GRADO DECIMO SÉPTIMO

MASON DE ORIENTE Y OCCIDENTE

DECORACION DEL GRAN CAPITULO

Es el de los ESENIOS, y estará vestido de rojo con estrellas de oro Debajo del solio de Oriente, Un Arco Iris que abraza dos hemisferios. Sobre éste, un Sol transparen­te que se descubre a su tiempo. A la derecha de Oriente un cuadro que figura las deliciosas márgenes del lago Méris, que habitaban los Esenios; del otro lado una Luna en­sangrentada cubierta también con un velo.

El Cuerpo de la Cámara presentará siete columnas que le dan forma de heptágono. En la de la izquierda de la en­trada de Oriente se pondrá este letrero: AMA A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS; y en la de la derecha: AMA A TU PROJIMO COMO A TI MISMO. La que está en el centro de Occidente dirá: ENTRE NOSOTROS NO HAY PRIMERO NI ULTIMO. La que le sigue a la derecha: TODOS SOMOS IGUALES; y la que está a la izquierda: TODOS SOMOS HERMANOS. La del Norte: NO CONSIENTAS QUE TE LUMEN MAESTRO; y la del Mediodía: CON LA VARA QUE MIDAS SERAS MEDIDO.

En el centro el Ara con lo de costumbre, y una túnica ensangrentada que se mostrará a su tiempo. En el frente del Ara este lema en caracteres de oro: GLORIA A DIOS Y AMOR A NUESTROS HERMANOS. Un gran vaso de abluciones con toallas, en la parte interior de la puerta de Oc­cidente.

El Doctísimo Maestro se nombra RESPETABLE HERMA­NO.

El Guarda de la Torre, CELADOR.

todos, VENERABLES HERMANOS.

El candidato se llama PEREGRINO.

Las insignias son: banda blanca que se lleva al cuello y sostiene la alhaja, la cual es una medalla de oro y nácar, de figura de heptágono, que presenta de un lado el Arco Iris abrazando a los dos hemisferios, y del otro el Sol y la Luna, Mandil de color aurora con los siete del Arco Iris en la solapa.

PRELIMINARES DE LA APERTURA

Así que todos ocupan sus puestos, el Respetable Her­mano da un golpe y dice:

Res.·. H.·. — Venerables hermanos: mi intención es abrir la Cámara de Oriente y Occidente y os doy gracias por vuestra asistencia.

¡Cercioráos, Venerable hermano Primer Gran Vigilante, de que ningún hermano sufre o anda extraviado en los alrededores!

Pr.·. Gr.·. Vig.·. — ¡Venerable hermano, Segundo Gran Vigilante, inquirid si algún hermano necesita de nosotros, y haced colocar atalayas, para que si divisan algún pere­grino extraviado, le conduzcan a nuestra presencia y divi­damos con él lo que el Gran Arquitecto del Universo nos ha concedido!

Seg.·. Gr.·. Vig.·. — Venerable Hermano Celador, cum­plid vuestra misión.

Cerciorado de la seguridad de la Cámara, dice el

Celador — ¡En todas partes reina la tranquilidad, la paz y la concordia, y las atalayas cubren las alturas!

Seg.·. Gr.·. Vig.·. — Podemos proceder, Venerable Her­mano Primer Gran Vigilante.

Pr.·. Gr.·. Vig.·. — Respetable Hermano, están tomadas todas las providencias, y cada uno pronto a servir a sus hermanos.

Resp.·. H.·. — Gracias, hermano mío, ¿Cuál es vuestro deber ahora?

Pr.·. Gr.·. Vig.·. — Oír en secreto lo que no debe decir­se en público.

Resp.·. H.·. — ¡Venerables hermanos Primero y Segundo Grandes Vigilantes, recorred vuestros Valles y dad cuenta de lo que juzguéis conveniente!

Lo ejecutan, pidiendo las palabras a todos, y vueltos a sus tronos, da un golpe y dice el

Seg.·. Gr.·. Vig.·. — ¡No hay novedad en mi Valle, Vene­rable Hermano!

Pr.·. Gr.·. Vig.·. — ¡Todo está justo y perfecto, Respeta­ble Hermano!

Da un golpe.

Da otro golpe y dice el

Resp.·. H.·. — ¡Vistamos nuestros distintivos para cono­cernos en los trabajos!

APERTURA DE LA CAMARA

Una vez condecorados, da un golpe y dice el

Resp.·. H.·. — Venerable hermano Primer Gran Vigilan­te, ¿para qué nos reunimos?

Pr.·. Gr.·. Vig.·. — Para aguardar en silencio la salida del Sol, entonar cánticos de alabanza al que lo creó, y aprovechar su luz paría cumplir nuestros deberes.

Resp.·. H.·. — ¿Cuáles son esos deberes?

Pr.·. Gr.·. Vig.·. — Comunicarnos nuestras impresiones, sentimientos e ideas acerca de cuanto física y moralmente nos interesa, para marchar por el camino de la perfección y asegu­rar la dicha de todos los hombres nuestros hermanos.

Resp.·. H.·. —- ¿Y de qué modo lo conseguiremos?

Pr.·. Gr.·. Vig.·. — Discutiendo el pro y el contra de cuanto se ha hecho y pueda hacerse.

Resp.·. H.·. — ¿Y con qué derecho nos reunimos?

Pr.·. Gr.·. Vig.·. — Con el de todo hombre libre.

Resp.·. H.·. — ¡Pues si es así, proclamemos el DERECHO DE REUNION, y probemos al mundo que el Pueblo que no lo posee es un pueblo de esclavos, y no un Pueblo Soberano!

¿A qué hora principian nuestros trabajos, Venerable her­mano Segundo Gran Vigilante?

Seg.·. Gr.·. Vig.·. — Al salir el Sol, Respetable Hermano.

El M.·. de C.·. corre la cortina que oculta el transparente y se descubre el Sol.

Resp.·. H.·. — ¿Qué hora es, Venerable hermano Primer Gran Vigilante?

Pr.·. Gr.·. Vig.·. — El Sol aparece en el horizonte.

Resp.·. H.·. — ¡Venerables hermanos Primero y Segundo Grandes Vigilantes, anunciad que llegó la hora de comenzar los trabajos.

Pr.·. Gr.·. Vig.·. — ¡Venerables Hermanos Segundo Gran Vigilante y demás de mi Valle; llega la hora de comenzar los trabajos!

Seg.·. Gr.·. Vig.·. — ¡Venerables hermanos de mi Valle: llega la hora de comenzar nuestros trabajos!

¡Anunciado, Venerable Hermano Primer Gran Vigilante!

Da Un golpe.

Pr.·. Gr.·. Vig.·. — ¡Anunciado, Respetable Hermano!

Da otro.

El Respetable Hermano da ocho golpes por uno y sie­te que repiten los Grandes Vigilantes, y dice:

Resp.·. H.·. — ¡En pie y al orden, Venerables Hermanos!

Todos lo ejecutan.

ORACION

¡Oh tú Gran Arquitecto del Universo, Padre universal de lo creado! ¡Tus hijos te glorifican y se humillan en tu presen­cia! ¡Errantes, perseguidos, setenta veces siete años hace hoy que habitan el desierto para arrepentirse de sus culpáis, vivir en comunidad, purificarse, adorarte y pedirte se cumpla tu voluntad en la Tierra y en el Cielo! ¡Fue el tiempo de prueba que nos impusiste, y ya el día de la redención está cercano! ¡Salva, oh Padre, a los demás hombres del pecado de los odios que los divide y haz que practiquen la virtud y sean justos entre sí, y logren como nosotros el derecho inapreciable que les diste al llamarlos hijos tuyos! ¡Apresura el reinado de la Luz de la Verdad, y que tu voz que habla en este desierto a nuestra conciencia, comunique su elocuencia a los que parten de nuestra selva para proclamarla y enseñarla des­de las riberas del Jordán al mundo entero! ¡Que los discípulos de Juan y cuantos se purifican en aquellas aguas bendecidas, libren al mundo de la esclavitud y abyección a que le han reducido los Alejandros y Césares, los tiranos de Oriente y Occidente, la ASTUCIA de los fanáticos y la HIPOCRESIA de tus falsos ministros! ¡Que el IRIS de la paz que enviaste a Noé descienda del Cielo a la Tierra y enlace a ambos hemis­ferios, para que sólo la LEY MORAL que grabaste en los cora­zones rija a tus hijos, a todos nuestros hermanos!

Todos. — ¡Así sea!

Resp.·. H.·. — A la G.·., etc., declaro abiertos los traba­jos del GRAN CAPITULO de los MASONES DE ORIENTE Y OCCIDENTE.

¡A mí, hermanos míos!

Signo y Batería con las palabras, GLORIA AL G.·. A.·. D.·. U. . Y AMOR A NUESTROS HERMANOS.

Resp.·. H.·.—¡Sentáos, hermanos!

Todos lo ejecutan.

En seguida se anuncia, lee y sanciona ¡a columna grabada de la sesión anterior. Se despachan los negocios de familia, se proponen y votan los candidatos, se recibe a los Visitadores, y se les consulta acerca de aquéllos.

INICIACION DE LOS CANDIDATOS

El Gran Maestro de Ceremonias sale, y toca con los aspirantes como Príncipe de Jerusalem. El Celador no contesta, pero dice:

Celador. — ¡Venerable hermano Segundo Gran Vigilante, un peregrino pide entrada!

Seg.·. Gr.·. Vig.·. — Venerable hermano Primer Gran Vi­gilante, ¿habéis oído?

Pr.·. Gr.·. Vig.·. — ¡Respetable Hermano, un peregrino pide entrada!

Resp.·. H.·. — ¡Concedédsela, Venerable hermano!

Pr.·. Gr.·. Vig.·. — Que entre, Venerable hermano Segun­do Gran Vigilante.

Seg.·. Gr.·. Vig.·. — ¡Dadle paso, Venerable hermano Ce­lador!

El Gran Maestro de Ceremonias entra con los graduados. saluda y dice:

Gr.·. M.·. de Cer.·. — ¡Respetable hermano! Los Prínci­pes de Jerusalen que tengo la dicha de presentaros, caídos del poder desde que Roma se enseñoreó de la Judea y le en­vió sus Procónsules, andan peregrinando en busca de un país en que se respeten los Derechos del hombre. ¡No le han hallado en el mundo entero! ¡En vano los sabios y los justos lo proclaman, pues temerosos los falsos Ministros del Eterno de que se descubran las arterias con que engañan a los ignorantes, los persiguen, los llaman impíos, y les suponen los crímenes más odiosos, para que los jueces los condenen, y como a Sócrates, les hagan beber la cicuta; y los déspotas que ven el fin de su reinado envían sus verdugos para que como a Cicerón les corten la cabeza!

Resp.·. H.·. — ¡Que la voluntad de Dios se cumpla en la Tierra como en el Cielo! ¡El tiempo de la redención está cercano, y debemos sufrir con valor las últimas pruebas!

¡Sentáos, hermanos míos!

Se coloca a los candidatos entre los Valles, y luego les dice el:

Resp.·. H.·. — Amados hermanos, desde la espantosa guerra civil que estalló a la muerte del Gran Salomón y des­truyó las doce tribus de Israel, fatigados de la tiranía de los que le sucedieron en el mando, la mayor parte de los Masones se acogió a los desiertos. Unos se retiraron para vivir cono anacoretas en la costa occidental del Mar Muer­to, y se llaman Terapeutas. Allí, lejos de toda relación con los demás hombres, lloran sus miserias, y algunos se de­dican como los antiguos Magos a la Astronomía; pero su vida solitaria, ascética y contemplativa, no ha producido nin­gún bien, porque el hombre se aísla; en vez de adelantar, retrocede, y su talento se pierde como la virtud de una planta desconocida.

La inteligencia necesita, para desarrollarse, de la ASO­CIACION. Es preciso que cada persona comunique sus ideas a las demás, y que de la discusión, o por el mutuo contacto de sus pensamientos diferentes, se desprenda el rayo de Luz que da a conocer la VERDAD y la hace fructuosa. Si uno solo pudiera hallarla, no sería Hombre, sería Dios; pero los que tratan de engañar e impedir todo Progreso, se dicen ministros suyos, y maldicen y castigan de muerte al que patentiza su descaro. ¡Dios nos habla a todos en lo íntimo de la Concien­cia y por los mil clarines de la Creación! ¡Todos somos hijos suyos, todos hermanos!

Los otros Masones, en cuyo número nos encontramos los! ESENIOS, huimos como los Terapeutas de la vigilancia suspicaz de los ambiciosos y fanáticos, y nos acogimos a las deliciosas márgenes de este lago Méris, en las que hemos fundado una sociedad que sólo obedece a la Ley Moral cuyos axiomas leeréis en las siete columnas que nos rodean. Aquí reunidos estudiamos en común la Naturaleza y los principios eternos del Deber y del Derecho, y compartimos nuestros bie­nes con los hombres virtuosos que no tienen resolución bas­tante para luchar contra las persecuciones de los que pueblan lo que se llama mundo civilizado. Todo lo que poseemos está a la disposición de nuestros visitadores, pues para nosotros no hay nacionalidades ni extranjeros: queremos que Oriente y Occidente se fundan en un mismo pueblo, en una sola familia de hermanos. Los más animosos, instruidos en los puros principios de la Moral, van a proclamarlos al resto de los mortales: Confucio en la China, Buda en la India, Pitágoras en Italia, han salido de nuestro seno o aprendido de nuestros afiliados. Menos felices que ellos, otros han sucumbido a manos de los déspotas, y hoy lloramos la muerte de Juan, el hijo de Zacarías, que el mundo llama el BAUTISTA. Su cabeza ha rodado por orden de Herodes Antipas a los pies de la bailarina Salomé.

Venerable hermano Gran Maestro de Ceremonias, acom­pañadlos en su primer viaje; mostradles nuestras columnas para que lean los principios que nos rigen, y enseñadles la túnica ensangrentada del Bautista que murió por defenderlos.

El Gran Maestro de Ceremonias les da una vuelta, les hace leer en voz alta los letreros de las columnas, y luego despliega ante su vista la túnica sangrienta que está doblada sobre el Ara.

Resp.·. H.·. — ¡Ved, hermanos míos, la suerte que reser­van los tiranos a los que dicen, la VERDAD y no se ven­den! ¡Nadie en la tierra ha podido creer culpable al Hijo de Zacarías. Pero una mujer adúltera quería vengarse, y el dés­pota incestuoso le hizo prender porque les aconsejó que mudasen de conducta y se arrepintieran, para no insultar al mundo y para que les fuera dado alcanzar el reino de los cielos. ¡El que hollaba todas las leyes del honor, ale­gando que el mártir era sospechoso porque reunía al Pue­blo, y le encerró en el castillo de Mockera, se excusa del asesinato diciendo que había dado su palabra de otorgar a la hija de Herodías lo que le pidiera! ¡Desgraciadas las na­ciones en que así puede un hombre disponer de la libertad y de la vida de los otros!

¡Sentáos, hermanos!

Se recoge la túnica y vuelven a sus puestos.

INTERROGATORIO

¿Cómo haréis, hermano Peregrino, para salvar a esas naciones de tanto envilecimiento?

Responde el preguntado.

Resp.·. H.·. — ¿Cuál es para vos, hermano, la ley funda­mental de la LIBERTAD, y sin la cual la SOBERANIA DEL PUEBLO es un nombre vano?

Así que responde, dirá el

Resp.·. H.·. — La que proclama el DERECHO DE REU­NION. Bien entendido que se trata del derecho de reunirse tranquilamente, sin armas ni aparatos de guerra, para ins­truirse unos a otros, servirse en sus necesidades, ayudarse en sus empresas, discutir sus intereses y redactar peticiones a la autoridad constituida, sin excesos de ninguna especie, ni turbar la tranquilidad pública, ni ofender las buenas cos­tumbres. Si el Pueblo es SOBERANO, y si cada uno de los que lo componen ha de conocer sus deberes y derechos, para que no viva a merced de los más ambiciosos y suspicaces, debemos educarle, y para educarle es necesario reunirle.

En esas juntas oirá, aprenderá a juzgar, y dará su voto, aumentando así la suma de inteligencia que engrandece a las naciones, y habituándose a pesar con prudencia el lado favorable y el adverso de las cosas, verá las necesidades políticas que le aquejan. ¡Todas las clases que lo constituyen ejercitarán de este modo sus facultades adormecidas; reani­marán su actividad, adquirirán la aptitud que requiere la decisión de los negocios, y no se dejarán arrastrar por impostores como se observa en los que no se han habituado a esta gimnástica de la Razón, a esta lucha de sentimientos e intereses! que fortifica el juicio y le permite distinguir la VERDAD de la MENTIRA!

¿De qué valen las leyes más racionales, sabias y justas, si las masas ignoran su fundamento? ¡Los déspotas gozan al ver que éstas viven su vida animal, y que acostumbradas a vivir en el dolor, el sufrir menos es ya un goce para ellas; prever, un imposible; defenderse, un trabajo! ¡Así duerme la inteligencia en la tranquilidad de los esclavos! ¡Si se le­vantan de improviso al grito de la Verdad y si dan algunos pasos con brío, como no alcanzan el arte de sus dominadores, imaginan que todo lo han hecho porque sus verdugos se eclipsan, y vuelven a dormitar en el sueño de lo pasado o retroceden de espanto ante la grandeza de la obra! La VER­DAD no reinará en la Tierra mientras sus apóstoles no reúnan aquellas masas y les inculquen sus principios, enseñándoles a apreciarlos y a discutirlos. ¡Confían en que los siguen, y creen que están aptas para la Libertad porque se estremecen bajo las cadenas y abren sus brazos al que les ofrece destro­zarlas! ¡Ignoran que esas masas no tienen voluntad propia, y que si en la sacudida del dolor se rebelan desesperadas, es para destruirlo todo, embriagarse un momento con la san­gre de sus opresores y volver al letargo de la servidumbre! Si queréis que haya PUEBLO, educadle; y si queréis que se eduque, reunidle y enseñadle a pensar, a discutir y a no contar con más que su propio buen sentido para comprender la Ley lo que hay que saber obedecer apreciando su justicia, sin necesidad de celadores, esbirros ni verdugos asalariados.

¿Cuál es, hermano Peregrino, la causa de la división que reina, no sólo entre los ciudadanos de una nación con respecto a los de otra, sino entre los de las provincias, y aún entre los de los pueblos más inmediatos?

Respuesta. — El que no gozan del DERECHO DE REU­NION, y se les aísla, no sólo de los de afuera, sino de los ve­cinos. ¡Privados con la secuestración y el espionaje, del único medio universal de instruirse, las alas del Pensamiento se paralizan, la conciencia de la Dignidad se evapora, y crédu­los, supersticiosos, creen las palabras del astuto que excita su orgullo hasta hacerles creer que valen más que los otros pueblos, provincias o naciones, cuando, nulos como hombres, se diferencian de las bestias en que éstas tienen instintos para amarse y defenderse, y ellos un corazón para odiarse y una inteligencia para destruirse! Fundada la educación que se les da en el terror, se turban a solas porque temen y no aman al Creador que los aflige durante la vida en este Valle de Lágrimas y los amenaza con el castigo eterno si un instante se atreven a seguir su libre albedrío, y tiemblan en público por el temor a la ley que para protegerlos los esclaviza en todos sus actos. ¡Precipítanse en la abyección y ya no obe­decen; ceden al rigor como el animal que el arriero azota!

Si por ventura es un pueblo industrioso y comercial, y por consecuencia acostumbrado a luchar con los azares y a remontarse a las causas de los accidentes para evitarlos o aprovecharlos, los alucinan con las palabras seductoras de Privilegio y Protección, que enriquecen a los pocos a costa de los muchos, les infunden los más absurdos; principios económicos, y sumergen a las masas en el pauperismo.

¡Estableced el DERECHO DE REUNION como ley fun­damental, y en dos generaciones cambiará la faz del universo.

Resp.·. H.·. — Pero decid, hermano Peregrino, ¿qué cua­lidades exigiréis para que el egoísmo local no entorpezca el bien general que de la propagación de las luces esperamos, y que deben adornar a los MASONES DE ORIENTE Y OC­CIDENTE, a los padres de la EDUCACION humana?

Respuesta. — La BUENA FE y la FIDELIDAD serán las virtudes que nos harán merecer el nombre glorioso de MA­SON DE ORIENTE Y OCCIDENTE; Buena Fe para hallar la VERDAD, Buena Fe para proclamarla, Buena Fe para defen­derla, y FIDELIDAD para cumplir los compromisos, ya tra­temos de hombre a hombre, ya de nación a nación. ¡Abju­remos para siempre de la máxima nefanda que establece que la Moral Política no es la Moral Privada! ¡Sostengamos que donde no hay Buena Fe no se conoce el Honor, y que los que negocian con la Conciencia son infames! sólo estos sal­vajes, los individuos cegados por el orgullo, o los egoístas a quienes el amor de la patria enloquece, son capaces de decir que las naciones pueden faltar a los tratados si aseguran de ese modo su engrandecimiento. Si Roma dominó al uni­verso, es porque al fundarse proclamó estos principios y le­vantó un Templo a la BUENA FE; y mientras la palabra de un patricio sea la mejor garantía de su FIDELIDAD, el romano dará la Ley al mundo. Veis por las que dictó Anco Marcio consagrarse el respeto al territorio y a la propiedad con la marca de un poste de piedra, del que se hizo el Dios Término cuando se generalizó la idolatría con los Tarquinos, y el Jú­piter Stator en el paganismo de la Grecia. Esa adoración atribuida al místico Rómulo es el símbolo del respeto sacro­santo que sabinos y romanos profesaban al bien ajeno. Una sencilla estaca clavada por el acreedor era una propiedad indicada en entredicho, y era la hipoteca que garantizaba sus derechos. Todavía hay esa ley, y por su Buena Fe y su Fi­delidad, aquel pueblo de pastores se hizo la más grande de las monarquías al unirse a los etruscos; fue la república más poderosa en posteriores tiempos, y hoy, a pesar de sus vicios, es el mayor de los imperios.

¿Qué ley ni gobierno podrá jamás infundir la Buena Fe ni crear la Fidelidad sino la EDUCACION de las masas? ¿Será el temor al castigo? Este hará Hipócritas. ¿Será el premio a las buenas acciones? Lo recibirá el más bajo y lisonjero de los candidatos. Y por otra parte, ¿quién será el juez? Un intri­gante que lo deba todo a su astucia, o un hombre honrado a quien engañen las apariencias. ¡Nosotros, MASONES DE ORIENTE Y OCCIDENTE, somos los que por nuestro influjo constante y progresivo despertaremos los sentimientos de la Dignidad y la Fraternidad universal, ahogados en las naciones por la tiranía y la educación defectuosa que les conceden, y haremos comprender a todos que no hay verdadera felicidad sin el conocimiento y práctica de nuestros deberes y dere­chos, porque de ambos se origina la satisfacción interior que hace la dicha de la persona!

Resp.·. H.·. — Hermano Peregrino: Si el DERECHO DE REUNION, único medio de educar al Pueblo, es tan difícil de establecer en cualquier país porque es la muerte de la tiranía, ¿no será una utopía el pensamiento de Paz y Frater­nidad universales que veis simbolizado en este ARCO IRIS que se eleva en el solio abrazando los dos hemisferios?

Responde, y luego dirá el

Resp.·. H.·. — Ese pensamiento ha sido nuestro sueño dorado. Sabemos, que pasiones e intereses distintos engen­dran rivalidades que la ambición y la astucia multiplican. Pero como tienen su origen en la ignorancia y en el amor a la patria mal entendido, que es su consecuencia inevitable, la educación que el DERECHO DE REUNION asegura, nos per­mitirá demostrar al mundo la unidad de Dios, y las sublimes leyes de IGUALDAD, LIBERTAD Y FRATERNIDAD del linaje humano, que de la doctrina de la inmortalidad del Alma se deducen, nos garantiza la posibilidad de realizarle. Sócrates creyó que bastaba proclamar aquellas verdades para que to­dos las siguieran; mas los tiranos le mataron, como los in­vasores a Juan Bautista. ¡Pero el tiempo de la redención se hacía sentir y la voz que tronaba en el desierto, y que aquél no pudo hacer oír en los palacios, retumba en la cabaña, saca de su apatía al verdadero Pueblo; y si el hijo de Isabel no pudo lograr que los magnates se creyeran hombres y no Dioses, el de María sabrá rehabilitar al proletario, le hará que levante la cabeza y recobre su dignidad perdida; le pro­bará que es igual a los reyes de la tierra, y que si éstos le parecían gigantes, era porque los miraba de rodillas!

Da un golpe en el trono y dice:

Resp.·. H.·. — ¡Venerable Hermano Gran Maestro de Ceremonias, conducid al peregrino en su segundo viaje!

El Gran Maestro de Ceremonias le da otra vuelta, y al llegar cerca de Oriente se descubre la Luna ensan­grentada, que hace notar al candidato, y le dirige tris­temente al punto de partida.

Gr.·. M.·. de Cer.·. — ¡Respetable Hermano, este segun­do viaje es de fatal agüero. En pleno medio día la luna se muestra ensangrentada!

Resp.·. H.·. — Ese fenómeno meteorológico es simple efecto de la refracción de la luz en los vapores nebulosos de nuestra atmósfera. Para nosotros, que conocemos las le­yes de la Naturaleza, no hay agüeros. Cada efecto viene de una causa en relación con él, y los del lumínico nada tienen de común con la suerte de los hombres.

¡Alentad, hermanos míos! ¡Que al MASON DE ORIENTE OCCIDENTE nada arredre ¡Su misión es educar al mundo, y si la muerte le sorprende en el camino, sus últimas pala­bras serán: ¡GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS Y AMOR A NUESTROS HERMANOS!

¡Venerable hermano Gran Maestro de Ceremonias, guiad­le en su último viaje!

Le da otra vuelta, tocando la música una marcha triunfal. Cuando vuelven entre los Valles cesa aquélla, y el Primer Vigilante da un golpe y dice:

Pr.·. Gr.·. Vig.·. — ¡Respetable hermano! ¡El peregrino, fuerte con la instrucción que le habéis dado, se ha hecho superior al temor de la Muerte que la Luna ensangrentada inspira a los supersticiosos, y ha marchado triunfante por los cuatro puntos cardinales, porque está resuelto a procla­mar el DERECHO DE REUNION para que sea efectiva la SO­BERANIA DEL PUEBLO!

Resp.·. H.·. — ¡Purificadle en el vaso de las abluciones, Venerable hermano Gran Maestro de Ceremonias y condu­cidle al Ara!

Le hace sumergir las manos en el agua, y luego le lleva al Ara.

Resp.·. H.·. — ¡Acompañadme, hermanos míos, en el acto solemne del juramento!

Lo ejecutan en debida forma.

¡Repetid conmigo!

JURAMENTO

¡Yo………………………. juro y prometo bajo palabra de honor, hacer cuanto en mí fuere para EDUCAR a todos los hombres mis hermanos, e inculcarles la necesidad de comu­nicarse sus ideas y discutirlas para su mutuo Progreso, esta­bleciendo como base fundamental de la Libertad el DERE­CHO DE REUNION. Igualmente juro y prometo esforzarme en destruir la enemistad nacional que infunde en el ignorante odio al extranjero y le impide mirar a todos los hombres como hermanos; y no descansar hasta que el Oriente y el Occidente formen una sola familia enlazada con los vínculos de justa estimación y fraternal afecto. Y en prueba de que tales son mis sentimientos, juro sin restricción mental, dolo ni fraude, que amo a mi prójimo como a mí mismo, que le asistiré si enferma, le defenderé si le atacan) y le ampararé si se halla desvalido. LA BUENA FE será mi norte, y la FIDE­LIDAD en el cumplimiento de mis deberes será la prueba de que soy digno de llamarme MASON DE ORIENTE Y OCCIDENTE. Juro sostener los principios de la verdadera; Moral y de la Justicia que se me han enseñado y que están inscritos en las columnas de esta Cámara, y pido al Gran Arquitecto del Universo que me dé valor para morir defendiéndolos y elocuencia para enseñarlos a todos los habitantes del mundo conocido!

Así sea.

El Respetable Hermano levanta su espada sobre la cabeza de los neófitos y dice:

Resp.·. H.·. — A la G.·. D.·. G.·. A.·., etc., os creo, nombro y constituyo MASON DE ORIENTE Y OCCIDENTE y miembro de este GRAN CAPITULO, A vos

Da en seguida ocho golpes por uno y siete con el mazo sobre la hoja de la espada.

Resp.·. H.·. — ¡Sentaos, Venerables Hermanos!

Todos lo ejecutan, menos el Respetable Hermano, que va con los neófitos a Oriente para instruirlos.

Resp.·. H.·. Este grado, Venerables hermanos, tiene su signo, toque y palabras especiales.

EL SIGNO se hace poniéndose la mano derecha en la frente[1].

EL TOQUE, ¡presentando la mano izquierda extendida al hermano, quien la cubre con las dos suyas.

LA BATERIA consta de ocho golpes, por uno y siete[2].

LA EDAD, treinta y dos años[3].

LA PALABRA DE PASE ES.. ……

LA PALABRA SAGRADA ES …….

¡Venerable hermano Gran Maestro de Ceremonias, con­ducidle a los Grandes Vigilantes para que le examinen!

Cuando estos acaban de dar el aviso, el Respetable Hermano los hace proclamar, los felicita y les da asiento en Oriente.

En seguida ofrece la palabra al Gran Orador, quien pronuncia su columna grabada. Se le dan las gracias y se ofrece de nuevo aquélla por é! bien de la Orden en general y del Gran Capitulo en particular. Después se aplaude a los Visitadores y se circula la caja de asistencia.

CLAUSURA DE LOS TRABAJOS

El Respetable Hermano da un golpe con el mazo y dice:

Resp.·. H.·. — Venerable hermano Primer Gran Vigilan­te: ¿para qué os hicisteis MASON DE ORIENTE Y OCCIDENTE?

Pr.·. Gr.·. Vig.·. — Para proclamar el DERECHO DE REUNION, único medio de desarrollar la inteligencia, dar a conocer al hombre sus verdaderos intereses y lograr fra­ternizar de un extremo a otro de la Tierra.

Resp.·. H.·. — ¿Y cómo lograreis vuestro fin?

Pr.·. Gr.·. Vig.·. — Trabajando de BUENA FE y cumplien­do con FIDELIDAD mis compromisos.

Resp.·. H.·. — ¿Y qué principios fundamentales inculca­réis en el mundo?

Pr.·. G.·. Vig.·. — ¡Que todos somos iguales, que todos somos hermanos, que entre los hombres no hay primeros y últimos, que ninguno debe consentir que se le llame Maes­tro, que debe amar a Dios sobre todas las cosas y a su pró­jimo como a sí mismo, y con la vara que mida será medido!

Resp.·. H.·. — ¿Y cuánto tiempo tardaremos en recono­cer esos principios inmortales de la Verdadera Moral?

Pr.·. Gr.·. Vig.·. — ¡Ya no hay tiempo!

Resp.·. H.·. — ¿Y por qué, hermano mío?

Pr.·. Gr.·. Vig.·. — ¡Porque ya existe quien los proclame, y la VERDAD, una vez descubierta, se graba en los anales de la CONCIENCIA humana! ¡Sólo necesita apóstoles que la pro­paguen y oídos que la oigan!

Resp.·. H.·. — ¡Pues si ya no hay tiempo, anunciad, Venerables hermanos Primero y Segundo Grandes Vigilantes, que es la hora de separarnos para correr a repartirla en Oriente y Occidente!

Pr.·. Gr.·. Vig.·. — ¡Venerables hermanos Segundo Gran Vigilante y demás de mi Valle: es hora de separamos para correr a propagar la VERDAD en Oriente y Occidente!

Seg.·. Gr.·. Vig.·. — ¡Venerables hermanos de mi Valle: llegó la hora de separarnos para, cumplir  nuestro deber como MASONES DE ORIENTE Y OCCIDENTE.

¡Anunciado, Venerable hermano!

Da un golpe

Pr.·. Gr.·. Vig.·. — ¡Anunciado, Respetable hermano!

Da otro.

Da ocho por uno y siete, que repiten los Grandes Vi­gilantes, y dice el

Resp.·. H.·. — ¡En pie y al orden, hermanos míos!

Todos los ejecutan.

Resp.·. H.·. — ¡A la Gloria, etc., declaro cerrados los tra­bajos de los MASONES DE ORIENTE Y OCCIDENTE!

¡A mí hermanos!

Signo y batería con las palabras GLORIA A DIOS Y AMOR A NUESTROS HERMANOS.

Resp.·. H.·. — ¡Id en paz, hermanos míos, pero antes jurad guardar silencio acerca de lo ocurrido en la sesión! ¿Lo juráis?

Los presentes extienden su mano derecha y dicen:

Todos. — ¡Lo juro!

Y se retiran en silencio.

ENSEÑANZAS COMPENDIADAS DE LOS GRADOS DEL I AL XVII

GRADO I. — Generación y no creación. Virilidad como causa de la generación.

Los trabajos tienen por objeto sembrar la duda filosófica en el espíritu del iniciado, haciéndole tocar con el dedo la esclavitud en que ha vivido, despertando en su corazón el sentimiento de la propia dignidad e impulsándolo al estudio de la verdad, libre de preocupaciones.

GRADO II. — Generación, no creación. Dulzura como medio de la generación.

Los trabajos tienen por objeto hacer que el iniciado conozca bien las facultades intelectuales y morales de que está dotado y los medios mejores y más adecuados para utilizarlos debidamente, tanto desde el punto de vista intelectual, cuanto desde el punto de vista clásico.

GRADO III. — La vida y la muerte como principio y fin de cuanto existe, como producto de la generación.

Los trabajos tienen por objeto demostrar al candidato por el estu­dio de la vida y de la muerte, que la inteligencia sola constituye y distingue al hombre y que para conservarle toda su integridad se deben resistir siempre, en todas circunstancias y con todas las fuerzas, los ataques mortales de los enemigos de todo progreso; la ignorancia, la hipocresía y la ambición.

GRADO IV. — Conciencia, no revelación

Los trabajos tienen por objeto demostrar que nuestra concien­cia es nuestro verdadero Juez, siempre equitativo e interno; que ella sola, convenientemente ilustrada, es suficiente para hacemos conocer las nociones de lo bueno y lo justo, independientemente de toda revelación; y que la educación profana, falseada por las preocupaciones, es capaz de obscurecer los instintos sociales que llamamos honor, virtud y justicia.

GRADO V. — Eternidad, no temporalidad de la existencia de la humanidad.

Los trabajos tienen por objeto demostrar que el hombre, ser finito, no podría arrancar a la Naturaleza sus más ocultos secretos ni crear las ciencias y las artes si su inteligencia no fuese una emanación directa de la Causa Primera; y deducir de allí la con­secuencia inmediata de que todos somos libres, todos hermanos, todos iguales y copropietarios de los frutos y productos del mundo entero.

GRADO VI. —Poseer el secreto del mal es vencerlo y evitarlo.

Los trabajos se proponen despertar la curiosidad de los Her­manos sobre el estudio de las miserias sociales y sobre la investi­gación de sus causas reales, y provocar una discusión ilustrada y profunda sobre su remedio más eficaz, cuál es el reinado abso­luto de la libertad, la Igualdad y la Fraternidad entendidas desde el punto de vista filosófico y social que es el masónico.

GRADO VII. — No hay más derecho que el derecho natural.

Los trabajos tienen por objeto poner en claro que el derecho de dictar las leyes y hacerlas efectivas pertenece exclusivamente al Pueblo y que a éste toca discutirlas, ponerlas en vigor y abrogarlas; de manera que se proclama la Soberanía Popular como base de la organización de las sociedades políticas.

GRADO VIII. — La libertad es el único vínculo sólido y legí­timo entre el trabajo y la propiedad.

Los trabajos tienen por objeto el estudio de las bases más só­lidas sobre que debe descansar el edificio de la Asociación humana y precisar bien el sentido que debe darse a las palabras Propiedad, y Trabajo, así como las relaciones que deben mediar entre una y otro.

GRADO IX. — Igualdad ante la Ley.

Los trabajos tienen por objeto investigar los medios prácticos más propios para llegar al mejor modo de elección de los agentes encargados de ejecutar la voluntad del pueblo, la manera más eficaz de limitar convenientemente sus facultades y la de corregir los abusos en que pudieran incurrir.

GRADO X. — Guerra a la inmovilización del capital humano.

Los trabajos se proponen el estudio de las relaciones internacio­nales consideradas desde el triple punto de vista de la libertad, la igualdad y la fraternidad, que todos los hombres de todas las na­ciones poseen con el mismo título, por derecho personal inalienable; todo para obtener el mayor progreso de la especie humana y la ma­yor suma de bienestar general posible.

GRADO XI. — Venganza cumplida contra todos los traidores.

Los trabajos se proponen caracterizar bien las líneas de demar­cación que separan la familia del municipio, el municipio de la provincia y la provincia de la nación; estudiar los medios más eficaces para armonizar estas diversas autonomías necesarias, y establecer y determinar la sanción indispensable contra los que atentan contra su existencia o su evolución económica tal como se deduce del criterio filosófico y masónico.

GRADO XII. — La representación del pueblo.

Los trabajos se proponen el estudio del Tributo e investigan los medios eficaces y prácticos de hacer de él un elemento real de la riqueza pública; y una vez que en los grados anteriores se han asentado sobre sus verdaderas bases las nociones del Capital, de la propiedad y del trabajo, se procura en este grado sentar sólida­mente la noción y arreglo del Tributo, como complementaria de aquellas nociones y como un auxiliar poderoso y eficaz de ellas.

GRADO XIII. — Deísmo antimasónico.

Los trabajos tienen por objeto el perfeccionamiento de la ins­trucción del pueblo por el examen profundo de las nociones que tenemos sobre la Causa Primera, de su origen y de su modo de ser en nuestro espíritu; y también de la modificación de la enseñanza idealista para hacerla compatible con las exigencias de la Justicia universal e inmutable, y con las necesidades ingentes de la civi­lización y del progreso creciente de la especie humana.

GRADO XIV. — Supernaturalismo antimasónico.

Los trabajos tienden a hacer proclamar y reconocer en todas partes el derecho inalienable de la libertad absoluta de la conciencia y del pensamiento, que todos los hombres poseen de derecho por su propia naturaleza y deben poseer de hecho, sin excepción nin­guna; y se proponen la reivindicación más amplia y más formal de este precioso derecho por los medios que se creen más eficaces.

GRADO XV. — Lucha incesante para obtener el triunfo del progreso por la razón.

Los trabajos tienen por objeto precisar bien claramente que, siendo el hombre libre por su derecho natural y propio, la libertad personal no puede ser restringida por la ley, sino cuando la ley es realmente la armonía entre los derechos del hombre aislado y los deberes del hombre en sociedad; y que la infracción de este principio engendra un conflicto entre los derechos, los deberes y los intereses de los hombres, y hace imposibles el progreso y el bienestar de las sociedades.

GRADO XVI. — El triunfo de la libertad exige valor y perse­verancia.

Los trabajos ponen en claro que la igualdad humana trae como consecuencia inmediata el respeto a la libertad e independencia de las naciones, consideradas como agrupamientos históricos o territo­riales; y como consecuencia inmediata el respeto a los derechos y a los intereses generales de la humanidad, que no deben ser restrin­gidos ni limitados por las fronteras de las naciones, ante las cuales sólo se detienen los intereses puramente nacionales.

GRADO XVII. — El triunfo de la fraternidad exige la libertad de reunión.

Los trabajos tienen por objeto hacer comprender que el derecho de reunión es un factor importantísimo e indispensable para la marcha del progreso; y se proponen demostrar que sin el ejercicio pleno y entero de ese derecho, la soberanía del pueblo se convierte en patrimonio de las medianías y en objeto de indignas explota­ciones.