GRADO VIGESIMO TERCERO

LEVITA

O

JEFE DEL TABERNÁCULO

DECORACIÓN DEL CONSEJO O VESTIBULO DE LA JERARQUIA

Cortinaje blanco con seis columnas de cada lado, alternativamente de aquel color y negras, con los nombres de las tribus de Israel, y arriba el signo del Zodiaco que les corresponda. El Oriente quedará entre la primera y la segunda, que serán blancas, y el Occidente entre la séptima y octava, que serán negras. Los nom­bres y signos serán éstos:

1a Tribu de Gad Constelación de Aries
2a Tribu de Efraím Constelación de Tauro
3a Tribu de Simeón Constelación de Géminis
4a Tribu de Isacar Constelación de Cáncer
5a Tribu de Judá Constelación de Leo
6a Tribu de Neftalí Constelación de Virgo
7a Tribu de Aser Constelación de Libra
8a Tribu de Dan Constelación de Escorpio
9a Tribu de Benjamín Constelación de Sagitario
10a Tribu de Zabulón Constelación de Capricornio
11a Tribu de Rubén Constelación de Acuario
12a Tribu de José y  Manasés Constelación de Piscis

Al Norte se pondrá el Aliar de los Holocaustos con la cuchilla de los sacrificios, una copa o recipiente para la sangre, un cocodrilo, un incensario y un candelabro de cinco luces colocadas en triángulo, y detrás de la silla del Primer Teniente. Al Sur, el Altar de los Perfumes, con otro candelabro igual al anterior, un pe­betero con aromas, cucharillas y alcohol aromatizado, y detrás del asiento del Segundo Teniente. Al Occi­dente el Mar de Bronce.

La balaustrada y la cortina roja, cuyos lados se alzan o cierran a voluntad, aíslan el Oriente, que aquí se llama SANTUARIO, del cuerpo de la Cámara. Sobre el Trono del Muy Poderoso Gran Maestro estará el cetro en vez del mazo, una corona real de figura antigua, y un candelero de dos luces. En el frontis­picio del solio, la Estrella Flamígera, que se descubrirá en cierto punto de la iniciación, y arriba del asiento el símbolo del grado, que es el ARCA DE LA ALIANZA, con una mano de plata delante y el índice dirigido al cielo.

A la derecha del Santuario el Sol, y a la izquierda la Luna, en campo azul con estrellas refulgentes. En­tre el trono y la cortina, o la abertura del Santuario, el Altar de los Juramentos con tapete rojo, y encima el ROSTRUM o candelero de siete luces, un puñal y el Libro de la Ley.

Además, se preparará el Cuarto de Reflexiones de la Logia de Aprendiz, colocando sobre la mesa tres cráneos: le alumbrará una lámpara sepulcral, y cerca de la puerta estará un esqueleto humano.

La insignia es collarín rojo con franjas de oro, en cuyo ápice se borda el símbolo del grado, y en el centro, que queda en la nuca, la Estrella Flamígera con el número “23”.

Los títulos de las Dignidades y Oficiales serán los mismos que los del Consejo de Caballeros Kadosch.

PRELIMINARES DE LA APERTURA

Cuando todos están colocados, da un golpe con el cetro, y dice el

M.·. P.·. G.·. M.·.—Mi intención, hermanos, es abrir el Consejo o VESTÍBULO DE LA JERARQUÍA, y os doy gracias por vuestra asistencia.

¿Cuál es, en este caso, vuestro deber, hermano Pri­mer Teniente Gran Maestro?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—Cerciorarme de que estamos exteriormente cubiertos de toda curiosidad profana.

M.·. P.·. G.·. M.·.—Servíos hacerlo así, hermano.

Pr.·. Tte.·. G.·. M.—¡Hermano Segundo Teniente Gran Maestro, servíos ordenar que cubran exterior- mente el Vestíbulo de la Jerarquía!

Seg.·. Tte.·. G.·. M.·.—¡Hermano Gran Capitán de Guardias, servíos ver si estamos libres de espionaje y disponed lo necesario para que ninguno pueda sor­prendernos!

Lo ejecuta en toda forma, y dice al volver:

G.·. C.·. de G.·.—¡Ningún profano puede espiar nuestros misterios, hermano Segundo Teniente Gran Maestro!

Seg.·. Tte.·. G.·. M.·.—¡Podemos proceder, her­mano Primer Teniente Gran Maestro!

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—¡El Vestíbulo de la Jerar­quía está exteriormente cubierto, Muy Poderoso Gran Maestro!

M.·. P.·. G.·. M.·.—¡Gracias, hermano! ¿Cuál es vuestro deber ahora, hermano Segundo Teniente Gran Maestro?

Seg.·. Tte.·. G.·. M.·.—Ver con el Primero si todos los presentes son Levitas.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¡Aseguraos de que lo son, recorriendo vuestros Campamentos, hermanos Primero y Segundo Tenientes!

Lo ejecuta, y antes de sentarse da un golpe con el mango de su puñal en la mesa, y dice el

Seg.·. Tte.·. G.·. M.·.—¡Todos los de mi Campa­mento son Levitas, hermano Primer Teniente Gran Maestro!

Da otro golpe como aquél y dice el

 Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—¡Estamos también cubiertos interiormente, Muy Poderoso Gran Maestro!

M.·. P.·. G.·. M.·.—¡Pongámonos nuestras insig­nias, hermanos!

Así que están listos, da un golpe con el cetro y procede a la

APERTURA DE LA CAMARA

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿Para qué me habéis pedido que abra el Vestíbulo de la Jerarquía?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—Para detener el cataclismo que nos anonada: el templo está conmovido, los altares derribados, el URIM y el THUMMIM persisten mudos e inaccesibles; el Santo de los Santos no exhala ya los perfumes de purísimo incienso que nos legó Salo­món, y el culto impío de Moloc reina en el Universo.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿De qué se originan tantos males?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—De los abusos de poder de la autoridad constituida.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿A qué hora deben principiar nuestros trabajos para levantar el dique que los detenga?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—A la hora en que el Hijo de Hiram ha de venir a sacrificar.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿Está todo listo para ello, her­mano Segundo Teniente Gran Maestro?

Seg.·. Tte.·. G.·. M.—Nuestro Primer Teniente Gran Maestro ha preparado la víctima, y tiene a su alcance la cuchilla y la copa de las libaciones, y yo el fuego y los perfumes.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¡Pues apresurémonos a im­plorar del Altísimo la gracia que nos ilumine, y anun­ciad en vuestros campamentos, hermanos Primero y Se­gundo Tenientes Grandes Maestros, que voy a abrir el Vestíbulo de la Jerarquía, para recibir al Hijo de Hiram!

La anuncian.

Da un golpe con el mango del puñal, y añade:

Seg.·. Tte.·. G.·. M.·.—¡Anunciado, hermano Pri­mer Teniente Gran Maestro!

Éste da otro golpe como el anterior y dice:

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—¡Anunciado, Muy Poderoso Gran Maestro!

Da con su cetro cinco golpes, por dos y tres, y dice:

M.·. P.·. G.·. M.·.—¡En pie y al orden, hermanos!

Todos los ejecutan.

M.·. P.·. G.·. M.·.—A la G.·., etc., abro los tra­bajos del CONSEJO o VESTÍBULO DE LA JERAR­QUÍA, grado Vigésimo Tercero del Rito Antiguo Acep­tado Escocés, del Consejo Kadosch… N°…

¡A mí, hermanos!

Hace el signo, y todos dan la batería con la palabra de pase.

M.·. P.·. G.·. M.·. —¡Sentaos, hermanos!

Lo hacen, y enseguida se anuncia, lee y sanciona el balaustre de la sesión anterior, se proponen y se votan los candidatos admitidos por el Consejo Kadosch; se despachan los negocios de familia, se recibe a los Visitadores, se les consulta acerca de los candidatos, y si no hay oposición, se envía al Maes­tro de Ceremonias para que los prepare.

Éste hace que se invistan con las insignias de su grado, pone en la mano derecha del que figura al Hijo de Hiram, o del Padre de la Natu­raleza, un hacha que apoyará en su hombro de­recho, los conduce al cuarto de reflexiones, donde los dejará cinco minutos, y luego se dirige con ellos a la puerta del  Vestíbulo de la Jerarquía, en la que tocarán por dos y dos.

INICIACIÓN DE LOS CANDIDATOS

Al oír el toque, no contesta, pero dice el

Cap.·. de G.·.—¡Hermano Segundo Teniente Gran Maestro, tocan como Príncipe de Líbano!

Seg.·. Tte.·. G.·. M.·.—¡Hermano Primer Tenien­te Gran Maestro, tocan como Príncipe de Líbano!

M.·. P.·. G.·. M.·.—¡Inquirid quién es el que toca,

hermano Capitán de Guardias!

Entreabre y pregunta:

Cap.·. de G.·.—¿Quién toca?

M.·. de C.·.—¡El Hijo de Hiram, con el Maestro de Ceremonias!

Cap.·. de G.·.—¡Muy Poderoso Gran Maestro, es el Hijo de Hiram, con el Maestro de Ceremonias!

Da un golpe con el cetro, y dice el

M.·. P.·. G.·. M.·.—¡Que se abra el Vestíbulo de la Jerarquía, y en pie y al orden, hermanos míos!

Todo se ejecuta. Si hay música, tocará una marcha triunfal; entran los candidatos, saludan como Príncipes del Líbano, y dice entre los Cam­pamentos el

M.·. de C.·.—¡Muy Poderoso Gran Maestro, tengo la honra de presentaros al Hijo de Hiram que viene a sacrificar, con los Príncipes del Líbano.·. .!

M.·. P.·. G.·. M.—¡Sed bienvenidos a este San­tuario, hermanos, y vos, Maestro de Ceremonias, servíos darles asiento!

¡Sentaos, hermanos!

Así lo hacen, quedando los aspirantes entre los Campamentos.

M.·. P.·. G.·. M.·.—Salís del antro de la muerte, hermanos, para disponer vuestros ánimos a la inteligencia de los grandes misterios de la Quinta Cámara Filosófica, o Vestíbulo de la Jerarquía que impera en el Santuario. Tenéis al Norte el Altar de los Holo­caustos, con la cuchilla que inmoló víctimas humanas para aplacar a los monstruos que el Pueblo engañado adoraba como dioses: o animales brutos, en cuyas vísceras pretendían leer el porvenir los agoreros: al Sur, el Altar de los Perfumes, que otra generación quemó en honra de nuestras virtudes o pasiones divinizadas; y al Este, el trono del que se apoderó la cien­cia. Al contemplar los tres cráneos que alumbraba la lámpara sepulcral del Cuarto de Reflexiones, imaginaríais que figuraba la muerte de la Ignorancia, la Hi­pocresía y la Ambición, cuyo reinado creéis destruido; pero al ver a vuestra salida al esqueleto levantarse armado de todas sus piezas, y al hallar aquí ese coco­drilo, emblema de la primera; ese incensario, símbolo de la segunda, y esta corona que caracteriza la tercera, y usaban mis antepasados, no os quedará duda de que aquéllos que presumíais cadáveres, se han alzado nue­vamente llenos de vigoroso atrevimiento.

Cuando por la historia vive la memoria de los días pasados, observase la constante repetición de los mismos males que hoy nos afligen. Pueblos envilecidos por los tiranos, explotados por los astutos: en todas partes hollados los derechos del hombre por la autoridad que nombró para garantizarlos, y que absorbe la facultad política hasta que desaparece la Asociación y queda un señor con mayordomo y sirvientes; porque sin ac­ción propia no hay hombres, sino rebaños. !Y en Oriente y en Ocaso, en Septentrión y en Mediodía, crimen y miseria, legítima prole de la ignorancia!

Para salvar a Israel de esos desastres, Moisés creó este grado eminentemente político en la esencia, religioso al parecer, y nombró a Aarón, su hermano, para que con sus dos hijos Eleazar e Itamar presidieran el Consejo: fue el primer paso a la Jerarquía que estableció.

Al renacer el fanatismo con la muerte de Salo­món, las tribus de Judá y Benjamín, que representan las dos luces de este trono, destruyeron a las más instruidas y liberales, que simbolizan las cinco de cada uno de los grandes Levitas, y dieron al grado el carácter de intolerancia que los distinguía y precipitó en el barbarismo. Perdióse su secreto, y ni siquiera se le nombra en las Constituciones del Rito de Perfección de 1762. Pero al establecerse definitivamente el Rito Antiguo Aceptado Escocés por las Grandes Constitucio­nes de 1786 que nos rigen, fue colocado en el puesto que le pertenece, inmediatamente después del de la LIBERTAD DEL TRABAJO Y LA PERMUTA, pues su fin es garantizar la LIBERTAD DE LA PERSONA contra los abusos de poder de la Autoridad constituida.

Desde vuestra iniciación de Gran Pontífice sabéis que la Ley Moral es imponente para asentar la Aso­ciación en los principios de la justicia, y el viejo Ta­bernáculo se había desplomado porque se apoyaba en las ideas de Poder y Autoridad, hijas de la civilización primitiva o del estado de la familia, cuyo gobierno patriarcal trató de generalizarse en las naciones; mas, como aquellas concepciones analíticas exigían para ha­cerse eficaces la concentración del mando en una o más personas, condujeron directamente al Absolutismo o la esclavitud; pues siendo incompatibles la Libertad y la Autoridad, no podían asumir el poder ni afianzarle más que despojando a los otros hombres de sus dere­chos. Pero, ¿qué importa que hayáis remplazado las ideas de Poder y Autoridad por las de TRABAJO Y CAMBIO, conceptos sintéticos que nos llevan al Pro­greso real; ni que hayáis estudiado las leyes que dicta la Razón, las generalicéis como Orador, las enseñéis como Maestro y las practiquéis como Príncipe del Lí­bano, si cualquier Juez puede paralizar vuestros es­fuerzos, encausaros, arrebataros y destruir vuestro por­venir o el de vuestra familia, o haceros pasar por tantas vejaciones, que para hallar la paz y la tranquilidad doméstica abjuréis de vuestros actos generosos?

Levantar un dique contra esa usurpación de los que ejercen el poder, y contra el de los que debían sucederle, fue la mira del legislador hebreo, nuestro gran Maestro Moisés, al elevar a Levitas a los que iniciaba en este grado, hoy vigésimo tercero de nuestro Rito.

Les entregó las llaves del Santuario y los colocó entre los escogidos para que le aconsejasen, y hacer que la Ley se cumpliera y no se interpretara a merced de los encargados de su ejercicio, diciendo que “Dios le mandaba tomar a su hermano por compañero, por ser el más inteligente de Israel”, y nombrarle con su prole Jefe del Tabernáculo, o del lugar secreto que servía de depósito a las Tablas del Decálogo. Quiso que la conciencia de los Levitas y Jueces, dirigida por el temor a la cólera divina, sirviese de base a la Institución y de rémora a los arranques de la pasión, y mandó por delante del Arca una mano de plata con el índice dirigido al cielo, como en el símbolo del grado que está en el solio, advirtiendo así que de él bajaba la ley y vendría al infractor el castigo. Para organizar el gobierno político-religioso a semejanza del de sus maestros los Faraones, unió el culto material al intelectual, y los más prudentes, que nombró Levi­tas, dejaron de contarse entre los hijos de Israel para las cargas generales, pues los dedicó exclusivamente a la guarda del Tabernáculo, a llevarle en sus hombros durante la peregrinación, defenderle de los profanos, aconsejar al pueblo, enseñar la ley al ignorante, y ponerla ante los ojos del juez que intentara infringirla, amenazándole con que el fuego de Dios le abrasaría como a Nadab y Abiú, hijos de Aarón, si se atrevía a alterarla, prevaricar o caer en los excesos; de modo que eran los protectores natos de los injustamente perseguidos.

INTERROGATORIO

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿Qué decís de la institución de Moisés, hermano.·. . ?

Si no responde bien, se hará que comprenda las respuestas.

Respuesta.—Que era la escuela del gobierno para instruir a los privilegiados, y la garantía contra sus abusos.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿Y cuál era el efecto radical que la viciaba?

Respuesta.—Que sólo el temor de Dios servía para detener a los ambiciosos; y como ellos se daban por sus ministros, la impunidad fue su inevitable resultado.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿Creéis, hermano, que pueda consolidarse un gobierno que no garantice la conducta de sus agentes, y ponga coto a las arbitrariedades?

Respuesta.—No, y así, hasta los usurpadores más crueles han querido guardar apariencia de justicia. Saben que el Pueblo no soporta la tiranía sino en circunstancias transitorias, y para no ser derrocados han establecido tribunales de apelación, y promulgado leyes contra las disposiciones arbitrarias; pero desgraciadamente vienen cortas al monstruo de la pasión y del interés que pretenden corregir.

M.·. P.·. G.·. M.·.—En aquellos tiempos no se co­nocía la prisión preventiva. Al que se hallaba en fla­grante infracción de la ley se le llevaba al juez, quien oía a las partes y sentenciaba, y el condenado apelaba o no, según su derecho. Pero si no le habían preso en aquel acto, el sentimiento instintivo de la justicia le consideraba inocente mientras no fallase el tribunal, y entonces se apoderaban de él para castigarle. En Grecia, jueces de primera instancia condenaron a Sócrates a muerte, y no obstante paseó y reunió con sus amigos, quienes le aconsejaban que huyera; y no lo hizo porque quería manifestar su obediencia’ a las leyes, lo que le costó la vida. Lo mismo era en Roma, y así en la novela que corre como su primitiva historia, se dice que los hijos de Anco Marcio se retiraron a Suessa Prometia, ciudad isopolita de ella para no sufrir el último suplicio que sus tribunales debían im­ponerles por el asesinato del rey sucesor, y ninguno se atrevió a impedirlo en razón de que no estaban juzgados.

Decid, hermano, si las autoridades pueden hoy ordenar esa prisión preventiva, tan a menudo desas­trosa, ¿no es más necesario que nunca precaverse con­tra las arbitrariedades o sorpresa a la buena fe de los magistrados?

Respuesta.—Sí, porque la pérdida de la Libertad personal o el encarcelamiento, fuera de que constituye la esclavitud temporal, acarrea padecimientos de todo género, físicos y morales, al que la sufre; deja en el desamparo a la familia, y dificulta al acusado las pruebas de su inocencia y de la maldad del que le persigue o acrimina. ¿Y qué hecho peor que aprehender a un inocente y tenerle detenido hasta que se juzgue su causa, cuyo término prolonga tan frecuentemente la necesidad y la malicia? El rico, el comerciante, el agricultor, se arruinan muchas veces; y el proletario o industrial, al recobrar la libertad, hallan con fre­cuencia prostituida la esposa o deshonrada la hija, que sucumbieron al hambre; y esto sin contar las en­fermedades y la muerte misma del preso por el influjo del sitio en que le encierran o confinan, y la falta de asistencia de los que le aman. ¿Y habrá la Asociación cumplido su deber diciendo: el que sospechaba culpable era inocente? Es preciso llegar a las épocas del régimen dictatorial, de la monarquía absoluta o del feudalismo, para que un hombre prive a otro de su libertad antes del juicio, o por sospechas.

M.·. P.·. G.·. M.·.—Y para corregir los abusos de poder de la autoridad constituida, ¿no creéis que basten las leyes, que dan derecho al que es arrestado injustamente a reclamar daños y perjuicios del Juez, lo mismo que se hace en caso de calumnia, contra el que la levanta?

Respuesta.—Semejantes leyes son en general irrisorias, pues es muy excepcional que un Juez sea bas­tante torpe para no hallar excusas a su arbitrariedad, y la malicia es cuestión muy discutible y difícil de probar y decidir; y en caso que se demuestre la de un calumniador, es muy peregrino que tenga bienes que indemnicen siquiera las pérdidas pecuniarias, y no sea un miserable pagado por un enemigo secreto.

M.·. P.·. G.·. M.·.—Si ni la conciencia, ni el temor de Dios, ni la apelación a los tribunales pueden sal­vamos de los abusos o errores de la autoridad, y aun cuando se obtenga justicia, es tan tardía, a menos de protección poderosa, que el daño se hace irremediable, ¿qué ley os parece indispensable que proclamemos?

Respuesta.—La que es florón más precioso de la MAGNA CARTA DE INGLATERRA, y por la que se ha derramado más sangre que por el resto de su Constitución: la del HABEAS CORPUS.

M.·. P.·. G.·. M.·.—Esa ley, hermano, cuyo nom­bre equivale a “Posesión de la Persona”, fue dis­currida por los masones gildenses y fildenses, y luego establecida en la Gran Bretaña. Por ella, todo súbdito inglés, preso o encausado por cualquiera autoridad, adquirió el derecho de impetrar por sí o por distinta persona, de uno de los Jueces de la nación, o de otra autoridad con jurisdicción, un decreto de HABEAS CORPUS, en virtud del cual el carcelero o guardia del encausado si éste le da la fianza de no evadirse y de abonar los gastos de ida y vuelta si no sale en libertad, está obligado a conducir a presencia del decretante y manifestar la causa del arresto y los ante­cedentes que hubiere, dentro de las veinticuatro horas, a no ser que por la distancia fuere imposible, bajo la multa de quinientas libras esterlinas al que no ex­pida el decreto, y la misma al carcelero, escribano, tribunal y a todo el que embarace la PRESENTACIÓN DE LA PERSONA del acusado, a cuyo beneficio quedan dichas multas. Y la autoridad que dio el decreto, des­pués de oír bajo juramento al acusado, y de ver los antecedentes, debe mandar ponerle en el acto en liber­tad si juzga arbitrario el procedimiento, o que no hay méritos bastantes o se la concederá bajo fianza que ha de prestar dentro de las cuarenta y ocho horas, de presentarse y responder a la acusación ante el Juez competente, si cree justo el encarcelamiento; o le vol­verá a él si no tiene quién le abone, o carece de bienes que le garanticen. Y si acude, porque la fianza que le exigió el tribunal era excesiva y él la considera tal, la disminuirá, no absteniéndose de decretar el HABEAS CORPUS más que en casos de lesa majestad o que se juzguen en los tribunales del ejército o marina, por pertenecer a ellos el acusado, por desacato a la auto­ridad en el ejercicio de sus funciones, y causas ejecuto­riadas. Esta digna institución jurídica influyó en la creación del JUICIO DE AMPARO en el Derecho Me­xicano, que protege en forma más amplia y evolucionada las garantías individuales de toda persona.

En México, tiene derecho a la libertad bajo fianza todo aquel individuo a quien se le impute haber come­tido un delito que tenga como pena un término medio aritmético que no sea mayor de cinco años de prisión.

¿Qué opináis acerca de la fianza, hermano… ?

Respuesta.—Que parece a primera vista odiosa, con especialidad si es pecuniaria, porque liberta de prisión al rico y sepulta en ella al que no lo es, aunque los dos se hallen acusados de igual delito. Mas en el terri­ble dilema de sacrificios a todos, o a una parte, no hay que vacilar. Por otro lado, siempre el pobre que vive honradamente y goza de buena reputación, halla quien le abone.

La inmensa mayoría de las estadísticas del crimen se compone de proletarios, y es muy excepcional que el que de éstos procede con honra no encuentre quien le proteja. Así la ley, en vez de hacer una distinción injusta, es un precioso estímulo para el que nada posee, cumpla sus deberes sociales y logre por su comporta­miento amigos que le amparen y fíen cuando desgra­ciadamente le acusen.

Acabado el interrogatorio, da un golpe y dice el

M.·. P.·. G.·. M.·.—Hermano: como todos los cul­tos, todas las ciencias y todos los descubrimientos se han derivado del estudio de la Astronomía, que nos dio la idea del triángulo, veis figurado en esta Cá­mara el Firmamento, ese Tabernáculo eterno que arroba los sentidos.

Hijo de Hiram: ¡Empuñad el hacha que sabéis manejar como Príncipe del Líbano, pues tenéis que lanzar del Consejo ese estúpido animal que veneraban las masas ignorantes del Egipto, derribad ese altar manchado con la sangre de tantos inocentes inmolados al culto impío de Moloc, y purificad este Vestíbulo con los perfumes de Salomón, así que os haya con­sagrado!

¡Aproximadle para ello, Levita Maestro de Ce­remonias!

Al llegar al trono, da un golpe con el cetro, y dice el

M.·. P.·. G.·. M.·.—¡En pie y al orden, hermanos!

Lo hacen. El Muy Poderoso Gran Maestro pone su mano derecha delante de los ojos del graduando, y mientras habla se ilumina el Santuario y se des­cubre la Estrella Flamígera.

 M.·. P.·. G.·. M.·.—¡Retiraos, sombríos fantas­mas que una educación mal entendida engendró en esta Inteligencia; retiraos, hijos incestuosos de la su­perstición y el fanatismo que alimenta la quimera, fuegos fatuos que extraviáis a los viajeros que no alum­bra el Sol de la Razón!

¡Huid, estúpidos teólogos, que para asegurar la creencia destruís la Razón, y pedís al hombre, redu­cido a bestia, la fe del carbonero!

Retira su mano, toma el cetro que sostenía con la izquierda, le toca con él la cabeza, y luego, según va hablando, el corazón y todo el brazo derecho.

 M.·. P.·. G.·. M.·.—¡Las nubes del error se han disipado! ¡La convicción de la Verdad da nueva energía a su corazón! ¡Y su brazo poderoso maneja el hacha salvadora! ¡Él comprende nuestros misterios, sabe cuá­les son nuestros altares, nuestra ciencia, nuestra Latría, o nuestra creencia en aquel solo Dios, cuya unidad fue conocida de todos los hombres ilustrados desde los tiempos más remotos!

¡Ve, hijo mío, a consumar el sacrificio!

 Toca la música una marcha triunfal, mientras el graduando, dirigido por el Maestro de Ceremo­nias lanza a tierra lo que está sobre el Altar de los Holocaustos, menos el candelabro de siete luces: luego va al de los Perfumes, se le hace echar in­cienso y después se le conduce al Altar de los Juramentos. Entonces cesa la música y dice el

M.·. de C.·.—Muy Poderoso Gran Maestro, el Hijo de Hiram ha purificado el Vestíbulo de la Je­rarquía.

Da un golpe con el cetro, y dice el

M.·. P.·. G.·. M.·.—¡Sentáos, hermanos!

Todos lo ejecutan; se recoge el hacha, y dice el

M.·. P.·. G.·. M.·.—Cuando Moisés estableció este grado, degollaba un animal en el Altar de los Sacrificios; le quemaba las entrañas y regaba con su sangre el pavimento: no se atrevió a herir de lleno la superstición de las masas ignorantes que quería sacar de la barbarie. La Casta Sacerdotal y Legisladora que le educó en Egipto, se gobernaba por la Verdad, como ya sabéis; pero regía por el Error a los pueblos, sacando de él un beneficio: prohibió los sacrificios humanos que hacían las hordas semisalvajes como expiación, creyendo aplacar con ello la ira de sus falsos dioses, y los remplazó inmolando a los lagartos que pululaban en el Nilo y dañaban espantosamente a toda la población, suponiendo que era el animal preferido de la Divinidad, por cuya razón, los habitantes perseguían con afán a los cocodrilos, los sacrificaban o empujaban, conservando sus restos como sagrados en las Pirámides, donde hay todavía innumerables esque­letos de esos reptiles.

Da otro golpe con el cetro, y dice el

M.·. P.·. G.·. M.·.—¡ Acompañadme, hermanos, al acto solemne del Juramento!

Baja del trono, hace poner a los graduandos la mano derecha sobre el puñal, se forma la bóveda de acero, y dice el

M.·. P.·. G.·. M.·.—¡Repetid conmigo!

JURAMENTO

Yo…….juro y prometo bajo palabra de honor, ser guarda fiel del NUEVO TABERNACULO en que se archivan las verdades reveladas a la Razón por los Sentidos, la Conciencia y la Inteligencia, y propagarlas a los demás hombres; investigar por la historia y la legislación comparada de los pueblos el modo de asegurar los derechos y deberes; oponerme a las arbitrariedades, y hacer lo que pueda para que en todas partes rija la ley del HABEAS COR­PUS. Y antes que faltar a este juramento, quiero que el fuego de Dios me abrase como a Nadab y Abiú, hijos de Aarón, o que la tierra se abra bajo mis pies, me sumerja hasta el cuello y muera yo en ese tormento. ¡ Que Dios me libre de tal desgracia!

Todos.—¡Así sea!

Levanta el cetro sobre la cabeza de los iniciado, y dice el

M.·. P.·. G.·. M.·.—A la G.·., etc., os nombro, constituyo y creo LEVITA 0 JEFE DEL NUEVO TA­BERNÁCULO, y miembro……. de esta Cámara Filosó­fica del Consejo Kadosch.·. . N°……. a vos…….

¡Confirmémoslo con la batería del grado, hermanos

M.·. P.·. G.·. M.·.—¡Sentaos, hermanos!

Todos lo hacen, menos los neófitos y el Maestro de Ceremonias.

M.·. P.·. G.·. M.·.—Este grado, hermano, tiene los caracteres que siguen:

SIGNO.—La mano derecha abierta delante de los ojos como para que no los lastime la luz del Santuario, y la izquierda sobre el pecho.

TOQUE.—Cruzarse los brazos izquierdos. PALABRADE PASE…

PALABRA SAGRADA…

BATERÍA.—Cinco golpes, por dos y tres.

EDAD.—Setenta años.

SÍMBOLO.—El Arca de la Alianza, con una mano arriba, y el índice dirigido al cielo.

¡Servíos, Levita Maestro de Ceremonias, conducirle a los PP.·. y SS.·. TT.·. GG.·. MM.·. para que los examinen!

Vuelve a su trono, y así que avisan hallarse bien instruidos, los manda proclamar, aplaude la inicia­ción y les da asiento en Oriente; el Caballero de Elocuencia presenta su balaustre, se le dan las gracias, se despacha lo que ocurra, se ofrece la palabra, se felicita a los Visitadores, se circula la caja de asistencia, y se pasa a la lectura del

CATECISMO

Da un golpe con el cetro, y dice el

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿Sois Guardián o Jefe del Nuevo Tabernáculo, hermano Primer Teniente Gran Maestro?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·. —Por tal se me conoce en la Jerarquía, Muy Poderoso Gran Maestro.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿Por qué os hicisteis Levita?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—Porque deseaba servir en el Tabernáculo de las Verdades reveladas a la Razón por los sentidos, la Conciencia y la Inteligencia.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿Qué significa la palabra TABERNÁCULO?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—Es el nombre que dieron los antiguos al Arca donde se conservaban los manuscritos de las tradiciones científicas, esas lumbreras del enten­dimiento que nos hacen vivir en lo pasado y asumir los conceptos de nuestros predecesores, por lo que la colocaban en los Grandes Misterios detrás de la piedra cuadrangular, emblema del mundo, y a su imi­tación y a la de Moisés, los cristianos guardan en el suyo la custodia, o el símbolo del Sol que vivifica la Tierra.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿Por qué decís hoy Nuevo Tabernáculo?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—Para distinguirlo del de nuestros antepasados, que encerraba los conceptos analí­ticos de Poder y Autoridad que, como habéis dicho, precipitan en la esclavitud; mientras que en el Nuevo se remplazan aquellas ideas por los conceptos sintéticos de Trabajo y Cambio, que traen la Libertad, término infalible de la organización de las fuerzas económicas, físicas e intelectuales.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿Qué fin se propuso Moisés al fundar este grado?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—El de liberar al Pueblo de los abusos de poder de las autoridades constituidas. Desconfiaba de sí mismo a pesar de su talento y buenas intenciones, porque el juez más puro es falible y puede ser engañado, y desconfiaba aún más de los otros en vista de los escándalos de sus sobrinos Nadab y Abiú, hijos de Aarón, que le asistían en el mando, a quienes se vio forzado a castigar de muerte.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿Y por qué su institución no pudo llenar su propósito?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—Porque la fundó en tres bases: el temor de Dios, la Conciencia y el interés entendido. El primero es irrisorio para el que explota, como él, al Pueblo; la segunda se adormece al encanto de las pasiones, y el tercero no se comprende sino por capacidades tan altas como la suya.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿Y cuál es la ley que hace mil años propagaron y establecieron en Inglaterra los francmasones que hoy se llaman Escoceses?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—La de HABEAS CORPUS.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿Podéis como Levita legislar?

Pr.·. Tte.G.·. M.·.—Sólo tengo el derecho de sentarme a las puertas del Santuario para que ninguno se atreva a profanarlo.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿Pues no os halláis en el SANCTUM SANTORUM?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—Estoy en el Vestíbulo, y me­recía la muerte por la ley de Moisés si me aprestara a entrar en el Tabernáculo.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿Por qué impuso castigo tan cruel?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—Primero, porque suponía que hablaba en él con Dios; y segundo, porque al consti­tuir la Jerarquía deslindó los derechos del que debía vigilar el cumplimiento de la Ley y los del que podía interpretarla; nosotros la obedecemos y ponemos a raya la arbitrariedad del que la olvida, sin esperarnos ni consentir que ningún juez se aparte en lo más mí­nimo del significado material de la letra. Permitir que cada cual la explique conforme a su astucia, es hacer de cada autoridad, un tirano, y la tiranía es peor que la muerte: es la deshonra.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿Por qué hay en este Vestí­bulo doce columnas con los nombres de las tribus de Israel, que también se ven representadas por el nú­mero de luces que brillan en los tronos?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—Porque esos símbolos, como los del Santuario, no sólo son alegorías del Firma­mento, del año o de la Eternidad, y por consecuencia de los derecho y deberes del hombre, sino de la per­fección de las leyes que le rigen, y procuramos imitar para dicha del linaje humano.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿Cuál fue el origen de los nombres de los signos del Zodiaco, y por qué los to­mó Moisés para la clasificación de las doce tribus?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—Las tradiciones antiguas, hijas de las tribus pastorales, comenzaban el año con el Sol de primavera, al acabar el invierno, o sea el 1° de marzo; y sus fundadores, que conocían más el Fir­mamento que la tierra en que vagaban, compararon y representaron las constelaciones de cada uno de los doce meses por los animales que les enriquecían o por sus vulgares observaciones. El más estimado de aquéllos por su carne, por su leche y por su lana era el CARNERO, y como la constelación que admiraban en marzo parecía tener dos astas, dieron su nombre al primer signo o Aries. Luego seguía por su utilidad el TORO, y el signo de abril, que forma una V perfecta, como la cabeza de aquél, fue llamado Tauro. (Lo que más les alegraba eran los partos de GEMELOS, y como en mayo predomina el vigor genésico en toda la crea­ción, fue caracterizado por Géminis o los mellizos. No­taron que al llegar el Sol al trópico, en el solsticio de estío, retrocede del polo Norte hacia el Sud, movimiento que se comparó al del CANGREJO, y convirtió en Cáncer la constelación de junio. Veían que el LEÓN, tan notable por su fiereza, devorado por la sed y el calor de julio, abandonaba los desiertos arenosos y aparecía en las riberas del Nilo, y la constelación figuró a LEO. El mes de la cosecha, tuvo por conste­lación a Virgo o una VIRGEN segadora con la espiga de trigo en la mano. Como en el equinoccio de otoño los días y las noches son iguales en todo el mundo, la constelación de septiembre fue Libra o una BALANZA. La de octubre mereció el nombre de ESCORPION por su figura, y porque ese mes es tan rico en frutos y cambios atmosféricos como en enfermedades pestilentes, hijas de los vientos mortíferos del desierto, y de las emanaciones de los pantanos, y aquel animal lleva el veneno en la cola; otros lo compararon a la Serpiente, y también se llama SERPENTARIO a la constelación, pues si atraen por la belleza, matan por la ponzoña. El mes de la caída de las hojas, noviembre, es el más fructuoso para la caza, y se buscó al signo la seme­janza de un ARQUERO con su flecha y su carcax, y se llamó Sagitario. El movimiento del Sol cuando toca el trópico Sud en el solsticio de invierno, y vuelve a desandar su camino, se comparó al salto de la CABRA que se complace en salvar precipicios, y la constela­ción de diciembre fue CAPRICORNIO. La nebulosa e ingrata estación del invierno, tan cruda en enero, tuvo por constelación a ACUARIO o estrella de inunda­ción, porque el NILO comenzaba a subir al brillar su conjunto sobre el horizonte. Y, por último, febrero, mes de la PESCA, tan necesaria cuando la tierra cu­bierta de hielo nada más produce, tuvo por signo a Piscis, o dos peces unidos por la cola.

Al organizar Moisés las hordas que dirigía para constituir el Pueblo de Dios, acudió al Firmamento para darles nombre; y como llevaba el pacto del pri­mero o suponía al mismo Jehová en el Arca, las clasi­ficó por las constelaciones, e hizo de la tierra el trasunto del cielo. La primera tribu, o la de Gad, representó Aries o el Camero, o el ESTABLO DE AUGEAS de los egipcios, donde se crio Horus, hijo de Osiris y de Isis, el cordero de los persas divinizado por los griegos en Júpiter Ammon.

La segunda tribu, o de Efraim, fue alegoría de la constelación del Tauro, que se eleva cuando llega el tiempo de arar la tierra, por lo que los reyes pastores del Egipto daban culto al buey Apis, y los griegos celebraban el CUERNO DE AMALTEA O DE LA ABUN­DANCIA.

La tercera tribu, o la de Simeón, representó a Géminis.

La cuarta tribu, o la de Isacar, a Cáncer; de este signo, según la leyenda egipcia, salió Osiris o el Sol vencedor.

La quinta tribu, o la de Judá, fue simbólica de Leo.

La sexta tribu, o la de Neftalí, de Virgo o la ISIS EGIPCIACA, hermana y mujer de Osiris, que lleva al niño Horus en sus brazos con la media luna, porque ya representaba a nuestro satélite, ya a la misma Tierra.

La séptima, o la de Aser, lo fue de la Balanza o Libra.

La octava, o la de Dan, de Escorpión o Serpentario.

La novena, o la de Benjamín, de Sagitario, porque la tribu era esencialmente cazadora.

En la fábula, el cazador mata al lobo celeste, como en la leyenda egipcia Tifón asesina a Osiris, o las tinieblas remplazan a la luz, sumergiéndose el Sol en el Ocaso.

La décima, o la de Zabulón, a Capricornio, hijo de Neptuno según los griegos, o el mar, por lo que le pintan cola de pescado.

La undécima, o la de Rubén, a Acuario.

Y la duodécima, de Josef y Manasés, a Piscis. Para mayor analogía Moisés le impuso dos patronos.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿Y ocupa ahora el Sol los mismos signos del Zodiaco en los diferentes meses del año, como en tiempos de Moisés?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—No, Muy Poderoso Gran Maestro. Por la precisión de los equinoccios el Sol ade­lanta 30 grados en 2155 años 3 décimos, y hoy se halla en el solsticio de invierno en la constelación de Sagi­tario, y no en la de Capricornio. Pero ahí no estaba tampoco en tiempos del legislador hebreo, pues los ma­nuscritos israelitas se perdieron al tomar Nabucodonosor a Jerusalem; y Esdras, el más sabio de los libertos y el que probablemente comentó las tradiciones des­pués del cautiverio, comprendió la idea que había servido de fundamento a la clasificación, e ignorando aquel fenómeno de los equinoccios, principió el año conforme acontecía en su época; y en la convicción de que era orden inmutable, nos transmitió el sistema, suponiendo que Moisés lo transcribía; lo que nos prueba que se redactó 200 años antes de nuestra era, cuando el Sol estaba en Aries en el mes de marzo.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿A quién comparaban los egipcios el Sol?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.—A un niño que nace, en el solsticio de invierno; a un joven adolescente, en el equi­noccio de primavera; a un hombre hecho, en el solsticio de estío, y a un anciano, en el equinoccio de otoño.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿Cuándo principia el año?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—En el tercero de aquellos periodos, o sea en el solsticio de estío, llamando a los equinoccios PUERTAS DEL CIELO o del día y de la noche.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿En dónde completáis el Testamento?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—En ese campo azul sembra­do de estrellas que fulguran en Oriente.

M.·. P.·. G.·. M.—¿Por qué se hallan en él otra vez el Sol y la Luna, si los simbolizan dos de las antorchas del Rostrum o candelabros de siete luces?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—Porque así como el astro del día libra al mundo de las tinieblas y la Luna repara la ausencia del Sol presidiendo a la noche, nosotros, los escogidos del pueblo de Dios, debemos ser las lum­breras de la Inteligencia.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿A quién representa la estre­lla Flamígera que está en el solio?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—A Sirio, que anunciaba las avenidas del Nilo por su aparición sobre el horizonte. Era el atalaya de Egipto, o el Perro celeste, guardián del Firmamento o del Tabernáculo eterno que encierra el Secreto del equilibrio de las fuerzas centrípetas y centrífugas con que la Divinidad detiene en sus justos límites el curso de los astros.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿Qué significa el Arca de la Alianza con la mano encima y el índice dirigido al cielo, que lleváis como símbolo del grado?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—La Conciencia iluminada por su Creador, ante quien sólo es responsable el Juez que decreta un HABEAS CORPUS.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿Qué edad tenéis?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—Sesenta años.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿Y por qué?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—Porque es aquélla en que la Inteligencia ha alcanzado toda su perfección, y su madurez el juicio.

Después de examinado, da un golpe con el cetro y procede a la

CLAUSURA DE LOS TRABAJOS

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿A qué hora mandó Moisés cerrar el Vestíbulo de la Jerarquía, hermano Primer Teniente Gran Maestro?

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—A aquélla en que terminó el sacrificio.

M.·. P.·. G.·. M.·.—¿Y a qué hora es, hermano Segundo Teniente Gran Maestro?

Seg.·. Tte.·. G.·. M.·.—La hora en que el sacri­ficio está consumado.

M.·. P.·. G.·. M.·.—Si es así, servíos, hermanos Primero y Segundo Tenientes Grandes Maestros, invitar a los que decoran vuestros Campamentos, como yo a los del Santuario, para que nos ayuden a cerrarlo.

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—¡Hermano Segundo Tenien­te Gran Maestro y Levitas que decoráis mis Campamentos, nuestro Muy Poderoso Gran Maestro os pide que nos ayudéis a cerrar los trabajos!

Seg.·. Tte.·. G.·. M.·.—Levitas que decoráis mi Campamento, nuestro Muy Poderoso Gran Maestro os pide que nos ayudéis a cerrar los trabajos.

Anunciadlo, hermano Primer Teniente Gran Maestro.

Da un golpe.

Pr.·. Tte.·. G.·. M.·.—Anunciado Muy Poderoso Gran Maestro.

Da otro:

Da cinco golpes, por dos y tres, y dice el

M.·. P.·. G.·. M.·.—¡De pie y al orden, hermanos!

Todos lo ejecutan.

 M.·. P.·. G.·. M.·.—A la G.·., etc., declaro ce­rrados los trabajos del VESTÍBULO DE LA JERAR­QUÍA del Consejo de Kadosch…….N°…….

¡A mí, hermanos!

Signo y Batería con la palabra de pase. Conviene antes hacer el Signo del grado, cuyos trabajos van a cerrarse o fueren a abrirse, hacer el de los que le preceden, pues así se conservan en la memoria. Cuando, por ejemplo, se abren o cierran los del Vestíbulo o Quinta Cámara Filosófica, se harán los de Pontífice, Tribuno, Patriarca Noaquita y Prín­cipe del Líbano: y lo mismo en los Grados Ca­pitulares en los que se comenzará por el de Se­cretario íntimo, el de la Audiencia de los Maestros.

M.·. P.·. G.·. M.·.——¡Id en paz, hermanos; pero antes jurad guardar silencio acerca de lo ocurrido en la sesión! ¿Lo juráis?

Extienden la mano derecha y dicen:

TODOS.—¡Lo juro!

Y se retiran en silencio.