a la naturaleza humana! ¡Sé desde ahora purificado por la muerte, y que el recuerdo de tus defectos se pierda en presencia de la tumba en que reposas, para que no pensemos más que en tus virtudes! ¡Más feliz que nosotros te hallas libre de los brazos de la duplicidad, de la lisonja, de la intolerancia, de la hipocresía y de la mentira!

Los demás riegan también flores. El Sap.·. M.·. va al trípode, echa tres veces incienso y dice:

De su inteligencia, las debemos regar en el féretro que le encierra.

SAP.·. M.·.—;Cómo honraremos esa inteligencia; para nos­otros tan cara, y que desde ahora reside en la Cámara eterna del G.·. A.·. D.·. U.·.?

PRIM.·. GR.·. VIG.·.—Purificando nuestras manos por la ablución masónica, y quemando religiosamente el incienso de una fraternidad tan leal como piadosa.

El Sap.·. M.·. da un golpe, se levanta y dice:

SAP.·. M.·. — En pie y al orden, QQ.·. HH.·.

Todos se levantan y se colocan al signo. Luego el Sap.·. M.·. pronuncia la siguiente:

ORACION

“¡Oh, G.·. A.·. D.·.  U.·.! ¡Tú nos ves a nuestra muerte, como nos has visto en nuestro nacimiento, y los secretos de la tumba te son conocidos como las manifestaciones de la vida. Que nuestro caro H.·. … viva para siempre contigo, como ha vivido entre nosotros, y que su muerte nos enseñe a morir y nos prepare a gozar con él, en su seno, de la inmortalidad verdadera”

Acabada la súplica, el Sap.·. M.·. baja de su trono y se dirige al lado del féretro, con los dos W.·. el Or.·. y el G.·.M.·. de Cer.·., en este momento todos los HH.·. se for­man en círculo. Así que cesa el ruido, el Sap.·. M.·. se lava las manos en el vaso de ablución, da fuego al alcohol y dice:

SAP.·. M.·. — “Padre celestial, que en tu sabiduría has seña­lado término a la vida transitoria para consuelo del virtuoso, li­bertad del oprimido y espanto del delincuente! ¡Todo lo has combinado en tu poder para que nada perezca, y que nuestro espíritu, así como los principios que nos constituyen, escape al anonadamiento! ¡Te damos gracias, oh, PADRE, por el senti­miento del ánimo que esta idea consoladora nos suscita! ¡Sólo ella puede calmar el dolor que el aspecto de este féretro nos trae a nuestros corazones! ¡Que la tierra utilice según tus designios los restos de nuestro H.·…. y que su inteligencia inmortal goce de la alegría que ha merecido por su constancia y virtudes!”

Vuelve al trono, previene a los HH.·. que no usen sus Ssig.·. masónicos y se abre la cámara al público pudiendo entrar los Pprof.·. de ambos sexos que asisten a los funerales. Cuando están acomodados y se establece el mayor silencio, co­mienza la

PARTE PUBLICA DE LOS FUNERALES

El Sap.·.M.·.baja hacia el cadáver, apoya sobre el ataúd el extremo de la espada, y dice por tres veces, con el intervalo correspondiente:

SAP.·. M.·. — ¡N… N… tus hermanos te lloran y te llaman, respóndeme!

¡N… N…, tus hermanos te lloran y te llaman, respóndeme!

¡N… N…, tus hermanos te lloran y te llaman, respóndeme!

Entonces toma la antorcha encendida, que le ha presentado el Gr.·. M.·. de Cer.·. y dice:

SAP.·. M.·. — HH.·. nuestro H.·. … está sordo a nuestras voces. Como esta llama (levanta la antorcha) le vimos lleno de vida; como ella alumbraba y se mostraba al que buscaba la luz (la apaga); pero, así como ella se ha apagado con mi aliento, un soplo del Eterno lo ha extinguido y sepultado en las tinie­blas de la muerte. ¡En vano le llamaremos más en este recinto! ¡Ya no existe! ¡Nunca más oiremos su voz! ¡Cumplamos nues­tros últimos deberes, y que en el seno de la Eternidad, en donde viaja, oiga nuestros dolorosos acentos!