GRADO DECIMO OCTAVO

SOBERANO PRINCIPE ROSACRUZ

PRELIMINARES

INSIGNIAS

Ningún Cab.·. será admitido a los trabajos sin el collar o mandil de este Grado; los HH.·. de Gr.·. superior podrán asistir con las que les corresponden.

TORRE

Las TTen.·. de esta Cámara se verificarán en un Templo Masónico al cual se le da el nombre de: TORRE.

Se necesitan dos Cámaras para los aumentos de este Gr.·.

CAMARA NEGRA

(Los mandiles, collarines y capas serán de este mismo color).

Primera parte de la Cer.·. de Iniciación: Cortinajes negros con colgaduras blancas. Pavimento, mosaico blanco y negro. Tres Columnas de seis pies de elevación con una vela encarnada cada una, que alumbren la Pal.·. “FE” en        el Or.·. “ESPERANZA” en el Sur; y “CARIDAD”, en Occ.·. En            el testero de Or.·. habrá un Cuadro con una luz transparente, con una Rosa mística rodeada de una corona de espinas. Una mesita triangular cubier­ta con un lienzo negro con tres velas amarillas que alumbren una calavera y dos tibias; un compás, un triángulo, una escuadra, una espada, un collar y un mandil de luto, y una Piedra Cub.·. al pie. Esta mesita estará frente al Or.·. Delante de esta mesita, una cortina corrediza que cubre el Oriente.

CAMARA ROJA

Esta Cámara estará tapizada toda de en­carnado y oro, brillantemente iluminada y adornada tan rica y magníficamente como sea posible. Treinta y tres luces en can­delabros de bronce, alumbran la Cám.·. El dosel de Or.·. tendrá una gloria y en medio una estrella flamígera en cuyo centro estará la letra I. Puede adornarse todo con flores. A la derecha del Or.·. el Estandarte del Sob.·. Cap.·. que consistirá en un Cuadro de raso encarnado con franjas de oro; en el centro, se colocará el signo alegórico que elija el Cap.·. sobre una V. radiante de medio tono en el fondo; una espada en cada esquina señalando hacia el centro; en éste, cerca del borde superior, la letra S y a los lados, en el borde inferior, las letras A y R, de manera que estas letras formen un triángulo tocio bordado de oro.

Todos los Caballeros usarán la espada ceñida.

En el centro de la Cám.·. y sobre un altar o grada triangular, estará una pantalla transparente, iluminada interiormente, con una cruz blanca en el centro y comportando la Rosa; una corona de espinas rodeando la rosa. Y dos cruces blancas más pequeñas al pie de las cuales se verán un cráneo y las tibias cruzadas. Las letras I. N. R. I. ocuparán los cuatro ángulos, de color encarnado.

En el centro del aposento, habrá una mesa o pedestal, sobre el cual estará un cordón forrado de encarnado y una bandeja con vasijas que contienen respectivamente, pan y vino; todo cubierto con un paño o velo. Si se prefiere, la mesa previamente prepa­rada, puede colocarse en su lugar en el momento oportuno de la Ceremonia.

Cuando, por cualquier motivo, no pudieran tenerse locales que reúnan los requisitos establecidos, se procurará, hasta donde sea posible, arreglarse a la práctica litúrgica que se prescribe en la presente, supliendo las Cám.·. con cortinas corredizas, o de la manera que lo permita el local y las circunstancias del Cap.·.

TRAJE Y CONDECORACIONES

El traje de los SSob.·. PP. . Rosa Cruz, será en las recepciones y ceremonias, esmoquin negro y guante blanco, o en su defecto, traje de calle negro; mandil de raso blanco por un lado y negro por el otro, ribeteado de encarnado; por el lado blanco tendrá una cruz encarnada, y por el negro, un pelícano con sus hijuelos, desgarrándose las entrañas. El collar será de los mismos colores, del cual penderá la joya, formada por un compás coronado, cuyas puntas descansen sobre un cuarto de círculo; entre las piernas de este compás habrá un pelícano, igual al ya descrito, por un lado y, por el otro, un águila y en medio de estos dos emblemas, como surgiendo de ellos, una cruz con una rosa en el centro. En la primera parte de la recepción, el collar y el mandil se ponen del lado negro y se oculta la joya. El traje puede comportar también una capa blanca, con una cruz latina encarnada sobre el corazón y otra cruz del mismo color en la espalda, y que va desde el cuello hasta el ruedo. El forro es negro con cruces blancas en el pecho y en la espalda. El collar se lleva sobre la capa.

La joya del Doct.·. Maestro, es una estrella flamígera de cinco puntas con este signo: 7 en medio; la del Primer Vigilante: un triángulo; y la del Segundo Vigilante: una escuadra y un compás en cruz.

ADVERTENCIA

Para ser válidos los trabajos del Sob.·. Cap.·. es indispensa­ble la presencia de nueve miembros del Grado XVIII o de grado superior, con asistencia de una de las tres DDig.·.

El Capítulo deberá tener por lo menos, y según nuestras Constituciones, las DDig.·. y OOf.·. siguientes:

Un Doct.·. Maestro

Un Exc.·.       y          P.·.      C.·.      1er. Vig.·.

Un Exc.·.       y          P.·.      C.·.      2o. Vig.·.

Un Exc.·.       y          P.·.      C.·.      Orador

Un Exc.·.       y          P.·.      C.·.      Secretario

Un Exc.·.       y          P.·.      C.·.      Tesorero

Un Exc.·.       y          P.·.      C.·.      G.·. de la T.·.

Con mayor personal, se añadirá: un M.·. de Cer.·., un Ex­perto, un Hospitalario y un Gda.·. Ext.·. de la T.·.

El título completo de este Gr.·., es: “Exc.·. y Perfecto Cab.·.”, pero en la práctica sólo se usa el primer calificativo, seguido del nombre del cargo que se desempeña. Ejemplo: Exc.·. H.·. Pr.·. Vig.·., Exc.·. H.·. Tes…, etc., etc.

El Sob.·. Cap.·.trabajará una o más veces al mes.

El Doct.·. Maestro se sienta en Or.·.. El Prim.·. Vig.·. al Occidente, en el lado Norte; el Seg.·. Vig.·. al Occ.·. en el lado Sur. El Orador, a la derecha, bajo los siete escalones; el Se­cretario enfrente. El Maestro de Cer.·. en seguida del Set.·. El Tes.·.a la derecha del Or.·. y el G.·. de la T.·. a la puerta de ésta. El resto de los CCab.·. como en las Logias Sim.·.

APERTURA DE LOS SSOB.·. CCAP.·. ROSA CRUZ.

DOCT.·. M.·.—(Dando un golpe con el puño de la espada. To­dos se ponen de pie y al orden).

EEXC.·. y PP.·. CC.·., mi intención es continuar los traba­jos de este Sob.·. Cap.·. Rosa Cruz

Núm

EEXC.·. y PP.·. CC.·. lo. y 2o. VVig.·. cumplid con vuestro deber.

El Pr.·.V.·. toma la pal.·.s.·. y t.·. al G.·.de la T.·. quien sale a ver si está cubierta. Cada Vig.·. exa­mina de la misma manera           a los respectivos CCab.·. de

sus Wall.·.y después el Seg.·. Vig.·. anuncia el resultado al Primero y éste al Doct.·. M.·. quien da un golpe y se sientan todos.

DOCT.·. M.·.—Exc.·. y P.·. C.·. Pr.·. Vig.·. ¿qué hora es?

PR.·. VIG.·.—La hora del oscurantismo y de la confusión en que la sociedad pide con justicia nuestros TTra.·. y en la que se perdió la palabra.

DOCT.·. M.·.—Puesto que nuestros HH.·. nos necesitan y la palabra está perdida, EEXC.·. y PP.·. CC.·. WIG.·., invitad a los EEXC.·. y       PP.·. CCAB.·. de ambos Valles a que nos ayuden a continuar nuestros trabajos para encontrar la palabra.

Los Wig.·. repiten y dan cuenta.

El Doc.·. M.·. bate con el puño de su espada y repiten los Wig.·.

DOCT.·. M.·.—0000000.—¡En pie y al Orden CCab.·.!

UNIVERSI TERRARUM OREIS ARCHITECTONIS AD GLORIAM INGENTIS, por la Confraternidad Universal, bajo los auspicios del S.·. Consejo de México del Rito Escocés Antiguó y     Aceptado, en            virtud de los poderes que me ha conferido esté Sob.·.          Cap.·. Rosa Cruz “. …………” Núm. ………… y, (haciendo los signos apropiados con la punta de la espada, es decir, describiendo un Círculo y luego una Cruz) por el poder de la Rosa y el Secreto de la Cruz, declaro en plena actividad sus trabajos conforme a nuestras Leyes. O. Conmigo CCab.·.

Todos signando al Doct.·. M.·. aplauden con la Bat.·. del (Gr.·. e inmediatamente el Doct.·. M.·., alzando la mano derecha cerrada por encima de la cabeza, con el índice extendido hacia arriba, dirá: “Como es arriba” y todos los CCol.·. le responderán bajando hacia el suelo la mano derecha cerrada con el índice extendido hacia abajo: “Es abajo”. En seguida todos los CCab.·. dirán, haciendo el signo que hizo el Doct.·. “Como es arriba” y el Doct.·. haciendo a su vez el signo que hicieron los CCab.·. responderá: “Es abajo”.

DOCT.·. M.·.— Sentaos EEXC.·. y PP.·. CCAB.·. (Da un golpe y todos se sientan).

DOCT.·. M.·.—EXC.·. H.·. SRIO.·., ¿tenéis dispuesta la Col.·.grabada de los últimos trabajos que quedaron en suspenso en la Ten.·. anterior?

(El Secretario contesta y en caso afirmativo se pide atención y se lee).

DOCT.·. M.·.— Se concede la pal.·. a los CCab.·. por si tienen que observar algo a la Col.·. que se acaba de leer.

(Hechas las observaciones y oído el dictamen del Orador se consignan).

(El Doct.·. M.·. pide la aprobación del Cap.·.).

(Los CCab.·. demuestran su aprobación haciendo el signo acostumbrado. Después se firma).

DOCT.·. M.·.—Se concede la pal.·. para asuntos de familia.

(Se tratarán y tramitarán en la forma acostumbrada).

DOCT.·.M.·.—Se concede la palabra para excusas.

(Se tomará debida nota de las que se presenten. En seguida se introducirá a los VVIS.·.)

DOCT.·. M.·.—EXC.·..H.·. Mtro.·. de Cer.·., circular el Saco de Prop.·.

Se ejecuta. Al presentarse el Saco dice él:

DOCT.·. M.·.-EEXC.·. HH.·. ORADOR Y SRIO.·., servíos acompañarme a examinar el Saco de Prop.·.

(Lo examina, lee lo que crea conveniente y pasa lo demás a la Orden del Día).

DOCT M.·.-EXC.·. H.-. SRIO.·., someted al Sob.·. Cap.·.la Orden del día.

(El EXC.·. H.·. SRIO.·. formará la Orden del Día de acuerdo con el Doct.·. M.·., consultando, en su caso, al Capítulo. Una vez aprobada, se procede de acuerdo con ella; entendido que cuando formen parte de esta Orden del Día el Ritual de los CCab.·. Rosa Cruz o algún au­mento de Grado, estas ceremonias siempre figurarán al final).

AUMENTO DEL GRADO

DOCT.·. M. -EEXC. y PIV. CCAB.·. de ambos Valles, el Cab.·. de OR.·. y OCC.·., Gr.·. 17……………………

ha pedido su ingreso al Sub.·. Gr.·. de Sob.·. Pr.·. Rosa Cruz.

EXC.·. y P.·. H.·. SRIO.·. ¿Tenéis noticia de que este H.·. se encuentre en suspenso en alguno de sus Grados?

(El Sec.·. responde).

 DOCT.·. M.·. EXC.·. y P.·. H.·. TES.·. ¿Está cubierto el Tesoro?

(El Tes.·.responde)

(Si estos requisitos están cumplidos, si el cand.·. ha sido propuesto y aprob.·. en otra ten.·., si tiene 24 años o más de edad, si ha presentado su Certif.·. de la Log.·. de Perfección, si ha sido presentada su prof.·. de FE rel.·., dirá el)

DOCT.·. M.·. EEX.·. y PP.·. CCAB.·. de ambos Valles. Si no tenéis alguna objeción que hacer, os suplico aprobéis este acto con el Sig.·. conocido.

(Se ejecuta)

DOCT.·. M.·.— Pongámonos de luto y pasemos a la Cám.·. negra.

(Pasan a esta Cam.·. con las insignias de luto).

CAMARA NEGRA

DOCT .·. M.·.—¿EXC.·. y P.·. C.·. PRI.·. V.·., qué objeto

nos reúne?

PR.·. VIG.·.— Doct.·. M.·., la propagación de la Orden y el premio a un C.·. de OR.·. y Occ.·. Gr.·. 17, que pretende ser admitido entre nosotros.

DOCT.·. M.·. EXC.·. y P.·. C.·. M.·. DE CER.·., decid al candidato que nuestros Templos están demolidos y perdida la palabra; que si quiere ayudarnos a buscarla. En caso afirmativo, le conduciréis a la puerta de esta Cám.·.

(Una vez ejecutado y anunciado por los VVig.·., dice el)

DOCT.·. M.·.—Dadle entrada.

(Se ejecuta)

H.·. mío, la confusión se ha apoderado de nuestros Trabajos. En este instante hay un desquiciamiento en la tierra. La estrella flamígera de la verdad ha desaparecido; las tinieblas inundan todo, la opresión encadena la libertad; la P.·. Cúbica destila san­gre y agua, y el velo de la ignorancia cubre nuestro Templo.

(Se corre la cortina de Or.·.)

Todo es destrucción, la palabra se ha perdido y es necesario encontrarla a fuerza de trabajos y desvelos. ¿Nos queréis ayudar?

(El candidato responde)

 DOCT.·. M.·.—EXC.·. H.·. M.·. DE CER.·., aprobamos cor­dialmente la actitud del Q.·. H.·. y lo ayudaremos en la realización de su deseo. Pero la palabra perdida sólo puede ser hallada por quienes se aproximan por el sendero tradicional; y así, como símbolo del trabajo que debe ser hecho, y del conocimiento que debe ser adquirido por uno que se propone tan alta tarea, servíos conducir al H.·. en los siete viajes simbólicos e instruidlo acerca de la manera de encontrar lo que es necesario para su propósito.

(El M.·. de. Cer.·. conduce al candidato siete veces alrededor de la Torre, inclinándose cada vez que pase ante el Doct.·. M.·. y ante el Ara. En el segundo viaje se detiene ante el pilar del Seg.·. Vig.·. y el M.·. de Cer.·. pregunta al candidato):

M.·. DE CER.·.—¿Qué veis en este pilar?

CAND.·.—La letra “C”.

M.·. DE CER.·.—Tomémosla con nosotros en este viaje.

(El candidato toma la Letra y prosigue. Al cuarto viaje se detienen ante el pilar de Pr.·. Vig.·., se cam­bian las mismas palabras, con excepción de la letra que es “E”. Al sexto viaje se detienen ante el pilar del Doct.·. M.·. y se repite lo mismo. La letra es ahora “F”. El M.·. de Cer.·. y el Candidato dan el último viaje y re­gresan a Oc.)

M.·. DE CER.·.—Doct.·. M.·. los viajes simbólicos han ter­minado.

DOCT.·. M.·.— ¿Qué ha encontrado el Cand.·.?

M.·. DE CER.·.—Estas tres letras: “F”, “E” y “C”.

(Se adelanta y muestra las letras)

DOCT.·. M.·.—¿Conoce el Cand.·. su significado?

M/. DE CER.·.—No lo conoce Doct.·. M.·. pero espera saberlo de vos.

DOCT.·. M.·.—Su significado es profundo; parte de él lo sabrá después; por ahora nos limitaremos a decirle que son las iniciales de las palabras Fe, Esperanza y Caridad; todos, estos atributos son necesarios para aquél que encontrará la Pal.·. perdida. Conservad esas letras con cuidado y para que su significado se grabe mejor en vuestra memoria: decidme: ¿Qué entendéis por Fe?

(El Candidato responde)

DOCT.·. M.·.—¿Qué entendéis por Esperanza?

(Responde el Candidato)

DOCT.·. M.·.—¿Qué entendéis por Caridad?

(El Candidato responde)

(Según las respuestas, podrá el Doct.·. M.·. suspen­der el acto en esta forma):

DOCT.·. M.·. EEXC.·. Y PP.·. CC.·. PRI.·. Y SEG VVIG.·. Servíos anunciar que la Cruz se ha roto y la rosa se ha marchitado que por lo mismo debemos suspender nuestros traba­jos hasta que la Cruz aparezca perfecta y la Rosa fresca.

(Los VVig.·. repiten y se suspenderá el acto exigiendo al Cand.·. el JURAMENTO DE SECRETO, procurando que no se aperciba de la causa de la suspensión. Se da parte al S.·. G.·. Consist.·. con informe minucioso de lo ocurrido para que resuelva. Es indispensable que el Cand.·. no sea necio, ignorante o partidario fanático de una secta religiosa. Si no hubiera motivo de suspensión dirá el Doct.·. M.·.):

DOCT.·. M.·. — Fe. Nosotros los masones consideramos que la fe no es la ciega, injustificada e irreflexiva que impone la mayoría de las religiones reveladas; sino la facultad que, teniendo como génesis la observación y el estudio de los fenómenos circundan­tes, nos conduce por propia experiencia al conocimiento dé ver­dades trascedentes que, asimiladas, nos orientan, a su vez, hacia el desarrollo de aquella Fe que surge entonces, como intuición cierta y evidente de lo más espiritual y divino que hay en nuestro yo.

Esperanza. Esperanza es el sentimiento que surge en la per­sonalidad, como consecuencia lógica del fruto de sus estudios y experiencias en lo filosófico y espiritual, y que le alumbra cons­tantemente nuevos horizontes.

Caridad. La verdadera caridad es aquella virtud que, bro­tando de lo íntimo del ser como inferencia del sentimiento de unidad con todo lo que vive, nos induce a sembrar amor en todos los hombres.

El desarrollo de este concepto de la caridad es indispensable para fortalecer aún más, nuestra Fe y nuestra Esperanza.

Sigue: “Las Luces y la Obra de los CCab.·. Rosa-Cruz”. (Ver Esoterismo)

DOCT.·. M.·.— Ahora ya conocéis en qué consiste el trabajo de los CCab.·. Rosa Cruz. Sabed igualmente que nuestra misión externa, es procurar el cumplimiento de estas tres máximas: ilus­tración a las masas, consuelo al oprimido y libertad al esclavo.

H.·. Mío: ¿Queréis aceptar nuestra Ley?

(Responde el Cand.·.)

En este caso, acercaos al Altar,

Todos se ponen de pie y al orden. El Can.·. pone la mano sobre la espada del Doct.·. M.·. y repite el:

JURAMENTO

DOCT.·. M.·.—Yo……. juro y prometo, por mi palabra de honor , en presencia del G.·. A.·. D.·. U.·. y bajo las mismas obligacio­nes que he contraído en los grados precedentes, no revelar a ningún Mas.·. de Gr.·. inferior, y menos a profanos, los secretos de los PP.·. Rosa Cruz.

Juro ejecutar cuanto esté de mi parte para asegurar la liber­tad de conciencia de mis HH.·. sean cuales fueren sus princi­pios, exponer mi vida por salvar la suya en peligro, ejercer el altruismo con todo ser humano. Juro igualmente obedecer nues­tros Estatutos y Leyes Masónicas bajo los’ auspicios de nuestro Sup.·.  Consejo de México, del R.·. E.·. A.·. y A.·. y si falto a estas prescripciones, consiento en ser expulsado por perjuro, in­digno y mal caballero, para que mi memoria sea execrada.

TODOS.—Así sea.

(El M.·. de Cer.·. conduce al Cand.·. a Or.·. donde dirá el):

DOCT.·. M.·.—Sentaos CCab.·.

(Al Cand.·. poniéndole el Mandil y el Collar):

Este Mandil negro demuestra nuestra pesadumbre por los ma­les que afligen a la humanidad; por él y por este collar, símbolo del luto que llevamos por la pérdida de la palabra, seréis reco­nocido por nuestros HH.·..

EXC.·. y P.·. C.·. M.·. de CER.·., llevad al Cand.·. a Or.·.

(Se ejecuta)

DOCT.·. M.·. EXC.·. y P.·. C.·. PRIM.·. VIG.·., ¿qué pasa? PR.. VIG.·.—Doct.·. M.·. la Piedra cúbica destila sangre y agua por la pérdida de la pal.·.

DOCT.·. M.·.-¿EXC.·. y P.·. C.·. SEG.·. VIG.·., qué debemos hacer?

SEG.·. VIG.·..—Doct.·. M.·., abrazar la nueva Ley esculpida en nuestras Columnas: Fe, Esperanza y Caridad.

DOCT.·. M.·.—EXC.·. y P.·. C.·. PRIM.·. VIG.·., ¿Cómo lo conseguiremos?

PR.·. VIG.·..—Viajando en la obscuridad de nuestro fuero interno. V

DOCT.·. M.·.—Viajemos primero de Or.·. a N.·. y de Oc.·. a Med.·.

(Se ejecuta en el siguiente orden: Doc.·. M.·. VVig.·. y DDig.·. por su categoría. VVis.·. CC.·. el M.·. de Cer.·. y el graduante).

(A la primera vuelta dice el):

DOCT.·. M.·.—¡Caridad! (Apaga la Luz de la Col.·.)

(En la segunda vuelta dice) :

—¡Esperanza! (Apaga la Luz)

(En la tercera vuelta dice):

—¡Fe!

(Toma la vela encendida y dice):

— ¡Esta no se extinguirá mientras exista un hombre sobre la tierra!

(Se va a la Cámara roja).

En la cuarta vuelta, sale el Pr.·. Vig.·. con los CCab.·. de su Valle. En la quinta vuelta, todos los DDig.·. En la sexta vuelta, el Seg.·. Vig.·. con los CCab.·. de su Valle. La séptima la da el M.·. de C.·. y el graduante. Al terminar, le cubre la cabeza con un velo negro, voltea por el anverso el Collar y el Mandil de ambos y llama a la Cámara Roja).

CAMARA ROJA

PR.·. VIG.·.— Doct.·. M.·., el Cand.·. que ha recorrido todos los lugares mas ocultos, os pide le concedáis la gracia de darle entrada para ayudarnos a buscar la Pal.·.

DOCT.·. M.·.—Que pase.

(Los CCab.·. tienen sus CC.·. y MMan.·.por el lado rojo).

 DOCT.·. M.·.-H.·. mío: habéis traspuesto el umbral de la C.·. de Trabajo. Aquí no os sorprenderá ninguna nueva luz, ni se os liara ninguna maravillosa revelación, porque como ya os expliqué, estamos en un Tall.·. cuya única característica estriba en que cada quien labra en silencio su piedra, real y efectivamente.

No podemos nosotros, ni hay poder en el mundo fuera de vos mismo, que pueda iniciaros en el ultérrimo secreto del Gr.·. XVIII.

En el silencioso santuario de vuestro fuero interno cintila la luz y sólo vos, únicamente vos solo, podéis, con esfuerzo y volun­tad inquebrantable penetrar hasta ese lugar.

Nosotros solamente podemos indicaros el sendero y los medios para transitarlo; pero únicamente vos mismo tendréis que reco­rrerlo.

La Pal.·. Perdida sintetiza esotéricamente “la caída del hom­bre en la materia”, el alejamiento u olvido en que existimos de nuestro Yo verdadero.

El Gr.·. XVIII señala al francmasón el Sendero de Retorno y le proporciona las herramientas de los CC.·. Rosa Cruz para que pueda desbrozar su camino y posar las plantas en él; pero cada quien tiene que hacer, en el silencio y en la soledad, lo demás.

En el Gr.·. XVIII debe el Masón encontrar la Palabra Per­dida, el Verbo Creador, que es él mismo, es decir, su entidad verdadera, su Ego y ponerse en contacto con él; es’ decir, que en este Gr.·. debe lograr su Inic.·. trascendente. Por eso este Gr.·. es el grado místico por excelencia en el sentido de los Antiguos Misterios; porque aquí el Masón debe recogerse, recon­centrarse en el santuario de su fuero interno y olvidarse del mundo hasta lograr, por el esfuerzo de su mente, ponerse en contacto con su mundo interior, con su ser verdadero.

Por medio de los ejercicios Esotéricos del Grado, que cada Cab.·. Rosa Cruz debe practicar diariamente, podréis iniciaros en las prácticas psíquicas que, un día os conducirán al fin deseado.

Para lograr esta finalidad hay una fuerza imprescindible, úni­ca en verdad, capaz de poneros en el sendero de retorno; fuerza que sólo en vos radica, de la que sois el único amo… ¡vuestra Voluntad! Sólo la Voluntad, la decisión de lograr vuestro propó­sito, os hará triunfar.

DOCT.·. M.·.—(Dirigiéndose al M.·. de C.·. y al Cand.·.) HH.·.míos, ¿de dónde sacasteis más enseñanzas?

M.·. DE CER. -De la India.

DOCT.·. M.·.—¿Quién os guio?

M.·. DE CER.·..—La Naturaleza.

DOCT.·. M.·.—¿Qué produjeron en vosotros?

M.·. DE CER.·..—Mi regeneración.

DOCT’’. M.·.—¿Qué tenéis que combatir?

M.·. DE CER.·..—La Ignorancia.

DOCT.·. M…—¿Cuál de los antiguos aforismos ha hecho más impresión en vuestro ánimo?

M.·. DE CER.·.—Igno Natura Renovatur Integra.

DOCT.·. M.·.— Dadme las iniciales de estas palabras.

  1. . DE CER.·.-I.·. N.·. R.·. I.·..

DOCT.·. M.·.—EXC.·. H.·. ORADOR, tenéis la pal.·. para exponer al graduante la significación de estas letras.

ORADOR,—Diversos significados han sido atribuidos a la Pa­labra Sag.·. de este Gr.·. El más conocido aún en el mundo prof.·. es el de “Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum”; que la tradición ha mantenido como la inscripción mandada colocar por Poncio Pilatos sobre la Cruz que a Jesús fue destinada en el Calvario. Pero como la locución cuyas iniciales sirven de Pal.·. Sag.·. a los SSob.·. PPr.·. R.·. C.·. es más antigua que la era Cristiana, el significado que nosotros le asignaremos es el que le ha dado la remota tradición de nuestros antepasados y que perpetuamos en la enseñanza esotérica de esta Orden Caballeresca.

(Sigue la Doctrina Esotérica del Gr.·.)

DOCT.·. M.·.—EXC.·. H. . M.·. DE CER.·., traed al Or.·. al graduante y el óleo para ungirlo.

(Se ejecuta: el Doct.·. M.·. da un golpe. “De pie y al orden”. Todos se levantan empuñando la espada)

DOCT.·. M.·.—Os unjo con este aceite, símbolo de fuerza e in­digencia.

(Lo hace en la palma de la mano derecha y en la frente, enjugándole después con algodón)

DOCT.·. M.·. – U.·. T.·. O.·. A.·. A.·. G.·. I.·. por la Confra­ternidad Universal, bajo los auspicios del Sup.·. Consejo de Méxi­co, del R.·. E.·. A.·. A.·., en virtud de los poderes que me ha conferido este Sob.·. Cap.·. Rosa Cruz “  ” Núm… y (haciendo los signos apropiados con la punta de la espada, es decir, describiendo un círculo y luego una cruz) por el Poder de la Rosa y el Secreto de la Cruz, os nombro y constituyo C.·. del Aguila y del Pelícano, Cab.·. R.·. C.·. y miembro activo del mismo.

(Da con el plano de la espada 000000 0 sobre la cabeza del Grad.·.)

DOCT.·. M.·.-Sentaos HH.·. míos.

EXC.·. H.·. M.·. de CER.·., conducid a Or.·. al nuevo Cab.·.

(Se ejecuta)

—H.·. mío, poneos esta condecoración. La alhaja que cuelga de ella representa, en el anverso, un pelícano destrozándose las entrañas para alimentar a sus hijuelos; es el emblema o representación simbólica del G.·. A.·. forjando sus mundos a base de sacrificio, y del hombre (su representante en la tierra) también haciendo su mundo, a semejanza del G.·. A.·. con sacrificio, con abnegación, con amor, con valor, con la Acción. En el reverso hay un águila que representa la chispa divina y el pensamiento se inclina ante la obra del G.·. A.·. en el infinito y la del hom­bre en la tierra, y comprende la identidad de ambas, entonces surge la Rosa Cruz, es decir, el Iniciado. Tal es el símbolo que encierra la joya del Gr.·. XVIII.

En la primera parte de vuestra iniciación, llevábamos Mandil y Collar negros en señal de duelo de la masonería por la pérdida de la “palabra” y los males que afligen a la humanidad. Ahora los llevamos, el mandil por el lado blanco, y por el encarnado, el collar, como signo de regocijo por haberse encontrado esa palabra. Su blancura significa la pureza que debe acompañar a nuestras acciones; lo encarnado, nuestro amor a la humanidad.

Tenemos en este Gr.·. como en los precedentes, signos, pala­bras y tocamientos para reconocernos. Hay dos signos, el de pre­gunta o admiración, y el de respuesta. El primero se ejecuta le­vantando la mirada al cielo, entrelazando las manos en la misma forma que el signo de socorro de tercer Gr.·. dejándolas caer sin desenlazarlas; el segundo, estriba en levantar igualmente la mirada al cielo, alzando la mano derecha cerrada, a la altura de la cabeza y con el índice extendido hacia arriba, como para in­dicar que no hay más que un solo Ser Supremo, principio y fin de todas las verdades.

Se responde de la misma manera, bajando hacia el suelo el índice, como apoyando la misma idea en el Cielo y en la Tierra.

El tocamiento se da colocándose de frente ambos CCab.·. y poniendo alternativamente la mano derecha sobre la tetilla de­recha, la izquierda sobre la izquierda, dándose enseguida el abra­zo fraternal, diciendo el primero “Leuname” y contestando el segundo “Sibov Xap”.

El signo de Orden o del buen pastor, se hace cruzando los brazos sobre el pecho.

Las PPal.·. de Pase son las anteriores.

La Pal.·. Sag.·. que debe deletrearse es I.·. ……..

La Bat.·. son siete golpes por seis y uno.

La edad, treinta y tres años.

La marcha, tres pasos precipitados y genuflexión antes de sen­tarse.

El grito de exclamación, “¡¡Hoschea”

DOCT.·. M.·.—Cab.·. M.·. de Cer.·., llevad al Cab.·. a nues­tros HH.·. Primero y Segundo Vigilantes, para que lo examinen y vean su instrucción.

DOCT.·. M.·. EXC.·. y P.·. C.·. M.·. de C.·. servíos procla­mar a nuestro Q.·. H.·. ………….. en Or.·. Occ.·. y Med.·. Cab.·. Rosa Cruz y miembro activo de este Sob.·. Cap.·.  …………….. Núm…..

(Se ejecuta y lo anuncian los VVig.·.)

Sentaos Cab.·. y vos, M.·.de Cer.·., conducid a n.·. q.·. H.·. a Or.·.

(Se ejecuta)

El Cab.·. de la Eloc.·. tiene la Pal.·. Servíos HH.·. míos, pres­tar vuestra atención.

(La col.·. gr.·., es indispensable y siempre el Cab.·. de la Eloc.·. debe estar preparado)

(Terminado el discurso se aplaude)

DOCT.·. M.·.— Se concede la pal.·. en bien de la Humanidad, de la Orden en general o de este Cap.·. en particular

(En seguida):

DOCT.·. M.·.—EXC.·. y P.·. C.·. HOSP.·., servíos circular el Saco de Beneficencia.

(Se ejecuta, se cuenta y queda en su poder o del H.·. Tesorero)

SUSPENSION DE LOS TRABAJOS

DOCT.·. M.·.-EXC.·. y P.·. C.·. PRIM.·. VIG.·., ¿qué ho­ra es?

PR.·. VIG.·.—La hora en que se encontró la Pal.·., en la que la P.·. Cúb.·. se transforma en Rosa Mística, en que la Estrella flamígera reapareció, y en la que impera la ley natural, que es la que debe regir nuestros trabajos.

DOCT.·. M.·.—Sigamos, pues, esa ley, perfecto origen de todas las maravillas de la creación, propaguemos por todas partes la verdad, y que sean guías de nuestro tránsito por este mundo en busca dé nuestra identidad, la Fe, la Esperanza y la Caridad, uni­das en la voluntad de lograr nuestro propósito espiritual.

EEXC.·. y PP.·. CC.·. PR.·. y SEG.·. VVIG.·. anunciad a los CCab.·. que decoran nuestros Valles, que es mi intención suspen­der los trabajos de este Sob.·. Cap.·.

(Lo ejecutan, y anuncian después)

DOCT.·. M.·.— En pie y al Orden CCab.·. OOOOOO O

U.·. T.·. O.·. A.·. A.·. G.·.I.·., por la Confraternidad Universal, bajo los auspicios del Sup.·. Consejo de México, del R.·. E. . A.·. A.·., en virtud de los poderes que me ha conferido este Sob.·. Cap.·. Rosa Cruz “…………….” N° (y haciendo los signos apropiados con la punta de la espada, es decir, describiendo un círculo y luego una cruz) Por el Poder de la Rosa y el Secreto de la Cruz, declaro suspensos sus trabajos.

A mí, HH.·. míos: OOOOOO O

TODOS.— ¡Hoschea! ¡Hoschea! ¡Hoschea!

DOCT.·.M.·.—Antes de separarnos, Exc.·. H.·. M.·. de Cer.·., preparad la cena.

El M.·. de Cer.·., ayudado por el Ecónomo, pre­para la mesa. Pone pan, vino y un brasero con lumbre. Todos forman círculo alrededor de ella. El M.·. de Cer.·. toma el cordón y colocará la lazada de una de sus puntas en el brazo izquierdo del nuevo Cab.·., quien debe estar a la derecha del Doct.·. M.·. y continuando siempre a la derecha de éste, rodeará el brazo izquierdo de cada H.·. con dicho cordón, hasta llegar al Doct.·. M.·. a quien también rodeará el brazo izquierdo dejando el sobrante de dicho cordón en el suelo.

Al terminarse esta Cor.·. el M.·. de Cer.·. recogerá la parte del cordón que este en el suelo, deshaciendo el lazo que rodea el brazo del Doct.·. M.·., recorrerá el círculo a la izquierda haciendo lo propio con cada H.·. hasta llegar al nuevo Cab.·. a quien quitará del brazo la lazada.

Cuando el cordón rodee los brazos izquierdos de todos los HH.·. el Doct.·. M.·. toma el pan, come un pedazo y pasa el resto al Cab.·. de la derecha y dice:

DOCT.·. M.·.—Comed el pan de la Fraternidad.

(El Cab.·. hace lo propio y pasa el pan al que lo si­gue a su derecha, y así sucesivamente, hasta que se concluyan).

(Lo mismo se hace con el vino, diciendo previamente él)

DOCT.·. M.·.—Compartamos el vino, símbolo de nuestra co­munión espiritual.

(Se quema la Pal.·. que está en un triángulo de papel; se arroja el resto del pan y el vino que sobre al brasero y dice):

DOCT.·. M.·.—Consumatum est. La Paz sea con vosotros. ¿Ju­ráis guardar el más profundo secreto?

TODOS.—¡Lo juramos!

DOCT.·. M.·.-Id en paz.

APENDICE

PRACTICAS

La primera finalidad del Gr.·. XVIII.·. es enseñar a sus miem­bros la concentración del pensamiento; porque para poder el hombre aproximarse a sí mismo debe, por medio de innumera­bles y repetidos ejercicios, aprender a fijar su pensamiento en una sola cosa, en una sola idea y mantenerlo fijo en ella, sin per­mitirle desviarse o divagar, como es su costumbre.

Naturalmente que si al Masón Grado XVIII, de primera in­tención, se le quisiera someter a esta disciplina, sin una prepara­ción adecuada, se fracasaría.

Primeramente, es necesario que el Masón no solamente co­nozca el poder de su pensamiento, sino que aprenda a desarrollar la facultad de concentración y, sobre todo, que adquiera una con­fianza, una fe indestructible en este poder que posee.

Para lograr este objetivo, es conveniente instaurar, extra Ca­pítulo, los “trabajos de Mesa Redonda”. Consisten estos, en reunir a los HH.·. alrededor de una mesa (redonda si es posible) y ex­plicarles en qué consisten los ejercicios elementales de concen­tración del pensamiento. Estos ejercicios de concentración se to­marán de cualquier libro de los que tratan de este tema. Deben los HH.·. comprometerse a practicar estos ejercicios cotidiana­mente, sin ninguno interrupción, durante el intervalo de tiempo que exista de una a otra reunión del Capítulo. En cada reunión deben informar de las dificultades que tuviesen en sus respecti­vas prácticas y de los resultados obtenidos. En vista de estos infor­mes se insistirá en los ejercicios señalados o se darán otros nuevos.

También debe conminarse a los HH.·. a que observen cómo a medida que disciplinen su mente por medio de los ejercicios que se Ies indiquen, podrán observar que sus facultades y apti­tudes para su trabajo, cualquiera que éste fuere, se mejorarán, se centuplicarán.

Cuando ya los miembros de la Mesa Redonda hayan progre­sado en el dominio de la mente, entonces estarán capacitados para iniciar los verdaderos trabajos de dicha Mesa Redonda.

Los trabajos de la Mesa Redonda tienen por esencial objeto la ayuda mutua de sus miembros en el campo profano. En el campo espiritual lo hará el Capítulo.

Después de cada Tenida del Cap.·. se verificará extra Capí­tulo una sesión de la Mesa Redonda. Es recomendable que desde el Grado IV, se instaure la costumbre de celebrar sesión de Mesa Redonda, después de cada tenida; pues de esta manera al ser exaltados los HH.·. al Grado XVIII, tendrían una preparación en la práctica de la concentración del pensamiento.

Es inútil poner en uso el Ritual Esotérico del Grado XVIII, cuando los miembros del Cap.·. no se han ejercitado antes, en la práctica de la concentración de la mente.

La instrucción de algunos aspectos en las prácticas y conoci­mientos conexos del Grado XVIII, podría impartirse en forma sintética como sigue:

Exc.·. y P.·. C.·., Tu culto, tu oración y tu ofrenda devocional en la mística Rosicruciana, se llama ACCION. Las opulentas juventudes que llegan y han de seguirnos en el decurso de la Vida, no traen su oración en los labios, sino en sus manos y en sus cerebros; porque también el pensamiento es ACCION o me­jor dicho, es el alma de toda Acción.

Así, pues, sólo por medio de la acción puedes vivir; es decir, convertirse en la misma Vida. Fíjate bien: Sólo tu acción es capaz de ponerte en contacto con la Vida Eterna que eres tú mismo. Sólo cuando actúas eres Vida inabarcable y proteica. Cuando per­maneces inactivo, eres como muerto, sin vida. Y cuando piensas con tus pensamientos, también eres Vida, porque estás en acción; porque los pensamientos de los demás son vida suya y nunca puedes incluirla en la tuya; te pueden despertar, pero no te harán vivir si no estimulan la función pensante de ti mismo, porque sólo tus pensamientos son tu vida.

Más para que tus actos y pensamientos sean eficaces, tu mente debe tener como sustento y guía a tu propia conciencia, a tu Fe inquebrantable en tu poder y a tu voluntad, sin límites, que es el sustento de tu ESPERANZA. Los primeros pensamientos que deben anclarse en el alma del niño son: PUEDO, QUIERO, y los que jamás deben conocer ni el niño ni el adulto son los que se engendran a influencias del TEMOR y el ODIO.

El pensamiento tiene una propiedad sui-géneris: la de atraer a la mente que lo engendra pensamientos afines o semejantes a sí mismo. De manera que la mente que emite pensamientos de fortaleza, de optimismo, de voluntad, se ve enriquecida con aque­llos pensamientos similares que surgen de las mentes de los de­más hombres; así el cerebro que forja pensamientos de temor, de angustia, de odio, hace que se aumenten con el temor, la angus­tia y el odio que suscita en la mente de los demás hombres. NO olvides Hermano, este secreto, y haz de tu pensamiento una fuen­te inagotable de riqueza, de poder, de felicidad para ti mismo y para los demás, y nunca permitas que esa fuerza creadora que educes de ti mismo, sea instrumento de odios que empobrezca o lesione el patrimonio de ventura a que la humanidad tiene de­recho.

También debes saber que la mente no puede pensar en más de una cosa; su fuerza creadora se pierde si se impresiona simul­táneamente con diversas ideas a la vez; procede sucesiva, pero vertiginosamente. Si te esfuerzas en hacer que tu mente abando­ne su vorágine habitual y medite en cada idea con detenimiento, observarás que tu poder mental aumenta, se centuplica, y que tus aptitudes todas se desarrollarán sin más limitación que la que co­rresponde a tu condición humana.

Por último, en el duro y diario bregar, acaso necesites solicitar ayuda, trabajo, recompensa o gracia de otra persona; sabe que, para obtenerlos, tres requisitos son indispensables: 1° un deseo ardiente y firme de lograrlo; 2° un derecho perfectamente esta­blecido para pretenderlo, y 3° una absoluta convicción de que te será concedido. Si careces de alguno de ellos, es mejor que te abstengas.

ESOTERISMO DE LA LITURGIA DEL GRADO 18°

RITUAL DE LOS CCAB.·. ROSA CRUZ

(El desarrollo del presente Ritual, solamente tendrá lugar cada vez que sea incluido en la Orden del Día, al final de ésta)

DOCT.·. M.·.—Para iniciar los trabajos de este Ritual, debemos empezar por considerar que la finalidad del Gr.·. XVIII es la de mayar trascendencia en Masonería, ya que, conforme a los vislumbres que se encuentran perdidos entre el cúmulo de litur­gias y literatura masónicas de este Grado, en el XVIII debe el Masón encontrar la Palabra Perdida, o el Verbo Creador que es él mismo; es decir, su entidad verdadera, su ego, y ponerse en contacto con él, o sea que en este Gr.·. debe lograr su Iniciación Trascendente. Por eso, este grado, es el Grado Místico por ex­celencia de la Masonería; pero no es Místico en el sentido cató­lico, como pretendieron hacerlo creer los jesuitas, sino que lo es, en el sentido de los Antiguos Misterios;’ porque aquí el Masón debe recogerse, concentrarse y olvidarse del mundo hasta lograr, por el esfuerzo de su mente, ponerse en contacto con su ser ver­dadero. Pero para dedicarse a esta importantísima labor tiene, antes, que darse cuenta de lo que es el hombre y de sus posibi­lidades en el medio que lo rodea.

DOCT.·. M.·.-EXC.·. H.·. PRIM.·. VIG.·., decidme: en la confusión del mundo profano, en medio de sus necesidades y dolores, de sus prejuicios y temores, de su ignorancia y su egoís­mo, ¿tiene el hombre medios reales para libertarse de estas tristes modalidades del existir terrestre?

PRI.·. VIG.·.—Sí, Doct.·. M.·., el hombre tiene tres caracte­rísticas que consideramos divinas: el Sentir, el Raciocinio y la Acción, con las cuales tiene en sus manos su propia salvación.

DOCT.·. M.·. EXC.·. H.·. SEG.·. VIG.·., tened a bien expre­sarme lo que es el Sentir desde el pinito de vista Rosa Cruz.

SEG.·. VIG.·.—Doct.·. M.·., el Cab.·. Rosa Cruz, desde luego separa el Sentir de lo que es sensiblería, sentimentalismo, pasión, etc., para señalar con este concepto, en sentido propio, aquella facultad exclusivamente humana, por medio de la cual nos damos cuenta conscientemente de los fenómenos que nos rodean. El Sen­tir, así comprendido, nos capacita también para percatarnos de nuestra existencia propia y, por tanto, para razonar y accionar; es factor esencial del libre albedrío y donde no existe esta facul­tad no hay moral, ni responsabilidad, ni ideales, ni inteligencia, ni verbo; en fin, nada de lo que entendemos como nuestra vida moral y espiritual.

En sentido figurado entendemos por sentimiento, ya no la fa­cultad de sentir, sino las emociones que nuestro ser consciente, el yo, experimenta por el Sentir; sentimos miedo, orgullo, ver­güenza, dolor o placer y, ante todo, tenemos aquel sentimiento, el más excelso entre todos: el amor, que nos inspira y nos subli­ma al sacrificio.

Los sentimientos constituyen la fuerza motriz para la Acción. A medida que los experimentamos más intensamente, más activos somos: el hombre apático, de poca energía, es el hombre de sen­timientos débiles, o aquel que reprime sus sentimientos indebida­mente.

DOCT.·. M.·.—EXC.·. H.·. PRIM.·. VIG.·., servíos decirme el concepto que del Raciocinio tiene un Cab.·. Rosa Cruz.

PR.·.   VIG.·.— Doct.·. M.·., el Raciocinio es la facultad de que disfruta sólo el hombre, de hacer abstracciones o ideas de lo que percibe mediante aquellos instrumentos corporales que llamamos sentidos, así como la de reconocer, interpretar y juzgar estas ideas.

El Raciocinio así descrito tendría que ser confuso, si no fuera por las palabras (verbo o lenguaje) que utilizamos para denominar los juicios a que llegamos, pues gracias a esta denominación de las ideas abstractas, lograda por medio del verbo, pudo el “hombre desarrollar su raciocinio.

Guando el hombre surgió en la tierra, si bien perdió el contacto consigo mismo por dedicar toda su atención a descubrir, a elaborar y transformar las riquezas materiales de este mundo, siempre conservó, como una antorcha encendida, su Raciocinio, instrumento con el que el Gr.·. Arq.·. lo proveyó para desempeñar su labor en la tierra y para alumbrar también su sendero a de retorno a sí mismo.

En el ambiente terrestre, la luz del Raciocinio, desviada siem­pre por el variable aliento de la multiforme naturaleza, casi extinguida a veces por el turbulento ajetreo del existir mundano, ha perdido su fijeza y tan sólo subsiste como la llama de un cirio E amagada por los vientos.

Sin embargo, esta lucecita, por su origen, es inextinguible y aunque muy lentamente, ella va coordinando el mundo para los propósitos de la humanidad.

DOCT.·. M.·.-EXC.·. H.·. SEG.·. VIG.·., tened a bien explicarme lo que es la Acción para los CCab.·. Rosa Cruz.

SEG.·. VIG.·.—Doct.·. M.·., la Acción es la aplicación del raciocinio a las manifestaciones de la energía. Este privilegio del hombre lo capacita para romper conscientemente la natural sucesión de estas manifestaciones. Estas últimas funcionan ciegamente, mientras que el hombre actúa, trabaja, es decir, procura dirigir las manifestaciones de la Energía Universal, hacia sus pro­pios fines. (Los de la humanidad).

DOCT.·. M.·.— EXC.·.y PP.·. CCAB.·., según se deduce de lo expuesto, es el Raciocinio la facultad que nos capacita para juz­gar de la bondad, de la eficiencia de nuestros actos, que pone un freno a los impulsos de nuestros sentimientos que nos inducen a algo malo, o que puede intensificar estos impulsos cuando esta­mos convencidos de su bondad. Así es como el hombre tiene su destino en sus propias manos; es consciente de su existencia por el Sentir, puede planear una vida mejor con su Raciocinio, y puede ejecutar sus proyectos por medio de su Acción y dispone de la fuerza o dinamismo necesario para lograrlo con sus senti­mientos. Por eso Sentir, Raciocinio y Acción son dones divinos, los cuales, bien entendidos y bien aplicados, harán de la huma­nidad dueña feliz de esta tierra.

DOCT.·. M—EXC.·. H.·. ORADOR, a la Luz de estos cono­cimientos, servíos interpretar el emblema de los Rosa Cruces.

ORADOR.—Doct.·. M.·., para los ocultistas la Cruz represen­ta en su totalidad el sendero que el hombre tiene que recorrer para llegar al G.·. A.·. está clavado a él hasta que logra volver a la Unidad, que es, entonces, cuando surge la Rosa, o sea el flore­cimiento de su corazón. Así, pues, aquí el símbolo de la Rosa y de la Cruz se transforma, como se transformará la vida vuestra; en efecto, lo que la Cruz ha significado siempre en ocultis­mo, es el hombre (ya que el sendero es el mismo) de pie frente al es­pectáculo magnífico del Universo visible, con los brazos exten­didos, como expresión de muda admiración, de adoración y arrobamiento; por eso también es un signo de redención, porque sólo el hombre es capaz de redimirse a sí mismo ante la contem­plación de la grandeza y de la belleza universales. Y la Rosa en el centro de la Cruz, para los ocultistas es la representación del

Iniciado, el hombre cuya mente y corazón han florecido en la rosa de fuego que no se extingue, porque es eterna.

DOCT.·. M.·.—EEXC.·. y PP.·. CCAB.·., ahora procederemos a nuestra práctica de concentración. EXC.·. H.·. M.·. de CER.·., preparad el Cap.·. y nosotros CCAB.·., adoptemos la posición y la actitud convenientes.

(El M.·. de Cer.·. apagará las luces dejando encen­dida la pantalla del Ara. Todos los CCab.·. enderezarán el busto a fin de conservar la espina dorsal en posición vertical; colocarán las palmas de las manos sobre las rodillas; se acomodarán en sus sillas en una posición natu­ral y descansada, y cerrarán los ojos)

DOCT.·. M.·.—EXC.·. y PP.·. CCAB.·. para proceder tenga­mos presente el objeto primordial de este Gr.·., lograr por la con­centración de la mente en el centro de nuestro corazón, percibir la luz que allí arde; fulgor del Gr.·. A.·. que está en nosotros, que es nuestra íntima y maravillosa .realidad intrínseca, que nos hace uno con El mismo.

Cuando consigamos percibirla y luego anegarnos en ella, com­prenderemos el gran secreto de la Vida, porque nos transforma­remos en ella, nos unificaremos en ella, seremos la unidad del G.·. A.·.

Tratad de aquietar poco a poco la mente, llevadla suavemente a contemplar con calma y serenidad vuestro corazón, sostenedla fija allí; sin inquietud, sin impaciencia alguna; esperad con ab­soluta confianza, porque de continuar vuestro esfuerzo sin que­branto, una vez, veremos cintilar ese fulgor que será como la alborada de nuestra Vida: la realidad hecha nosotros mismos.

(Este discurso puede variar, según lo estime el Doct.·. M.·. Debe ser pronunciado de memoria y muy lenta y claramente; recogiéndose, tanto el Doct.·. M.·. como todos los CCab.·. en su fuero interno; cerrados los ojos y fijando toda la voluntad en la concentración de la mente en el propósito que se va exponiendo. Terminada la alo­cución en el mayor silencio y reposo, se continuará con la mente concentrada por breves minutos; uno, al prin­cipio; y aumentando otro minuto más tarde, a medida que el entrenamiento y la práctica lo permitan.

Terminado el tiempo de la concentración, el Doct.·. M.·. dará un solo toque en un gong o címbalo, cuidadosamente escogido, para que su sonido sea leve, pero so­lemne, y que su vibraciones percutan y se desvanezcan en el espacio lentamente. Luego dirá):

DOCT.·.         M.·.—En el crepúsculo vespertino, los labradores vuelven al hogar, trayendo consigo sus cosechas para el sustento de la casa, absortos ante la diafanidad del Oriente, donde la noche, poco a poco, va prendiendo sus festones de margaritas lumi­nosas …

(Todos los CCab.·. cesarán la concentración y volve­rán a la actitud normal que conservaban antes de estas prácticas.

Terminado este Ritual, se concede la palabra en bien de la Humanidad, de la Orden en general o de este Cap.·. en particular. Luego se hace circular el Saco de Benef.·. y a continuación se procede a suspender los trabajos)

LAS LUCES DE LOS CCAB.·. ROSA CRUZ, Y SU OBRA

Esta parte debe conocerla el Candidato después de la definición de las tres virtudes de la Liturgia.

FE

Los Caballeros Rosa Cruz, necesitamos de la Fe, pero no de la fe ciega e irreflexiva que se impone sobre la razón, sino de la fe en nosotros mismos. Si hemos tenido fe en la multitud de “dioses” de nuestros abuelos, ¡cómo no vamos a tener fe en nos­otros mismos, en la humanidad, nuestra propia especie, única entidad que ha forjado a través de las edades, con sus manos y su cerebro, todo el progreso y felicidad de que disfrutamos! Mientras que los llamados “dioses” duermen, sin jamás haber sembrado o construido nada, la humanidad, verdadero Arqui­tecto de este mundo, sólo espera simpatía, tolerancia, coope­ración entre todos los hombres, para colmarnos de felicidad, de bienestar. Tengamos fe en nosotros mismos, en los hombres que nos rodean, en el esfuerzo de cada uno de ellos.

Para que las inmensas masas del pueblo dejen de ser explo­tadas por los sacerdotes, caudillos y acaparadores de capital, es preciso arrancarles esa falsa fe que les han inculcado, y que las ha inducido a la superstición, la idolatría y el fanatismo; fe en falsas y fantásticas creencias y divinidades, en nombre de las cua­les se impuso a los pueblos el dogma deprimente que apartó al .hombre de la verdad única que residía en él mismo.

Por esas creencias sentimentales, las masas nunca pudieron tener fe en sí mismas. Este es el secreto. No olvidéis que Jesús, un iniciado que este grado nos presenta como uno de los Maestros, dijo: “Por la Verdad seréis libres”, y la Verdad está en vosotros mismos; tened fe en vosotros y dejaréis de ser explotados, y no habrá poder bastante que sea capaz de esclavizaros. Tened fe en vuestros hermanos, compañeros con quienes compartís la vida y el trabajo; es decir, en su capacidad para ayudaros en el esfuerzo espiritual y en la diaria labor; amadlos, respetadlos, ayudadlos en la lucha por su liberación integral, y así acabaréis con toda explotación. Solamente nosotros mismos somos responsables de nuestra pobreza y de nuestra depresión y solamente nosotros po­demos redimirnos de ellas.

ESPERANZA

Esperanza es la segura confianza de que ha de prevalecer la verdad contra el error, la justicia contra la iniquidad, el bien contra el mal, el amor contra el odio y la felicidad contra la tri­bulación.

Por lo demás, el Caballero Rosa Cruz solamente debe tener esperanza en el resultado de su propio esfuerzo; su esperanza es resultante de su fe. Nada esperamos de lo sobrenatural ni de una providencia complaciente que haga por nosotros lo que nues­tra falta de fe no nos permite hacer; nuestra esperanza no es fuego fatuo de una ilusión, sino la luz que se enciende en nos­otros mismos; no es el lastre de nuestra debilidad y de nuestra pobreza, sino el motor potente de nuestras energías.

Los Caballeros Rosa Cruz debemos despertar a las masas de ese hipnotismo que las mantiene en la flaqueza y la impotencia; pero no para exaltar sus pasiones que pugnan con la dignidad humana y son obstáculo para la confraternidad universal, sino para libertarlas por la fuerza divina de la palabra, enseñándoles que no hay realmente hombres débiles; que cada uno tenemos en nosotros potencialmente todas las posibilidades y que jamás de­bemos permitir que alguien nos las limite. Pues todo hombre debe saber —como sabe respirar— que en si mismo lleva la ener­gía necesaria para lograr todo bienestar, cualquier saber, cual­quier belleza; y que esa energía la tiene a su alcance. Lo que generalmente hace falta es el esfuerzo humano para utilizarla. Y este esfuerzo humano es precisamente la base firme de su Espe­ranza, “el sésamo ábrete” de todas sus posibilidades. Sólo nuestro propio esfuerzo unido al de cada hombre, puede darnos la plena felicidad. No lo olvidéis: nadie más que el hombre puede ser su propio salvador, nadie más; por eso el Cab.·. Rosa Cruz funda, en la potencia divina que lleva en sí mismo, su esperanza.

Por lo tanto, tú, hermano mío, aprende esto bien: en ti mis­mo está la esperanza de tu dicha; tienes las más valiosas herramientas para labrarla: tu músculo, tu cerebro, tu corazón, que debes conservar en plenitud de fortaleza y rectitud. Defiende tus herramientas ante todo y contra todo, nadie lo hará por ti. Tu cuerpo es el mecanismo que te permite disfrutar de la alegría, de la belleza y del bienestar de la vida; presérvalo, consérvalo, ámalo como a tu propia madre; sólo su equilibrio y fortaleza permiten que se manifieste tu propio espíritu, y nadie más que tú puede y debe cuidar de él. Iguales a ti, con los mismos atributos y los mismos dones, están ahí todos los hombres, nuestros hermanos, santuarios de Dios, partes del Dios Eterno, a quienes debemos honrar y amar.

CARIDAD

A la luz de nuestra doctrina se aviva y enaltece el fuego de la Caridad, para elevarle a una verdadera virtud. Sabemos desde nuestros primeros pasos en la vida masónica, que no hay virtud donde no hay lucha, o dicho en otros términos, donde no existe o no se realiza una enérgica función volitiva para dirigir nues­tros instintos y dominar nuestro destino, con el fin de crear en nuestro propio ser belleza y armonía, que debe ligarnos a la suprema Armonía.

En efecto, en el concepto vulgar de la caridad, esta es sólo un sentimiento afectivo y no una verdadera virtud; presupone siempre un superior frente a un inferior, y la idea de superiori­dad engendra un sentimiento de soberbia, incompatible con el amor en plenitud de acción constructiva. La soberbia debe ser ajena a un Cab.·. Rosa Cruz, no debe existir entre nosotros.

La Caridad verdadera exige de nosotros amar a todos nuestros semejantes como a nosotros mismos. Esta preclara regla no tiene sentido, si, antes de ocuparnos de nuestros semejantes, no deter­minamos primero el amor que nos debemos a nosotros mismos. Este amor tiene que ser sano, virtuoso, bien ponderado; a él tenemos que dedicar nuestros mejores esfuerzos para que en nues­tra personalidad se desarrollen armónicamente todas nuestras facultades bajo la dirección de nuestra razón. El hombre que así se ama a sí mismo, es el mejor preparado para amar a los demás, y, haciéndolo, se convertirá en un centro activo de donde irradien sobre sus semejantes, salud, alegría y prosperidad.

Para realizar la redención humana, hay que sentir los dolores de todos los hombres, compenetrarnos del sufrimiento de todos los esclavizados, sufrir el hambre de los que de todo carecen, como si fuera nuestro propio dolor, nuestro propio sufrimiento y nuestra propia hambre.

Vencer la desarmonía creada por los perversos a expensas de los ignorantes y de los débiles, tal es la meta de la cooperación consciente del Cab.·. Rosa Cruz.

Sigue: Misión Externa de los CCab.·. Rosa Cruz. Ver Liturgia.

DOCTRINA

(Esta debe conocerla el recipiendario antes de que sea ungido)

DOCT.·. M.·.—La instrucción que vamos a exponer, es una orientación apegada a la doctrina rosicruciana que cabe dentro de las del Rito E.·. A.·. A.·., y que se recomienda como un mé­todo de disciplina interna para el iniciado en el Grado de Rosa Cruz, ya que la creación de la Armonía o la Confraternidad Uni­versal, que es armonía suprema, es el ideal por excelencia a que aspira la Masonería Universal.

Tenéis la palabra, EXC.·. H.·. ORADOR.

ORADOR.—En verdad, cuando el significado de las cuatro iniciales I.N.R.I. es conocido y debidamente comprendido, cons­tituye la meta final del francmasón, y al revelarlo en el Sancta Sanctórum de este Templo es con la mira trascendental de que el recipiendario pueda convertirla en un hecho, en una realidad en el Sancta Sanctórum de su propio ser, y con igual finalidad pueda transmitirla, en su caso, a quien sea digno de recibirlo.

La Cruz, ya la tomemos de los monumentos de Egipto, Caldea, Siria, Indostán, Persia, América, etc., etc., como jeroglífico de los cuatro puntos cardinales, como manifestación de las cuatro esta­ciones, o en una palabra, de la Naturaleza: es un símbolo que significa vida, con sus características de desarrollo y evolución. La rosa que embalsama el ambiente con sus delicados perfumes, especialmente al amanecer, unida a la Cruz, nos da el más bello emblema del Grado Rosa Cruz, que simbólicamente puede ex­presarse así: el alba de la ETERNIDAD.

Y en efecto, la revelación que os vamos a hacer constituirá vuestra primera claridad en el amanecer de vuestra vida en los umbrales de la Eternidad. En los grados anteriores, al decirnos: Gnocete ipsum, se ha querido despertar vuestra curiosidad para instaros a que os conozcáis a vos mismo; ahora os vamos a decir donde estáis, para que allí podáis concentrar vuestros esfuerzos y descubráis vuestra propia personalidad.

(Se enciende la pantalla del Altar)

DOGT.·. M.·.—Allí tenéis las cuatro letras de fuego que encie­rran este concepto: I.N.R.I. (In Nobis Regnat Ile) (Se hace la traducción). Lo cual quiere decir que el ser Regulador se halla en todos los humanos, que Dios mora en cada uno de nosotros.

EXC.·. H.·. ORADOR, podéis continuar.

ORADOR.—A la luz de esta revelación, cuya trascendencia comprenderéis según vuestra propia evolución, como CCab.·. Rosa Cruz podríamos decir, en síntesis, que para nosotros la Cruz representa las manifestaciones de la energía, y la Rosa, el Ser Infinito Regulador. Por eso también, la Rosa Cruz nos simboliza al Hombre Consciente.

Ahora, como CCab.·. Rosa Cruz reflexionad profundamente en las palabras que os vamos a decir: Los Templos de Dios en la tierra son los cuerpos humanos, y en cada uno de ellos se en­cuentra, como una proyección Suya, un Maestro cuya mente está imbíbita en la mente cósmica, un Maestro cuya alma y cuya vida son alma y vida de Dios: “In Nobis Regnat Ile”. Mas el hombre en su ignorancia convierte ese sagrado recinto, su cuerpo, en un acto de la vanidad, de la superstición, del egoísmo y del odio, en una verdadera cámara de obscuridad y mentira. Por eso el Grado Rosa Cruz con sus enseñanzas y prácticas, tiende a entronizar en nuestro fuero interno a ese Maestro, porque es el único que nos puede gobernar en Sabiduría y Amor, en Armonía y Poder.

Así pues, en este grado encontraréis la actitud espiritual que os dirigirá hacia El; y por los grados anteriores, desde vuestros primeros pasos como aprendiz, sabéis que sólo la práctica de las virtudes morales y sociales, o sea la dominación consciente de  vuestros instintos, es el medio de haceros dignos de vivir en comunicación íntima con el Supremo Bien. Ahora, el trabajo en este grado intenta enseñaros a sintonizar vuestro yo con El; pero solamente lo lograréis si en la tarea ponéis toda vuestra voluntad  activa, toda la energía necesaria para realizar vuestro deseo, y si conseguís que vuestro pensamiento aprenda a concentrarse en lo  que le ordenéis cada vez. En tan ardua tarea trascendente, no deberéis dejaros desalentar por vuestras flaquezas, por vuestros fracasos y sí cada vez recomenzar el esfuerzo, sin cesar. En ésta constancia consiste el secreto del éxito y en el éxito está la posesión completa del fruto real de esta verdadera iniciación. Recor­darlo siempre.

Aquí y con estas enseñanzas ponemos, pues, a vuestro alcance la piedra filosofal que convierte en oro todo lo que toca. Poseéis ya un eco de la palabra perdida y queda encomendado a vuestro I propio esfuerzo: HALLARLA, COMPRENDERLA, HACERLA VUESTRA.

Así pues, emprended gallardamente la hermosa aventura del vivir, seguro de vuestro éxito, porque sois dueños del milagro de la Acción, que contiene en sí todo el poder del Omnisciente Ar­quitecto.

TODOS.—Así sea.

(Sigue la ceremonia de la Unción)

RITUAL DE LA CENA MÍSTICA

(No hay excusa para dejar de asistir). Se abren los trabajos y el Doct.·. M.·. dice:

DOCT.·. M.·. EEXC.·. y PP.·. CCAB.·. esta noche en que acontece el primer plenilunio de la primavera, de acuerdo con las tradiciones de las Ordenes Iniciáticas que nos han precedido, se  reúnen los CCab.·. Rosa Cruz, para sumar con profundo re­gocijo la integridad de su psiquis o Yo interno, a la naturaleza terrestre, a la vida de todo el planeta, que recibe en esta etapa del año ciertas corrientes magnéticas provenientes del sol y al­gunos otros astros, que excitan y despiertan nuevas fuerzas vitales y provocan el surgimiento de nuevos brotes, no sólo en el campo físico o material (la primavera), sino también, aunque invisible a nuestros ojos, en el campo espiritual.

Los CCab.·. Rosa Cruz dedican esta noche su pensamiento a honrar la memoria de los brotes más notables que ha tenido la humanidad, en sus Grandes Instructores o Iniciados, quienes a través de las edades, siempre han alumbrado el camino de los hombres; y, en el campo material, a compartir nuestro pan y nuestro vino, como prueba de que en esta dura tierra buscamos el Sendero.

DOCT.·. M.·.-EXC.·. H.·. ORADOR (o el Cab.·. designado previamente). Tenéis la palabra.

(El discurso forzosamente versará acerca de la vida, hechos y doctrina de los Grandes Iniciados y su influencia en la Humanidad. Se premiará al Orador con una salva de aplausos)

DOCT.·. M.·.-EEXC.·. y PP.·. CCAB.·. entre los Iniciados de Egipto y Caldea, como entre los Profetas y los Esenios el ágape fraternal marcaba el primer grado de la Iniciación. La comunión bajo la especie del pan, ese fruto de la espiga, signi­ficaba el conocimiento de los misterios de la vida terrestre, al mismo tiempo que el reparto de los bienes de la tierra y, por tanto, la unión perfecta de los HH.·. afiliados. En el grado superior, la comunión bajo la especie del vino, esa sangre de la vid pene­trada por el sol, significaba         la participación de los bienes celes­tiales, la participación en los misterios espirituales y en la ciencia divina. Así, pues, a semejanza de nuestros ilustres antepasados, como CCab.·. Rosa Cruz, HH.·. en el mismo ideal, pasemos a la sala de los Ágapes, a sellar una vez más nuestra íntima fraterni­dad, comiendo del mismo pan y bebiendo del mismo vino, llenos nuestros corazones de franca alegría, fruto de la felicidad indeci­bles que nos une.

(Da los golpes del Gr.·. Todos se ponen en pie. El Doct.·. M.·. se dirige a la Sala de Ágapes, seguido del Cap.·. de uno en uno, según su rango y antigüedad. De preferencia la cena se verificará en una terraza descubierta o cubierta, pero ampliamente abierta al Oriente.

El Ecónomo entregará a cada uno de los DDg.·. una caña de 6 a 7 pies de largo (bordones) que tomarán con la mano izquierda. De ser posible todos vestirán de gala, luciendo sus       condecoraciones. El acto no es de luto, sino de solemne regocijo. Entrando al Cenáculo, dan siete vueltas alrededor de la mesa. A la tercera, queda al Or.·. el Doct.·. M.·. A la cuarta, los VVig.·. al lado del Doct.·. A la quinta, los demás Dignatarios. A la sexta, los CCab.·. y a la séptima, los dos CCab.·. últimamente recibidos).

(La mesa para la cena estará cubierta con un man­tel blanco. En el Or.·. (o una cabecera de la mesa) se colocará un papel rojo triangular con la inicial en blanco de la P.·. S.·. una copa, vino y pan. A. Or.·. y al Occ.·. (o sea a las dos cabeceras de la mesa) se coloca­rán dos candelabros triangulares de siete luces con bujías rojas encendidas en el de Oriente y apagadas en el de Occidente. Se procurará que la mesa sea ancha, a fin de que quepan en cada uno de los extremos tres asientos; porque lo clásico sería que los asientos fueran divanes en los cuales cupieran tres HH.·. en cada uno, de manera que, alrededor de la mesa, formarán como grupos de tres HH.·. El Doct.·. M.·. designará previamente a siete HH.·. de preferencia a los Candidatos en las próximas elecciones o, en su defecto, a HH.·. de altos grados para que ocupen los asientos de Occ.·. presididos por el de mayor graduación.          Estos HH.·. serán los encargados de encender las luces del candelabro de Occ.·. en el orden que señale el que los presida y conforme lo vaya requi­riendo el Ritual).

Cuando todos los HH.·. estén convenientemente instalados (habiendo dejado los bordones), se verificará el acto de la cena. Cuando esta ha terminado, dice el:

DOCT.·. M.·.—EEXC.·. y PP.·. CCAB.·., habiendo sellado una vez más nuestro pacto, compartiendo nuestro pan y nuestro vino, es     propicia         la hora para dirigir nuestro pensamiento hacia las edades que nos han precedido, y admirar las luces que durante ellas han iluminado el camino de los hombres. Me refiero a nues­tros HH.·. mayores los Iniciados de todos los tiempos, las más espléndidas flores que ha creado el G.·. A.·. D.·. U.·. Tenéis la pal.·.

M.·. DE CER.·.—(Poniéndose de pie). El Primer Gran Ins­tructor de la raza aria de que tenemos memoria fue Rama, Pro­feta de los Vedas. Condujo a los arios a la conquista de Egipto, dominado antes por Instructores Negros Atlantes (los hijos de la Negra). Desde entonces Rama es el Mago Blanco frente al Mago Negro, de quien siempre resulta vencedor en los distintos lances de su perenne duelo. A él debemos los Signos del Zodíaco. Este fue el testamento del Patriarca de los Iniciados. Extraño libro, escrito con estrellas, en jeroglíficos celestes, en el firmamento sin fondo y sin límites! Al fijar los doce Signos del Zodíaco, Rama les atribuyó un triple sentido: el primero se relaciona con las in­fluencias del Sol en los doce meses del año; el segundo relataba en cierto modo su propia historia; y el tercero indicaba los me­dios ocultos de que se había valido para alcanzar al Inic.·.

Así fue Rama, cuando nos dejó (Apaga la bujía más baja de la izquierda del candelabro de Or.·. y se sienta.)

EL H.·. DESIGNADO EN OCC.·. (Poniéndose de pie).-Pero por siempre la luz brillará en sus Himnos Védicos. (Enciende la bujía más baja de la izquierda del cadelabro de Occ.·. y con­tinúa): “¡Oh Agny, Fuego Sagrado! ¡Fuego purificador! ¡Tú que duermes en el leño y subes en llamas brillantes sobre el Altar; tú eres el corazón del sacrificio, el vuelo osado de la plegaria, la chispa encendida en todas las cosas y el alma gloriosa del Sol!

(Se sienta)

EL TESORERO (Poniéndose de pie).—Los arios, conquistado­res de la raza pura, se encontraron en la India en presencia de razas muy mezcladas y muy inferiores.

Los reyes arios se decían descendientes del Sol, de una dinas­tía solar. Los reyes de la India se decían hijos de la Luna, de una dinastía lunar.

En la lucha entablada entre los hijos del Sol y los hijos de la Luna, entre los pandavas y los kurubas, los primeros fueron destronados y proscritos.

Desterrados se escondieron en los bosques entre los anacoretas con trajes de corteza de árbol y bastones de ermitaño. Pero del seno de esta nueva cofradía de anacoretas, debía salir más tarde la revolución sacerdotal que hizo de la India la más formidable de las teocracias. La victoria del poder espiritual sobre el poder temporal, del anacoreta sobre el rey, de donde naciera la potencia del Brahamanismo, fue lograda por un reformador de primer orden. Reconciliando los dos genios en lucha, el de la raza blanca y el de la raza negra, los cultos solares y los cultos lunares, ese hombre divino fue el verdadero creador de la religión nacional de la India. Además, con su doctrina, ese potente genio lanzó al mundo una idea nueva, de un alcance inmenso: la del Verbo di­vino, o de la divinidad encarnada y manifestada en el hombre.

Este primer Mesías, este H.·. mayor de los hijos de Dios, fue Krishna.

—Pero, ¡ay!, igualmente el Gran Krishna nos dejó.

(Apaga la bujía más baja de la derecha del cande­labro de Or.·. y se sienta)

EL H.·. DESIGNADO EN OCC.·. (Poniéndose de pie).—Pero la espléndida claridad con que iluminó las tinieblas interiores del hombre, permanece.

(Enciende la bujía más baja de la derecha del candelabro de Occ.·. y continúa: “Tú llevas en ti mismo un amigo, sublime que no conoces. Porque Dios reside en el interior de todo hombre, pero pocos saben encontrarle. El hombre que hace el sacrificio de sus deseos y de sus obras al Ser de donde proceden los prin­cipios de toda cosa y por quien el universo ha sido formado, ob­tiene por tal sacrificio la perfección. Porque quien encuentra en sí mismo su felicidad, su gozo, y en sí mismo también su luz, es uno con Dios, y sábelo: el alma que ha encontrado a Dios se libra del renacimiento y de la muerte, de la vejez y del dolor, y bebe el agua de la inmortalidad”.

(Se sienta)

SECRETARIO (Poniéndose de pie).—Desde la época aria, a través del período turbulento que siguió a los tiempos védicos hasta la conquista persa y la época alejandrina, es decir: durante un lapso de más de cinco mil años, Egipto fue la fortaleza de las puras y altas doctrinas cuyo conjunto constituye la ciencia de los principios, y que pudiera llamarse la ortodoxia esotérica de la antigüedad. El nombre de Hermes Toth, ese misterioso iniciador del Egipto en las doctrinas sagradas, se relaciona sin duda con una primera y pacífica mezcla de la raza blanca y de la raza negra en las regiones de Etiopía y del alto Egipto. Hermes es nombre genérico como Manú y Budha, pues designa a la vez, a un hom­bre, a una casta y a un dios. Como hombre, Hermes es el primero, el gran iniciador del Egipto; coma casta, es el sacerdote deposita­rio de las tradiciones ocultas; como dios, es el planeta Mercurio, asimilado con su esfera a una categoría de espíritus, de iniciado­res divinos; en una palabra: Hermes preside la región supra terrena de la Inic.·. celeste. En la economía espiritual del mundo, to­das esas cosas están ligadas por secretas afinidades como por un hilo invisible. El nombre de Hermes es un talismán que las resu­me, un sonido mágico que las evoca. De ahí su prestigio. Los griegos, discípulos de los egipcios, le llamaron Hermes Trismegisto o tres veces grande, porque era considerado como rey, le­gislador y sacerdote. La cronología egipcia de Manethón llama a su época el reino de los dioses.

Pero, ¡oh, HH.·. míos!, también Hermes Trismegisto nos aban­donó.

(Apaga la luz inmediata de la Izquierda del cande­labro de Or.·. y se sienta)

ElL H.·. DESIGNADO EN OCC.·. (Poniéndose de pie).— Pero la luz que atrajo del cielo para nosotros, brillará eternamente.

(Enciende la inmediata a la izquierda del candelabro de Occ.·. y continúa): “¡Oh, alma ciega! Ármate con antorchas de los Mis­terios, y en la noche terrestre, descubrirás tu Doble luminoso, tu alma celeste. Sigue a ese divino guía y que él sea tu Genio. Por­que él tiene la clave de tus existencias pasadas y futuras”.

“Escuchad en vosotros mismos, mirad en el Infinito del Espa­cio y del Tiempo. Allí se oye el canto de los Astros, la voz de los Números, la Armonía de las Esferas”.

“Cada Sol es un pensamiento de Dios, y cada Planeta un modo de este pensamiento. Para conocer el pensamiento divino ¡Oh almas! es para lo que bajáis y subís penosamente el camino de los 7 planetas y de sus 7 cielos”.

“¿Qué hacen los Astros? ¿Qué dicen los Números? ¿Qué rue­dan las Esferas? ¡Oh almas perdidas o salvadas!: ¡Ellos dicen, ellos cantan, ellas ruedan, vuestros destinos.”

(Se sienta)

ORADOR (Poniéndose en pie).—En la época a que hemos llegado, en el siglo XII A. C., el Asia se hundía en el culto de la materia. La India marchaba ya a grandes pasos hacia su deca­dencia. Un poderoso imperio se había levantado en las orillas del Éufrates y del Tigris. Babilonia, esa ciudad colosal y monstruo­sa, producía vértigos a los pueblos nómadas que merodeaban al­rededor. Ni derecho de gentes, ni respeto humano, ni principio religioso; sino la ambición personal sin freno: tal era la ley de los sucesores de Ninus y Semíramis.

¿Qué podía hacer Egipto contra el torrente invasor? Los Hycsos habían estado a punto de hacerlo desaparecer como foco civi­lizador. Transcurridos seis siglos, el ciclón persa, que sucedió al ciclón babilónico, por fin barrió con sus templos y sus Faraones. Sin embargo, dos pueblos de genio opuesto pudieron encender sus antorchas en sus santuarios; antorchas de rayos diversos; de los que una aclara las profundidades del cielo, mientras que la otra ilumina y transfigura la tierra: Israel y Grecia.

La importancia del pueblo de Israel para la Historia de la humanidad resalta a primera vista, por dos razones. La primera, es que representa al Monoteísmo; la segunda, es que dio naci­miento al Cristianismo. Ese pueblo forma así el eslabón necesa­rio entre el Oriente y el Occidente.

Moisés, iniciado egipcio y sacerdote de Osiris, fue incontesta­blemente el organizador del monoteísmo. Por él, ese principio hasta allí oculto bajo el triple velo de los misterios, salió del fondo del templo para entrar en el circulus de la historia.

Moisés tuvo la audacia de hacer del más alto principio de la iniciación el dogma único de una religión nacional, y la pruden­cia de no revelar sus consecuencias más que a un pequeño nú­mero de iniciados, imponiéndolo a la masa por el temor.

Así fue Moisés, el Profeta de Israel, quien se extinguió.

(Apaga la siguiente luz de la derecha del candelabro de Or.·. y se sienta)

EL H.·. DESIGNADO EN OCC.·. (Poniéndose de pie).—Pero la Ley Mosaica todavía sigue siendo la fuerza espiritual que alien­ta una de las razas humanas más fuertes que en el mundo existen.

(Enciende la siguiente luz de la derecha del candelabro de Occ.·. y continúa): “Las últimas palabras de Moisés fueron: “Vol­ved a Israel”. “Cuando el tiempo llegue, el Eterno os enviará un profeta como yo de entre vuestros HH.·. y pondrá su verbo en su boca y ese profeta os dirá todo lo que el Eterno haya ordena­do. Y a quien no escuche las palabras que os diga, el Eterno le pedirá cuentas”.

Después de estas palabras proféticas, Moisés entregó el espí­ritu. El Ángel Solar de la espada de fuego, que antes le había aparecido en el Sinaí, le esperaba. Él le llevó al seno profundo de la Isis celeste, a las ondas de esa luz que es la Esposa de Dios. Lejos de las regiones terrestres, atravesaron círculos de almas de creciente esplendor. Por fin, el Ángel del Señor le mostró un espíritu de maravillosa belleza y de una dulzura celeste, pero de tal radiación y de claridad tan fulgurante, que la suya propia no era más que una sombra al lado de ella. No llevaba él la espada del castigo, sino la palma del sacrificio y de la Victoria. Moisés comprendió que, aquél, terminaría su obra y conduciría a los hombres hacia el Padre, por el Poder del Eterno-Femenino, por la Gracia divina y por el Amor perfecto.

Entonces el Legislador se prosternó ante el Redentor, y Moisés adoró a Jesucristo.

(Se sienta)

SEG.·. VIG.·.(Poniéndose de pie).—Eran aún los tiempos de Moisés: cinco siglos antes de Homero, tres siglos antes de Cris­to. La India se hundía en su ciclo de tinieblas, y no ofrecía sino una sombra de su antiguo esplendor. Asiría tiranizaba al Asia, Egipto y sus Faraones aún resistían a la creciente descomposición Universal. Israel iba a levantar en el desierto el principio del Dios masculino y de la unidad divina. Grecia estaba profundamente dividida por la religión y por la política.

Pero tras la Grecia estaba Tracia salvaje y ruda; sin embargo, ¿por qué Tracia fue siempre considerada por los griegos como un país santo por excelencia, el país de la luz y la verdadera pa­tria de las Musas?… Tal vez, porque aquellas altas montañas tenían los más antiguos Santuarios de Kronos, de Zeus y de Ura­no… Lo cierto es, que en esta época había aparecido en Tracia un hombre joven de raza real y dotado de una seducción mara­villosa. Se decía que era hijo de una sacerdotisa de Apolo. Su voz tenía un encanto extraño. Hablaba de los dioses en un ritmo nuevo y parecía inspirado. Su blonda cabellera, orgullo de los Dorios, caía en ondas doradas sobre sus hombros y la música que fluía de sus labios prestaba un contorno suave y triste a su faz. Sus ojos, de un profundo azul, irradiaban fuerza, dulzura y magia.

Los feroces tracios evitaban su mirada; pero las mujeres ver­sadas en el arte de los encantos decían que aquellos ojos mezcla­ban, en su filtro azul, las flechas del sol con las caricias de la luna. Las mismas Bacantes, curiosas de su belleza, merodeaban a su alrededor como panteras amorosas, y sonreían a sus palabras incomprensibles.

De pronto, aquel joven, que llamaban el hijo de Apolo, des­apareció. Se dijo que había muerto. En realidad había huido se­cretamente a Samotracia, luego a Egipto, donde habla pedido asilo a los sacerdotes de Memphis. Después de a travesar sus Misterios, volvió al cabo de veinte años bajo un nombre de ini­ciación que había conquistado por sus pruebas y recibido de sus maestros. Se llamaba “Orfeo” o “Arpha”, lo que quiere decir: Aquel que cura por la luz.

El más viejo santuario de Júpiter se elevaba entonces sobre el monte Kaukaión. En otros tiempos sus hierofantes habían sido grandes pontífices. Desde la cumbre de aquella montaña, al abri­go de un golpe de mano, habían reinado sobre toda la Tracia, pero desde que las divinidades de abajo habían dominado, sus adeptos eran escasos, su templo estaba casi abandonado. Los sa­cerdotes del monte Kaukaión acogieron como a un salvador al iniciado de Egipto. Por su ciencia y por su entusiasmo, Orfeo arrastró tras sí a la mayor parte de los Tracios, transformó completamente el culto de Baco y subyugó a las Bacantes. Pronto su influencia penetró en todos los santuarios de Grecia. Él fue quien consagró la majestad de Zeus en Tracia, la de Apolo en Delfos, donde instituyó las bases del tribunal de los anfictiones, que llegó a ser la unidad social de Grecia. En fin: por la creación de los misterios, formó el alma religiosa de su patria.

De este modo Orfeo pudo ser pontífice de Tracia, gran sa­cerdote del Zeus Olímpico y, para los iniciados, el revelador del Dionysos celeste. Pero, terminada su ingente labor, Orfeo nos abandonó.

(Apaga la luz que sigue a la izquierda del candelabro de Or.·. y se sienta).

EL H.·. DESIGNADO EN OCC.·. (Poniéndose en pie).—Pero en los santuarios de Apolo que aún poseen la tradición Órfica, una tiesta misteriosa se celebra en el Equinoccio de la primave­ra…: Es el momento en que los narcisos florecen al lado de ¡a fuente Castalia. Los trípodes, las liras del Templo vibran por sí mismas y, dícese, que el Dios invisible vuelve del país de los Hiper­bóreos, sobre un carro tirado por cisnes. Entonces la gran sacer­dotisa vestida de Musa, coronada de laureles, la frente ceñida por cintas sagradas, canta sólo ante los iniciados el nacimiento de Orfeo, hijo de Apolo y de una de sus sacerdotisas. Ella invoca luego el alma de Orfeo, salvador de los hombres, soberano inmor­tal y tres veces coronado, en los infiernos, en la tierra y en el cielo: el que marcha con vina estrella en la frente por entre los astros y los dioses.

Entonces, escuchase la voz del Maestro al joven discípulo: “Repliégate hasta el fondo de ti mismo para elevarte al principio de las cosas, a la grande Tríada que resplandece en el Éter inmacu­lado. Consume tu cuerpo por el fuego de tu pensamiento; sal de la materia como la llama de la madera que ella devora. Enton­ces tu espíritu se lanzará en el puro éter de las Causas eternas, como el águila en el trono de Júpiter”.

“…Voy a revelarte el secreto de los mundos, el alma de la naturaleza, la esencia de Dios. Escucha por lo pronto al arcano. Un sólo ser reina en el cielo profundo y en el abismo de la tierra. Zeus tonante, Zeus etéreo. Él es el consejo profundo, el poderoso odio y el amor delicioso. El reina en la profundidad de la tierra, y en las alturas del cielo estrellado. Soplo de las cosas, fuego indó­mito, varón y hembra; un Rey, un Poder, un Dios, un Gran Maestro”.

“Júpiter es el Esposo y la Esposa divina, Hombre y Mujer, Padre y Madre. De su matrimonio sagrado, de sus eternos es­ponsales salen incesantemente el Fuego y el Agua, la Tierra y el Éter, la Noche y el Día, los fieros titanes, los Dioses inmutables y la semilla flotante de los hombres”. “.. .y así, Orfeo, a través de las edades aún nos sigue revelando los arcanos más profun­dos. .. por eso vuelvo a encender su Luz”.

(Enciende la luz que sigue a la izquierda del candelabro de Or.·. y se sienta).

PR.·. VIGILANTE (Poniéndose en pie).—Sin embargo, aque­lla Grecia de Orfeo que tenía por intelecto una doctrina guar­dada en los templos; por alma una religión plástica, y por cuerpo un alto tribunal de justicia centralizado en Delfos, aquella Gre­cia comenzaba a decaer: los misterios mismos comenzaban a corromperse, cuando Pitágoras nació entre 592 y 572 A. de C.; es decir, en ese VI siglo que vio a Gautama el Budha, a Zoroastro, a Confucio y a Lao-Tsé, formar con nuestro Maestro de Samos una péntada esplendorosa de super hombres, semi-dioses o “Daimones”, para emplear el término caro a los discípulos de este último.

De larga cabellera aún y vestido de púrpura, Pitágoras adoles­cente participa en los juegos de la 48 Olimpiada y conquista en pugilatos de “peso completo” adulto, la inestimable rama de olivo. Después parte en largos viajes. Su estancia en Egipto y su Inic.·. en los Grandes Misterios están confirmados por todas las fuentes, así como que sus estudios y peregrinaciones duraron muy largo tiempo, ya que contaba más de cincuenta años cuando volvió a Samos. El éxito de sus lecciones, le atrajo una multitud creciente de adeptos y también la enemistad del tirano Policrato, quien lo obliga a desterrarse, dirigiéndose a Crotona, Italia, donde se establece definitivamente.

Desde esta pequeña ciudad de la parte sur de Italia, denomi­nada entonces la ‘Gran Grecia”, Pitágoras irradió la imperece­dera luz de su doctrina.

La influencia del Pitagorismo en el mundo antiguo fue pro­digiosa, así como también en el subsecuente desarrollo del pen­samiento europeo. Y aunque son escasas las referencias históri­cas acerca de la doctrina directa o personal del Maestro, sin embargo, a través del Yiero-Logos y de algunos datos relativos a su enseñanza, así como a través de Platón y de todos los Pitagó­ricos, se le percibe en toda su grandeza, en toda su trascendencia, única para los masones.

En efecto, Pitágoras aparece como el Primer Hierofante de los Misterios Masónicos, tales como los adivinamos en los pro­fundos y lejanos asertos de nuestros despojados Rituales…

Podemos afirmar en realidad de verdad, que toda nuestra doctrina con su filosofía y su ropaje: nuestros números, nuestros símbolos geométricos, nuestros signos sagrados, nuestro sigilo, nuestras ceremonias, nuestras tradiciones y nuestras concepciones del hombre y del Universo, fueron balbucidos por los labios o rubricados por las actitudes de nuestro Maestro de Samos y Crotona, el Gran Pitágoras, Instructor y Guía de los Masones.

Pitágoras fue el primero que aplicó al universo percibido la denominación de Cosmos, con el significado de “Orden”. De él son también los principales apotegmas con que nos enorgullece­mos: Ordo ab Chao, “Del Caos, por la creación, nace el Orden”, “Conócete a ti mismo”; “Como es arriba es abajo”, etc.

Pitágoras enseñó en el campo espiritual, que las almas están sometidas a rencarnaciones sucesivas, hasta que, durante el curso de esta sucesión de ciclos de vida, logran la liberación por su esfuerzo propio.

En el campo que llamaremos de la enciclopedia o del saber humano, de la ciencia y de la filosofía de la vida, Pitágoras apa­rece en el pináculo del origen de todos esos conocimientos, tales como los concebimos y los amamos nosotros los occidentales: sa­jones, galos, latinos, hispano-americanos, etc.

Por eso, ¡Oh Masones leales del mundo entero!, no olvidemos jamás que Pitágoras, nuestro Maestro, murió entre 570 y 480 A. de C.

(Apaga la siguiente luz de la derecha del candelabro de Oriente y se sienta)

EL H.·. DESIGNADO EN OCCIDENTE (Poniéndose de pie). —Pero la luz imperecedera de su doctrina brillará eternamente en nuestros Templos y Logias y más allá, en el mundo entero.

(Enciende la siguiente luz de la derecha del candelabro de Occ.·. y continúa): Escuchad y oiréis aún la voz del Maestro.

“Cómo pintar la llegada de un alma pura a un mundo pro­pio de ella… La tierra ha desaparecido como una pesadilla. Un sueño nuevo, un desvanecimiento delicioso la envuelve como una caricia. Ella no ve más que a su guía alado que la lleva con la rapidez del relámpago por las profundidades del espacio. ¿Qué decir de su despertar en los valles de un astro etéreo, sin atmós­fera elemental, donde todo, montaña, flores, vegetación, está formado en una naturaleza exquisita, sensible y parlante? Qué decir, sobre todo, de esas formas luminosas hombres y mujeres, que lo rodean en sagrado grupo para iniciarle en el misterio de su nueva vida? ¿Son dioses o diosas? No; son almas como ella, y la maravilla es que su pensamiento íntimo florece sobre su semblante, que la ternura, el amor, el deseo o el temor irradian a través de aquellos cuerpos diáfanos en una gama de coloracio­nes luminosas.

Aquí, cuerpos y rostros no son ya las caretas del alma, sino que el alma transparente aparece en su forma verdadera y brilla en plena luz de su verdad pura. Psiquis ha vuelto a encontrar su divina patria. Porque la luz secreta donde se baña, que emana de ella misma y a ella vuelve en la sonrisa de los seres amados, esa luz de felicidad… es el alma del mundo. . . y en ella siente la presencia de Dios.

“Ahora ya no hay obstáculos; ella amará, sabrá, vivirá sin otro límite que su propia capacidad, su propio vuelo… Luego, temblorosa, se lanzará a la luz de arriba, al llamamiento de los Enviados, de aquellos que se llaman dioses porque han escapado del círculo de las generaciones. Conducida por esas inteligencias sublimes, tratará de deletrear el gran poema del Verbo oculto, de comprender lo que pueda distinguir de la sinfonía del uni­verso… Y cuando vuelva azorada de esos viajes deslumbrado­res, oirá de lejos la llamada de las voces amadas y volverá a caer en las playas doradas de su astro bajo el velo rosado de un sueño ondulante lleno de formas blancas, de perfumes y de melodía”. Tal es la vida celeste, según nuestro Gran Maestro.

(Se sienta)

DOCT.·. M.·. (Poniéndose de pie).—Así llegamos a los tiem­pos de Jesús de Nazaret. A pesar del esfuerzo de los iniciados, la tiranía y la disolución de las clases dirigentes había conducido en Asia, en África y en Europa a un desastre de la civilización, Todos tenemos fresca en la memoria la historia y la doctrina de Cristo, porque varias Iglesias Cristianas militantes se disputan, ante la indiferencia de las clases cultas del mundo, el derecho de exclusividad en la propaganda de su religión; por eso me absten­dré de esbozarla y tan sólo haré notar que el Cristo predicó la doctrina del Verbo divino, ya enseñado por Krishna en la India, por los sacerdotes de Osiris en Egipto, por Orfeo y Pitágoras en la Grecia, y conocida entre los profetas por el nombre de Misterio del Hijo del Hombre y del Hijo de Dios; y que esta enseñanza fue proclamada por el Cristo a través, a trasluz de su tónica o idiosincrasia personal (como han hecho todos los iniciados), que fue el Amor hacia la humanidad, sintetizada en su famoso manda­miento: “Amaos los unos a los otros”. Pero Jesús el Cristo, el dulcísimo Señor del Amor, también murió.

(Apaga la última luz del candelabro de Oriente y se sienta)

El H.·. DESIGNADO EN OCCIDENTE (Poniéndose de pie). —Sin embargo, la luz del cristianismo alumbra aún los senderos de la humanidad en Occidente; y el Sermón de la Montaña per­manecerá como antorcha internacional y humana, como lo son y permanecen las enseñanzas de cada uno de los grandes ini­ciados del pasado y del porvenir, en el cósmico lampadario que a través de las edades, el G.·. A.·. ha venido encendiendo, para mostrar el sendero de retorno a los hombres.

(Enciende la última luz del candelabro de Occidente y continúa):

viendo Jesús las multitudes, subió a un monte y desde él les enseñó diciendo:

“Bienaventurados los pobres de espíritu; porque de ellos es él reino de los cielos”. “Bienaventurados los tristes, porque ellos serán consolados”. “Bienaventurados los mansos; porque ellos re­cibirán la tierra por heredad”. “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de Justicia; porque ellos serán hartos”. “Bienaven­turados los de limpio corazón; porque ellos verán a Dios”… “Oísteis que fue dicho a los antiguos: Ojo por Ojo y Diente por Diente. Mas yo os digo: No resistáis al mal; antes a cualquiera que te hiere en la mejilla derecha, vuélvele también la otra”. “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo; y aborrecerás a tu enemigo. Yo pues os digo: Amad a vuestros enemigos; Bendecid a los que os maldicen; Haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os calumnian y os persiguen”. “Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los Cielos; que hace que su Sol salga sobre los malos y buenos; y llueva sobre justos e injustos: Sed pues vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los Cielos, es perfecto”. “No juzguéis para que tampoco seáis juzgados; y con la medida que midiereis seréis medidos”. “¿Por qué miráis la arista en el ojo de vuestro hermano y no miráis la viga que tiene el vuestro?” “No deis lo santo a los perros; ni echéis margaritas a los cerdos; porque no las despedacen con sus hocicos y se vuelvan y os despedacen”. “Pedid y se os dará. Buscad y hallaréis. Llamad y se os abrirá”. Así que todas las cosas que queráis que los hom­bres hicieren con vosotros, así también haced vosotros con ellos: Porque esta es la Ley y los Profetas”.

(Se sienta)

DOCT.·. MAESTRO (Poniéndose de pie da: 000000 0 y to­dos lo imitan). Regocijémonos. EEXC.·. y PP.·. CC.·. Regocijé­monos, porque en Occidente se conservan encendidas las luces de nuestros Grandes Maestros.

Para terminar esta Cer.·. nosotros los Masones Libres del mundo entero, debemos recordar que, si los cristianos de todas las sectas afirman que el alma de la civilización actual es su religión, nosotros podemos demostrar que no solamente el alma, sino que todo lo que constituye la totalidad íntegra de nuestra actual civilización, de nuestra cultura y progreso presentes, son frutos indiscutibles de las enseñanzas enciclopédicas y de la doc­trina espiritual de nuestro Maestro Pitágoras: El plantó la si­miente de todas las ciencias, matemáticas, físicas, biológicas y so­ciales de nuestros días. Muy distinto de lo que es, sería el mundo occidental, si sólo hubiese sido guiado por las enseñanzas de los católicos, por ejemplo, cuyo exclusivo tipo de civilización pudo imponerse y dar de sí todo lo que podía, durante la era medioeval.

El Pitagorismo salvó al mundo de la época medioeval, y el Pitagorismo es el que ha imprimido a los hombres de hoy el amor a las cosas de la tierra; les ha enseñado a obtener los opi­mos frutos del esfuerzo humano en los vastos campos terrestres, y ha suprimido con su sabiduría y su belleza y con su optimismo las tristes lobregueces del ascetismo de los católicos y la intole­rancia de las distintas iglesias que se dicen herederas de Jesús de Nazaret.

Pues, como os podéis dar cuenta EEXC.·. y PP.·. CC.·., el sempiterno “Duelo de los Magos” continúa: y tal parece que los contendientes actuales son el catolicismo y el pitagorismo. ¿Cuál de los dos es el Blanco, cuál el hijo de la Negra?

Cuando el catolicismo dispuso del poder, lo empleó para esta­blecer el Tribunal del Santo Oficio y la Inquisición; mientras que el pitagorismo, siempre ha procurado mejorar el bienestar humano, fomentando el adelanto de todas las ciencias y las artes teóricas y aplicadas, y creando la portentosa técnica de nuestros días.

Por lo demás, y desde el punto de vista exclusivamente espi­ritual, los hombres siempre han dispuesto de dos vías para acer­carse al G.·. A.·. La vía del Misticismo y la vía del Ocultismo. Son representativos de estas dos vías en nuestra civilización occi­dental; por la primera, tal vez el cristianismo y sus distintas sec­tas; y por la segunda, el Pitagorismo en cuya prolija descenden­cia se cuentan desde las academias y universidades, hasta cada uno de los sabios y hombres de estudio y de investigación del mundo entero; sin omitir la Orden de los Franc-Masones, legitima heredera del Maestro de Samos y la única, cuyos miembros bus can su evolución por la vía del Ocultismo.

¡¡Hosanna a todos los Grandes Iniciados de la humanidad!!

¡¡Hosanna a Pitágoras, Padre y Maestro de los Franc-Masonesl!

TODOS.-¡HOSANNA, HOSANNA, HOSANNA!!

(Se quema la Pla.·. Sag.·., se corre el Saco de Benef.·. se exige el Juramento de secreto y se suspende la Asamblea)