GRADO VIGESIMO PRIMERO

PATRIARCA NOAQUITA

DECORACIÓN DEL CAPÍTULO

Se dará a la sala un aspecto campestre, con vestimenta verde, estrellas de plata en el techo y una Luna llena, del mismo metal en un solio, cubriendo las luces de transparen­tes para imitar las de aquel astro. Se verá en Oriente, y a lo lejos, el Arca de Noé, como dice la Biblia, que quedó enclavada en las cumbres de Shinar, con la paloma y el ramo de olivo que trajo en el pico al volver a ella.

El trono, sencillo, con una cuchara de albañil en vez do mazo. En el centro de la Cámara una gran torre en construcción, y en varias partes montones de piedras, la­drillos y bancos con instrumentos de albañilería para los asistentes. En el fondo una caverna triangular, con un ataúd visible y una mesita con pan y agua, todo ello cubierto hasta su tiempo con una cortina.

CÁMARA DE LOS PATRIARCAS

Se ilumina con esplendor y se viste de rojo con estrellas de oro. Un triángulo de este metal con una saeta cuya punta mira abajo; en el solio y en la mesa, una urna de ágata, el cetro de ébano y la espada.

En el centro de la Cámara el altar de los juramentos.

El Muy Poderoso Gran Maestro se titula GRAN COMENDADOR.

El Primer Teniente GRAN INSPECTOR.

El Segundo GRAN INTRODUCTOR.

Los tres bastan para constituir el Capítulo. Los demás que asisten se llaman PATRIARCAS.

La insignia es un collarín negro, que sostiene un triángulo equilátero de oro, atravesado de una saeta.

PRELIMINARES DE LA APERTURA

Da un golpe con el mango de la cuchara y dice el

 Gr.·. Com.·.—Hermanos míos: mi intención es abrir el CAPÍTULO DE LOS PATRIARCAS NOAQUITAS, y os doy gracias por vuestra asistencia.

¡Servíos, Gran Inspector, cercioraros de que ningún pro­fano pueda vernos ni oírnos!

Se levanta, sale, da las órdenes convenientes, vuelve y dice:

Gr.·. Insp.·.—¡Gran Comendador ningún profano se halla en nuestros alrededores, y los vigías dominan desde las atalayas el horizonte!

Gr.·. Com.·.—¡Cumplid vuestro deber, Patriarca Gran Introductor.

Se levanta, recorre los Campamentos, pide las palabras a todos, y así que los ha reconocido, vuelve a su puesto y dice:

Gr.·. Int.·.—Gran Comendador, todos somos Patriarcas Noaquitas.

APERTURA DE LA TORRE DE BABEL

Da otro golpe con su cuchara y dice el

 Gr.·. Com.·.—¿Cómo os llamáis, Patriarca Gran Inspector?

Gr.·. Insp.·.—No puedo revelar mi nombre si antes no decís el vuestro.

Gr.·. Com.·.—La inicial del mío es S.

Gr.·. Insp.·.—La del mío C.

Gr.·. Com.·.—¿Y la del vuestro, Patriarca Gran Introductor?

Gr.·. Int.·.—Una J, Gran Comendador.

Gr.·. Com.·.—Son las de los tres hijos de Noé; Sam, Cam, Jafet, a quienes representamos. ¿Y qué debemos hacer para cumplir nuestros deberes, hermano mío?

Gr.·. Int.·. Enseñar al ignorante, desenmascarar al hipócrita y abatir al ambicioso, como se dijo en la Maestría Simbólica y aquí se realiza.

Gr.·. Conm.·.—¿Qué hora es, Patriarca Gran Inspector?

Gr.·. Insp.·.—La hora en que la lechuza aterra con su chillido al supersticioso, en que el tigre se lanza impune sobre su presa y el león destruye nuestros rebaños; la de la salida de la Luna.

Gr.·. Com.·.—Pues si las masas palpitan y se estremecen a merced del astuto, del pérfido y del ambicioso, que se entregan a los actos más reprensibles, favorecidos por la luz de este astro (aparece entonces la Luna) que se levanta en Oriente y que formó el Gran Artífice para que sustituyera al luminar del día y el hombre prolongara el ejercicio de sus facultades, utilizando sus fuerzas productoras, valgá­monos de ella nosotros para estudiar las pasiones y vicios de nuestro linaje, hallar el modo de corregirlas, sorprender las artes de los explotadores e impedir levanten las obras estupendas de su arrogancia. ¡Así nos haremos dignos del nombre de PATRIARCAS Y DE HEREDEROS DE NOE!

Da tres golpes por dos y uno, y todos se ponen de pie y al orden.

Gr.·. Com.·.—A la G.·., etc., declaro abiertos los tra­bajos del Capítulo de los PATRIARCAS NOAQUITAS.

¡A mí, hermanos míos!

Signo y batería con las palabras; luego se sientan y siguen los trabajos en la forma ordinaria. Si hay iniciación se envía al Gran Introductor por los candidatos, que traen las insignias.

INICIACIÓN TORRE DE BABEL

Cada uno toma su instrumento de albañilería y se aproxima a la Torre en ademán de no saber cómo seguir los trabajos al entrar los candidatos. El Gran Introductor, que los conduce, da dos golpes fuertes y pausados.

Gr.·. Insp.·.—¡Tocan como Tribuno, Gran Comen­dador!

Gr.·. Com.·.—¡Ved quién es y dadme aviso, Gran Inspector!

Entreabre y pregunta:

Gr.·. Insp.·.—¿Quién toca?

Gr.·. Int.·.—Es el Gran Introductor, que os ofrece la ayuda del más grande arquitecto del Siglo para continuar nuestra obra.

Gr.·. Insp.·.—Gran Comendador, es nuestro Patriarca Gran Introductor, que nos ofrece la ayuda del más famoso arquitecto del siglo.

Gr.·. Com.·.—¡Dadle paso, hermano mío!

Entran, saludan como Tribunos y dice el

Gr.·. Int.·.—Gran Comendador, tengo la honra de presentaron al ilustre Faleg, que viene de Persia, después de concluir sus estudios en Siria, donde aprendió las matemá­ticas, y al saber que la obra estupenda que levantáis para no perecer en otro diluvio en estas montañas del Shinar, se ha suspendido por falta de directores, os ofrece su ayuda (y si son varios, agrega: y la de sus compañeros) para darle cima, de tal suerte, que no sólo se llenen nuestras miras, sino que podamos escalar el cielo y sorprender los arcanos de la Creación dominando el Firmamento.

Gr.·. Com.·.—¿Estáis en vuestro juicio, hermano mío?

Gr.·. Int.·.—Es una metáfora. Gran Comendador: Faleg pretende que estudiando el curso de los astros desde la cumbre, se logrará conocer las leyes que los rigen, pues dicen que el hombre ha sido formado para sorprender el se­creto de Dios y rendirle homenaje; que sin él la Creación no tendría fin, y que la Ciencia es el hombre, añadido a la naturaleza.

Gr.·. Com.·.¿Y me respondéis de su saber y su experiencia?

Gr.·. Com.·.—Voy a proponerle a nuestros hermanos. Patriarcas Noaquitas: Sabéis que sólo Noé, nuestro padre salvó con su familia en aquella Arca hace ya quinientos veintidós años, corriendo sobre las aguas hasta que se de­tuvo en esas alturas que no estaban sumergidas por el di­luvio; y que para asegurar nuestras vidas contra otro, al­zamos esa Torre que se pierde en las nubes. Yo no me atrevo a continuarla porque desconfío de mis conocimientos, y porque imagino que es tentar a Dios querer penetrar sus arcanos. ¿Qué resolvéis?

Todos.—¡Que se entregue a Faleg la dirección de los trabajos!

Da la cuchara al aspirante, y dice el

Gr.·. Com.·.—¡Que Dios tenga piedad del presuntuoso!

El candidato recibe la cuchara, se hace como si dirigiera la obra que se eleva rápidamente; más de improviso cae un rayo sobre la Torre y la derriba. Todos corren despavoridos; salen de la Cámara, excepto el Gran Introductor y los graduados, aquel los lleva a la caverna que descubre, les hace comer un pedazo de pan y beber un trago de agua; tiende a Faleg en el ataúd, arregla la Cámara y avisa en secreto. Todos entran, ocupan los asientos, y sólo queda en pie el Gran Introductor.

Gr.·. Com.·.—¿Qué ha sido de Faleg y de sus compañeros, hermano mío?

Gr.·. Int.·.—Errantes, sin patria y sin hogar, perseguidos como bestias feroces por los que en un tiempo les obedecían como a oráculos, se guarecen en cavernas soli­tarias, y no se atreven a caminar a la luz del Sol, sino a los pálidos fulgores del satélite de la Tierra. Con el orgullo que les inspiraba su talento y la ciencia que habían adquirido, no contentos con dominar a los demás hombres y mover las masas a su albedrío, también quisieron despojar el poder a los que lo ejercían por la voluntad de sus iguales, y los obligaron a poner en sus manos el símbolo de la Maestría, porque al oírlos parecían más hábiles para consumar la obra. El mundo que los tenía por salvadores, luego les miró como verdugos. Hoy, arrepentidos de este orgullo que desquicia la más preclara inteligencia, después de vagar por desier­tos espantosos, se alimentan de pan y agua y cavan sus sepulturas al frente de sus obras destruidas.

Gr.·. Com.·.—¡Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados! ¡Patriarca Gran Inspector, partid con nuestro Gran Introductor, animad a esos infelices, porque el arrepentimiento rehabilita al culpable; dejadle con ellos, y volved a darnos cuenta!

Van a la caverna, los reconocen, y al volver sólo dice el

 Gr.·. Insp.·.—Gran Comendador: los Tribunos del Pueblo, que fascinaban por su saber y elocuencia, ensoberbecidos por su poder incontrastable, olvidaron las doctrinas que la experiencia de los que fueron, y el estudio de la historia y la Legislación comparada de las naciones, nos hacen pro­clamar; y cada uno, cediendo al aguijón de su amor propio, quiso realizar las utopías que forjaban su cabeza delirante, persuadidos de que sólo así la Justicia reinará en la Tierra. Irritados con la oposición que les hacían sus antiguos com­pañeros, movían las pasiones de las masas y en vez de oradores se hicieron demagogos. Este, en nombre de la HUMA­NIDAD, levantó patíbulos; aquél, para que imperase la IGUALDAD, llamó aristócrata al que no afectaba el cinis­mo más grosero y lo entregó al populacho enfurecido; el otro, para arraigar la FRATERNIDAD, derrumbó las co­lumnas del edificio en que se apoya la Asociación humana y pretendió despojar al legítimo poseedor de lo que adqui­rió por su trabajo y repartirlo entre los pródigos, los im­previsores y los holgazanes; y todos, aspirando a un bien que no podían alcanzar, se destruyen recíprocamente como energúmenos, e invocando la Conciencia implantaron el Li­bertinaje, abatiendo la Razón, el Desenfreno; la Licencia en lugar de la Libertad; la Anarquía en vez del Orden, el Obscurantismo por el Progreso, y el sabio quedó a merced del ignorante, y el justo a la del malvado, hasta que el mundo se convirtió en un campo de desolación en que nadie se entendía, porque todos querían mandar y ninguno obede­cer, sin que fuera dable salir del caos en que se extraviaron.

Gr.·. Com.·.—¡Esa es, hermanos, la palpitante realización de la parábola de la Torre de Babel! ¡Así cayeron las naciones antiguas cuyos nombres ignoramos, y así caerán las que no cobren experiencia de los errores de las que fue­ron! ¿En dónde está Faleg?

Gr.·. Insp.·.—En el desierto, lejos de la vista de los hombres, esforzándose con actos de humanidad y arrepen­timiento, en vencer sus pasiones.

Da un golpe ron su cuchara, y dice:

Gr.·. Com.·.—¡Patriarcas Noaquitas, vamos en su busca!

Todos so levantan, toman las luces que les da el Gran Ins­pector, y guiados por él, se dirigen a la caverna. Al descubrir el féretro, va a él, levanta a Faleg y dice el

Gr.·. Com.·.—¡Elevarás al humilde y abatirás al ambicioso!

Cuando lo han levantado con los cinco puntos de perfec­ción, como en la Maestría, le entrega la luz que lleva, y los otros ponen las suyas en manos de los graduandos, quienes la toman con la izquierda, colocando su derecha en el corazón, como en el signo de su grado. Se cogen las luces sobrantes y vuelven a sus puestos quedando todos de pie y los graduandos en el centro de la Cámara con el Gran Introductor.

Gr.·. Com.·.—¿Juráis, hermanos, vencer vuestras pa­siones?

Aspirantes.—Sí, Gran Comendador.

Gr.·. Com.·.—¿Juráis enseñar al ignorante, desenmascarar al hipócrita y abatir al ambicioso?

Graduados.—Sí, Gran Comendador.

Gr.·. Com.·.—¡Sentaos, Patriarcas Noaquitas!

Lo hacen, y continúa el

Gr.·. Com.·.—Según la tradición, hermano, el año 533 de nuestra era, al cavar la tierra para una salina, en el si­tio de la Prusia en que Faleg construyó su morada, los tra­bajadores hallaron a quince codos de profundidad una habitación extraña en       forma de Templo triangular donde había un mármol blanco, en cuya base estaba escrito en he­breo toda la historia           de Faleg y a su lado un sepulcro de arcilla arenosa cubierto de una piedra de ágata, con este epitafio de otro buril: “Aquí yacen las cenizas del Gran Arquitecto de la Torre de Babel. El señor le miró con piedad, porque se hizo humilde.”

¡Meditad la parábola que hemos puesto en acción, y alumbrados por esas luces, símbolo de los poderes que ejer­záis como verdaderos Maestros, desvaneced las nieblas de la Ignorancia, descubrid las artes de la Astucia y consumid las obras de la Ambición y orgullo humamos! ¡Fiaos de nuestro Gran Introductor! ¡Él os guiará por sendas seguras al Templo de la Justicia!

Todos salen con el Gran Comendador, excepto el Gr.·. Int.·., que queda con los graduandos, y van a la Cámara de los Patriarcas, en la que ocupan sus puestos respectivos mientras los otros dan una vuelta con recogimiento, dejan las luces y se visten. Cuando se les avisa, van con el Gran Introductor, quien toca en su grado.

SEGUNDA PARTE DE LA INICIACIÓN

CÁMARA DE LOS PATRIARCAS

 Así que oye el toque, dice el

 Gr.·. Insp.·.—¡Gran Comendador, tocan a la puerta del Capítulo como Patriarca Noaquita!

Gr.·. Com.·.—¡Inquirid quién toca, hermano mío!

Se levanta y pregunta el

Gr.·. Insp.·.—¿Quién toca?

Gr.·. Int.·.—Tribunos e hijos de Noé que saben a su costa los deberes del verdadero MAESTRO.

Da un golpe con el cetro de ébano, y dice levantándose el

Gr.·. Com.·.—En pie y al orden, hermanos. ¡Abrid las puertas!

Todo se ejecuta. El Gran Introductor, con los aspirantes, que traen la cuchara colgada al cuello entran, y de pie res­ponde a las preguntas.

Gr.·. Com.·.—Si sabéis a vuestra costa los deberes del verdadero Maestro, decidme: ¿cuál es la primera virtud que debe poseer?

Gr.·. Int.·.—La conciencia de su propia dignidad.

Gr.·. Com.·.—¿Qué le ordena ésta?

Gr.·. Int.·.—Honrar su condición y no consentir que se le degrade, ni procurar salir de ella sino por el estudio y la constancia en el trabajo.

Gr.·. Com.·.—¿Cuál es la segunda virtud que debe poseer un Maestro?

Gr.·. Int.·.—La conciencia de la dignidad de los otros.

Gr.·. Com.·.—¿Y está, qué le ordena?

Gr.·. Int.·.—Respetar en los demás los derechos que quiera que se respeten en él, enseñar al que no sabe, desen­mascarar al hipócrita y abatir al ambicioso.

Gr.·. Com.·.—¿Y creéis que los hermanos que os acom­pañan comprenden bien esos deberes y son dignos de lla­marse Patriarcas Noaquitas?

Gr.·. Int.·.—Sí, Gran Comendador.

Gr.·. Com.·.—¡Pues dadles asiento: y vosotros, hermanos, volved a vuestras sillas!

Todos lo ejecutan, quedando los aspirantes entre los Cam­pamentos.

Gr.·. Com.·.—Antes del cataclismo, que formó el mar Mediterráneo y que sumergió el vasto imperio de la Atlántida, los sabios de la Caldea levantaron en las montañas del Shinar la Torre de Babel o de Belus (el SOL) para obser­var el curso de los astros durante el día y la noche, pues carecían de los instrumentos que hoy se poseen. Una tradi­ción confusa llegó a la posteridad y dio margen a las leyen­das paganas e israelitas. Sirvió a las primeras para dar un origen a los terremotos y volcanes que les suceden, y las segundas para explicar la diversidad de las lenguas, incompatibles con lo que habían asentado de que Dios enseñó a hablar a Adán y a la vez la fundación de las distintas na­ciones después de su pretendido diluvio universal. Según las paganas, Júpiter derribó la gran obra de los gigantes con sus rayos; según las hebreas, Jehová la detuvo con la con­fusión, haciendo que ninguno se entendiera; conviniendo ambas en que se castigó a los constructores porque querían escalar el cielo. Sabéis que Faleg o Peleg, hijo, de Heber, nieto de Arfaxad, biznieto de Sem y descendiente de Noé, dirigía la obra, al decir de los hebreos; y agrega la supo­sición masónica que aquél huyó la misma noche de la ca­tástrofe, ocurrida en la luna llena de Marzo, alumbrándole su luz, y temeroso de los rigores con que le amenazaban sus compañeros, fue de una a otra región, hasta que en un desierto fijó su residencia.

Tal es el velo misterioso del grado de Patriarca Noaquita, complemento del de MAESTRO MASÓN, por que se estudian en él las pasiones y el modo de vencerlas, y se dis­cuten las leyes que tenemos que establecer para destruir la ignorancia, ese veneno inagotable que explotan a manos llenas los astutos y los ambiciosos.

INTERROGATORIO

¿Cuál es la pasión que más se opone al reinado de la Igualdad y la Justicia, hermano.·. ?

Si no responde bien se dará la

Respuesta.—EL ORGULLO.

Gr.·. Com.·.—¿Por qué?

Respuesta.—Porque al que está dominado por él, le hace creer que vale más que los otros hombres, le hace despre­ciar al que no se eleva a su altura, reunirse con los que considera iguales para establecer con ellos la distinción de castas, rebelarse contra la ley que no sacia su ambición, emplear su actividad e inteligencia en apoderarse del man­do y gobernar a su albedrío, por la presuntuosa convicción de la superioridad de sus conocimientos o virtudes o bien los menosprecia a todos, se aísla y se convierte en misán­tropo, faltando a la obligación que le impuso el Eterno al concederle talento privilegiado: la de comunicar lo que sabe a los que ignoran o a los que no poseen semejante talento.

Gr.·. Com.·.—¿En qué se diferencia la VANIDAD del ORGULLO?

Respuesta.—En que la primera es hija del sentimiento social del DESEO DE APROBACIÓN, que nos excita a ser agradables a los otros; sentimiento que, elevado a Pa­sión, nos hace infelices si no obtenemos el aplauso general, y origina la ENVIDIA con todas sus ridículas y monstruo­sas consecuencias, mientras el segundo nace de la ESTI­MACIÓN DE Sí o de afecto del ánimo que nos inspira la conciencia de nuestra dignidad, afecto que engendra héroes, pero que, extraviado por la ignorancia o la lisonja, consti­tuye el ORGULLO, que rompe los vínculos sociales y pro­duce la anarquía, pues donde todos quieren mandar no hay gobierno posible.

Gr.·. Com.·.—¿En qué se distingue el ORGULLOSO del EGOISTA?

Respuesta.—En que el hombre orgulloso muere antes que envilecerse o degradarse a los ojos de su propia digni­dad; en tanto que el egoísta todo lo posterga a la satisfac­ción de sus instintos y se ama a sí mismo, no se estima; por eso lisonjea o adula a aquél de quien espera un bien, desaíra al que no teme, y jamás hace un servicio sin calcu­lar el modo de cobrarlo centuplicado.

Gr.·. Com.·.—¿Cuál es la pasión antagónica de la VANIDAD y de la ENVIDIA?

Respuesta.—EL ORGULLO.

Gr.·. Com.·.—¿Es éste el padre del EGOÍSMO, hermano .·. . ?

Respuesta.—No, Gran Comendador. El egoísmo viene del instinto de la propia conservación, que llamamos AMOR A LA VIDA, y es la pasión más personal e incorregible, porque la fecunda la inteligencia. Como lo primero que co­nocemos es el Yo que nos individualiza, y todo viene di­recta o indirectamente a fundirse en nuestra persona, si aquel instinto no se modifica por la energía de los sentimientos sociales o buena educación, el monstruo que pro­duce y llamamos EGOÍSTA, sacrificará al Universo por lograr un placer o le dejará destruir por evitarse una pena. El egoísta desconoce los afectos de la familia y los de la amistad, aunque los finge por conveniencia si es previsor, y en todo se diferencia del ambicioso, que todo lo quiere para sí y los suyos: bien que sean uno y otro, variedades del mismo instinto exagerado.

Gr.·. Com.·.—Y qué decís de la HUMILDAD, hermano…?

Respuesta.—Que es una virtud si se entiende por ella el respeto a la opinión de otro y la desconfianza de la propia en casos de duda, la obediencia a la ley que la mayoría, es­tablece y el empeño en cumplir los deberes que cada uno tiene en el gran taller de la Asociación humana, para que los demás nos consientan el uso de nuestros derechos, y por eso novecientos años antes de nuestra era, Licurgo le hizo levantar un templo: la consideraba el esfuerzo más puro e indispensable al País que proclamaba la igualdad de los deberes y derechos, porque nacemos con el senti­miento de gozar y de elevarnos a la altura en que se hallan los más poderosos; y sedientos de riqueza, gloria y bien­andanza, embriagados en la juventud por el exceso de savia que corre por nuestras venas, sea cual fuere el punto de la escala social en que nos encontramos, al tender la vista alrededor no miramos ningún puesto vacío, y nos subleva­mos contra la Asociación y los que las obstruyen el camino, y si nuestros padres o maestros no nos enseñan a vencerlos, a sacar el mejor partido de nuestra condición, subli­mándola con la honradez, el estudio y el trabajo, el odio a la superioridad que existe se une al odio a la igualdad que nos nivela, y los principios grandiosos de Libertad y Fra­ternidad son para nosotros palabras sin eco, sombras de desconocidos fantasmas; entonces la justicia es el abuso de la fuerza, la Moral un negocio de comercio; y extraviada la Conciencia, es legítimo todo medio de lograr, y el que nos contraría, un tirano. Así, creo con Plutarco que los más humildes y temerosos de la ley son los más valientes contra sus enemigos, y sufrirían mil privaciones antes de verse vi­tuperados; y que en este sentido la HUMILDAD nos hace verdaderamente libres y realmente grandes.

Más, si se comprende por ella el conato para ahogar en el corazón las aspiraciones a que nos estimula el senti­miento de nuestra Dignidad, y someternos a la obediencia pasiva, postrarnos a los pies del déspota y esperar miseri­cordia en este mundo o en el otro a fuerza de bajezas, eso no ser una virtud, sino la destrucción de todas las virtu­des de la Dignidad del Hombre!

Gr.·. Com.·.—¿Entonces, lo que nos recomendáis es la MODESTIA?

Respuesta.—No, Gran Comendador. Los astutos son los que confunden los sentimientos más sublimes del ánimo para fomentar la abyección a que han reducido al vulgo.

LA MODESTIA es hija del aprecio de nuestra debilidad y de lo falible de nuestros juicios. El modesto dice que si tu­viéramos la misión de ocupar el primer puesto, no habría más que un hombre en la tierra, y en ese caso sería el pri­mero, porque, ¿dónde hallar los segundos? Él se somete en todo a la Razón, y medita lo que hace, consulta a su conciencia si le acusan, y en vez de culpar de mala fe al que ataca su honra, inquiere la causa del error de que es víctima, y halla casi siempre que es un hecho mal inter­pretado, y no una suposición infamante sostenida. Con esta conducta, aquél que se levanta como un enemigo mortal, se convierte en su admirador más ardiente. Cuando sus amigos le abandonan, sus obligados le venden y el mundo entero le maldice, en vez de recriminar y de vengarse, alza al cielo los brazos y repite con el Nazareno: “¡Perdónalos, Señor, que no saben lo que hacen!” La debilidad del carácter y la cobardía o la bajeza, que religiones fundadas en el temor divinizan con el nombre de Humildad, hacen esclavos, y Dios no goza con el canto de los viles. El hombre digno y modesto, que sabe dominar sus pasiones y ceder a la vo­luntad de los otros en lo que no manche su honra ni la de sus hermanos, ése, y sólo ése, es el que merece llamarse HUMILDE.

Gr.·. Com.·.—¿Cuál es el sentimiento contrario al OR­GULLO, hermano?

Respuesta.—El de la VENERACIÓN. De él nace el respeto del hijo al padre, del débil al fuerte, del necesitado al poderoso, de la criatura al Creador y hacia todo lo que puede auxiliarle, socorrerle o ampararle. Unido a los tres sentimientos sociales o afectuosos, produce la armonía y la concordia; fecundado por la inteligencia, nos eleva sin pre­tenderlo y multiplica nuestro influjo captándonos la amis­tad de las personas que nos tratan; y sublimado por la Conciencia, nos hace desconfiar de nosotros mismos y pesar nuestras acciones en la balanza de la Justicia; en dos pala­bras, nos hace dignos de ser hombres o verdaderamente grandes, porque la grandeza consiste en dominarnos, con­formarnos con la condición que nos toque, y no procurar salir de ella sino por la constancia en el trabajo y el ciclo de todas las virtudes.

Gr.·. Com.·.—¿En qué distinguís el DESEO de la PASIÓN hermano?

Respuesta.—En que el primero es la tendencia de las facultades que nos dio la naturaleza para       ponerlas en ejer­cicio, y la segunda consiste en la voluntaria y pertinaz reso­lución de satisfacerla a costa de todos los sacrificios ima­ginables.

Gr.·. Com.·.—Si las pasiones no son más que deseos exagerados y todos estos nacen de los instintos, sentimien­tos y dones concedidos por El omnipotente para nuestra conservación y la de la especie, ¿no habrá modo de hacer que cada PASIÓN se convierta en una VIRTUD que su­blime al linaje humano?

Respuesta.—Sí, Gran Comendador, y con ese fin las creó el G.·. A.·. D.·. U.·.

Gr.·. Com.·.—¿Por qué sucede lo contrario?

Respuesta.—Porque el astuto explota nuestra ignorancia, el egoísta nuestra debilidad, el pérfido nuestros senti­mientos generosos; y cuando se hallan con hombres instrui­dos encubren sus arterías dirigiéndose a la más pura de nuestras inclinaciones, el AMOR A LO GRANDE Y EL RESPETO A LA JUSTICIA.

Gr.·. Com.·.—Si la naturaleza ha hecho al hombre bueno y la educación defectuosa es la que le vuelve ma­lo, ¿qué leyes propondréis para que cada uno conozca sus deberes y derechos, domine sus pasiones y ponga a raya las de otros?

Respuesta.—Las que aseguren la ENSEÑANZA PÚBLICA, a saber: que todos aprendan a leer, escribir, con­tar, geografía, nociones de historia, lenguas vivas más ge­neralizadas y los principios inmutables del Deber y del De­recho obligándose sin excusa, a concurrir a los que carez­can de esos conocimientos y no puedan pagar su aprendi­zaje en Institutos privados, castigando a los padres o tutores de un modo que los llene de vergüenza si descuidan enviar a los que están bajo su potestad para que adquieran dichos conocimientos.

La creación de COLEGIOS, LICEOS Y UNIVERSIDADES donde se dé la Educación superior a los que deseen poseerla.

La de TALLERES DE ARTES Y OFICIOS en que a costa del público, como en las escuelas, se adiestren en los trabajos los jóvenes que carezcan de recursos.

En fin, la proclamación de la LIBERTAD ABSOLUTA DE IMPRENTA.

Gr.·. Com.·.—¿Y qué decís acerca de las leyes restrictivas de esa Libertad, hermano.·. . ?

Respuesta.—Que si el G.·. A.·. D.·. U.·. dio al hom­bre el pensamiento y la facultad de expresar sus ideas para desarrollarse y que la VERDAD reine en el Universo, todo lo que coarte su libre manifestación es consagrar el Error o pre­tender mejorar su obra que nos lanzó libres e inteligentes al mundo que habitamos. “No hay Derecho contra el Dere­cho”, dijo Bossuet, “y atacar el primero de todos, el de comunicar las ideas, es la confesión tácita de que se quiere el gobierno de la MENTIRA”. Bien entendido que las ca­lumnias voluntarias y las aseveraciones maliciosas o inju­riosas relativas al carácter privado, ya se refieran a indi­viduos particulares, ya a funcionarios públicos, cuya rectitud de intenciones en el ejercicio de su deber villanamente se recriminen, deben juzgarse por la ley común y ser dignas de castigo, a menos que la causa que motivó la publicación quede plenamente justificada. La censura de los actos de las autoridades constituidas, es derecho inherente a la calidad del ciudadano. Esperar a que el Pueblo esté ilustrado para concederle el uso de aquel derecho, de modo que no se exceda en su ejercicio sin restricción, es igual a querer que no sea libre hasta que se halle educado para la Libertad, lo que es un absurdo contrasentido. Y de la misma suerte que la Libertad es la única que enseña a ser libre, los abusos de la Imprenta sólo se corrigen con la Imprenta, con periódicos y libros impresos a millones. Déjese a todo hombre que pu­blique lo que quiera, bajo su responsabilidad o la de editor que lo encubre, sin que el miedo al abuso, que no es otra cosa que un pretexto que tiende a destruir los derechos naturales de los asociados, imponga leyes restrictivas; pero que nunca alcancen impunidad, la calumnia, la mentira o la delación. Hacer un crimen de la publicación de la VERDAD es el medio de envilecer y corromper al Pueblo; perdonar al que dice una falsedad, es dejar el honor a mer­ced de los infames; facultar al insolente con la impunidad a título de que no es calumniador, es cerrar las puertas al arrepentimiento y abrirlas a la venganza.

Acabado el interrogatorio, da un golpe y dice el

Gr.·. Com.·.—Patriarcas Noaquitas, ¿halláis dignos a los candidatos de entrar en vuestro seno?

Si hacen el signo de adhesión, dirá el

Gr.·. Com.·.—Hermanos: creo que ya estaréis convencidos de que este es el verdadero grado de MAESTRO. Os enseña el modo infalible de instruir al Ignorante, confundir al Hipócrita y desprestigiar al Ambicioso. Visteis el cas­tigo del ambicioso ignorante en el tercer grado, en éste el del inteligente. Abatidlos sin excepción, porque si los pri­meros traen un mal transitorio, los segundos son peores, lo afirman, abriendo la puerta a los tiranos. ¡Que jamás os alucinen las buenas intenciones! Recordad que el in­fierno está empedrado de ellas, según la pintura expresiva del inmortal Milton. Educad al pueblo, porque un pueblo educado no necesita de maestros. El coloso que descollaba por su talento militar, político, civilizador y filantrópico, mientras el país yacía ignorante, y que mandaba como Señor, desaparecerá por falta de enanos. ¿Dónde está el hombre bastante grande para conservar las proporciones de supe­rioridad de Salomón, César o Cario Magno?

Da un golpe con el cetro, y dice:

Gr.·. Com.·.—¡Servíos, Patriarca, Gran Introductor, conducir a los graduandos al altar, y vosotros, hermanos, acompañadme!

Se ejecuta, forman la bóveda de acero, los graduandos ponen la mano derecha sobre la espada que les presenta, y dice el

Gr.·. Com.·.—¡Repetid conmigo!

JURAMENTO

Yo……………………….. Juro y prometo bajo palabra de honor, ennoblecer ¡a condición en que me halle con la prác­tica de todas las virtudes y no tratar de salir de ella más que por medios honrosos; obedecer las leyes que dicte la mayoría, y no procurar que domine ¡mi opinión más que persuadiendo a mis conciudadanos; respetar en los demás los derechos que quiera respeten en mí; hacer lo posible para que se abran Escuelas públicas suficientes, Liceos, Universidades, Academias y Talleres, siendo la EDUCACIÓN PRIMARIA obligatoria y abriendo las puertas de la SECUNDARIA a los que deseen adqui­rirla, establecer la LIBERTAD ABSOLUTA DE IM­PRENTA; y quiero que se me tenga por enemigo del linaje humno y morir en la ignominia el día que cambie de opinión. ¡Que el G.·. A.·. D.·. U.·. me libre de tal desgracia!

¡Así sea!

Levanta su cetro sobre la cabeza de los candidatos y dice el

Gr.·. Com.·.—A la G.·., etc., os creo, nombro y constituyo, PATRIARCA NOAQUITA y miembro de este CA­PÍTULO del Consejo de Kadosch………. N°

¡Hermanos, confirmemos la iniciativa con la batería del grado!

Todos lo ejecutan.

Gr.·. Com.·.—¡Sentaos, hermanos, y vosotros venid a Oriente!

Vuelven a sus asientos, y dice a los neófitos el

Gr.·. Com.·.—Este grado tiene los siguientes caracteres:

SIGNO.—Colocar las puntas de los pulgares en los oídos formando escuadra con los demás de la mano, exten­didos y juntos para imitar los cuernos de la luna.

TOQUE.—Coger el índice derecho del hermano y apretarle con el suyo el pulgar, diciendo la Primera Palabra Sagrada. El otro hace lo mismo a su vez y da la segunda. Aquél vuelve a repetir el acto, y dicen por mitad la tercera.

PALABRA DE PASE…

PALABRAS SAGRADAS…

BATERÍA.—Dos golpes fuertes y uno más débil y separado.

SÍMBOLO.—Triángulo equilátero de oro atravesado por una saeta, con la punta abajo.

Edad.—CINCUENTA AÑOS.

Conducidlos, Gran Introductor, al Gran Inspector para que los examine.

Cuando los ha examinado, da un golpe con su espada y dice el

Gr.·. Insp.·.—Justo y perfecto, Gran Comendador.

Se les proclama, se aplaude la iniciación, se les da asiento en Oriente, se despacha lo que ocurra, se ofrece la palabra, se dan gracias a los Visitadores, se circula la caja de socorros, y el Cran Comendador da un golpe con el cetro y pasa a la lectura del

INSTRUCTIVO

Gr.·. Com.·.—¿Cuál es el origen de nuestras ideas acerca de la torre de Babel, Patriarca Gran Inspector?

Gr.·. Insp.·.—El hecho tradicional de que los Magos, al fundar la institución en los desiertos de Caldea para dedicarse al estudio del hombre, de la naturaleza y de lo que llaman CIENCIAS OCULTAS, resolvieron, con los asirios y los babilónicos, levantar en las llanuras de Sannar o del Shinar una torre elevadísima para observar en un horizonte sin límites el curso el sol y de los astros, y llevaron a efecto ese pensamiento grandioso, que tan bella­mente expresa la metáfora: “que querían escalar el cielo”. A imitación de ellos, sus discípulos los Faraones construye­ron las asombrosas pirámides de Egipto, y los sidonios fun­daron en las cumbres del Líbano un Colegio. Ignorantes los profanos del fin de aquella torre gigantesca, cuyos restos admiraban, creían que realmente pretendían sus auto­res subir al Firmamento, aunque los más entendidos decían que allí estaba el Templo de Belo o del Sol, y que servía para la adoración de los astros o al Sabeísmo.

Gr.·. Com.·.—¿Por qué la masonería ha hecho un grado que se funda en la falsa interpretación del suceso?

Gr.·. Insp.·.—Porque la Alegoría que lo embellece conmemora el origen y desarrollo de la Institución, cuyo objeto y misterio se revelan en los Grados Concejiles; y como éste es el del verdadero Maestro, a la vez que muestra las dificultades que tuvieron para vencer los que la fundaron y los errores en que cayeron por sus juicios prematuros o por no dominar las pasiones, nos enseña a conseguirlo y proclamar las leyes que aseguren la Educación Pública, la cual sería sin ellas vana aspiración del deseo.

Gr.·. Com.·.—¿Qué simboliza el rayo que de improvi­so la derrumba?

Gr.·. Insp.·.—La facilidad con que se destruyen los sistemas inventados a priori, sometiéndolos al crisol de la Razón y comparándolos con los hechos reales.

Gr.·. Com.·.—¿Qué significa la confusión, según la leyenda de los israelitas, después de la catástrofe?

Gr.·. Insp.·.—La desastrosa consecuencia de las utopías que se ponen en práctica, sostenidas de buena fe por la presunción, la vanidad, el orgullo y la ignorancia.

Gr.·. Com.·.—¿Y la caída de los instrumentos de las manos de los trabajadores, qué representa?

Gr.·. Insp.·.—El desaliento que se apodera de las naciones cuando ven frustradas sus esperanzas de mejoría, si­guiendo los consejos de los que consideraban más enten­didos, desaliento que las entrega inermes a los que las ex­plotan, asegurando al menos las propiedades y el material Reposo.

Gr.·. Com.·.—¿Y la Paloma Blanca que se ve sobre el Arca?

Gr.·. Insp.·.—El ingenio del hombre, que elevándose al cielo, penetra los arcanos de la naturaleza, domina los elementos, y mensajero de discordia, baja con la rama olímpica, simbólica de la ciencia, para ordenar el caos del Universo, por el que se supone reinaba en el Arca.

Gr.·. Com.·.—¿Y aquel buque groseramente construido?

Gr.·. Insp.·.—Sus primeros ensayos para conseguirlo.

Gr.·. Com.·.—¿Por qué se encuentra una urna de ágata sobre el trono?

Gr.·. Insp.·.—Se supone que contiene las cenizas de Faleg; mas su objetivo es indicar nuestra veneración a la memoria de todos los que se han dedicado a la Educación del Pueblo.

Gr.·. Com.·.—¿Por qué hay en el altar una cuchara de albañil?

Gr.·. Insp.·.—Porque este grado es complemento de la Maestría.

Gr.·. Com.·.—¿Cómo os llamáis entonces Patriarcas?

Gr.·. Insp.·.—Porque nuestro Gran Modelo, Jesús dijo: “No consintáis que os llamen Maestro.” Estos se erigen en árbitros o señores de los otros, mientras aquí nos tene­mos por iguales, y únicamente nos servimos de nuestra experiencia para aconsejar y poner a su vida el pro y el con­tra de las cosas, sin dominados.

Gr.·. Com.·.—¿Por qué lleváis en el Collarín negro un triángulo equilátero de oro, que tiene una saeta con la punta hacia abajo?

Gr.·. Insp.·.—El primero simboliza nuestro dolor por­que no reinan en la tierra la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, representadas por los lados del triángulo; y la saeta se dirige a la tierra, indicando la hora en que el rayo del cielo será arrebatado por la mano del hombre y servirá de instrumento para comunicar la Idea con la velocidad del relámpago en todo el globo, y unirá a los pueblos con los vínculos indestructibles del Progreso.

Gr.·. Com.·.—¿Qué significan los nombres de Sem, Cam y Jafet?

Gr.·. Insp.·.—Nuestra Fama, Fuerza y Pureza características.

Gr.·. Com.·.—¿Por qué deben distinguimos esas cualidades?

Gr.·. Insp.·.—Porque la buena reputación dispone los ánimos en nuestro favor; la pujanza nos habilita para ven­cer las dificultades, y el desinterés de nuestros actos arras­tra los corazones.

Gr.·. Com.·.—¿A qué acontecimiento histórico sirve hoy de mito la persecución de Faleg y la tranquilidad de que gozó Prusia?

Gr.·. Insp.·.—Al furor de la Inquisición contra los Masones, y la acogida que les dio aquel país gobernado por Federico el Grande.

Gr.·. Com.·.—¿Y qué hicieron los Patriarcas del últi­mo siglo para conmemorar el hecho?

Gr.·. Insp.·.—Dar a los iniciados el nombre de CABALLEROS PRUSIANOS, y poner en vuestra diestra, en vez de la cepa de vid que simboliza la Agricultura dirigida por los Patriarcas, ese cetro como representante de aquel mo­narca.

Gr.·. Com.·.—¿Y por qué no usamos nunca un título de “Caballeros”?

Gr.·. Insp.·.—Porque este Grado, así como otros que lo tienen, es muy anterior a la Edad Media, en la que se es­tablecieron las órdenes de la Caballería y es un anacronismo hijo de la ignorancia, darlo a los rjue liemos trabajado.

Gr.·. Com.·.—¿Qué edad tenéis?

Gr.·. Insp.·.—Cincuenta años.

Gr.Com.·.—¿Y por qué esa edad?

Gr.·. Insp.·.—Porque es aquélla en que la experiencia, unida al vigor de la razón, evita los escollos de la vanidad y el orgullo, para que llevemos con paso firme a los hom­bres por el camino del Progreso.

CLAUSURA DE TRABAJOS

Da un golpe con el cetro, y dice el

Gr.·. Com.·.—¿Qué hora es, Patriarca Gran Introduc­tor?

Gr.·. Int.·.—La luna desaparece en el horizonte  (la quitan) y los albores de        la         mañana anuncian el luminar del día.”

LITURGIA GRADO 21 marzo 26 Núñez Gal 8

Gr.·. Com.·.—¿A qué hora cierran los trabajos los Patriarcas Noaquitas, hermano Gran Inspector?

Gr.·. Insp.·.—Cuando pueden comunicar a los demás hombres los resultados de su experiencia: a la del Sol Le­vante.

Gr.·. Com.·.—Pues     si  es así, cerremos el Capítulo.

Da tres golpes, por dos y uno, y se levantan al orden.

Gr.·. Com.·.—A la G.·.., etc., declaro cerrado el Capítulo de Patriarcas Noaquitas del Consejo Kadosch N°

¡A mí, hermanos!

Signo y batería con las Palabras Sagradas.

Gr.·. Com.·.—¡Lo que os he dicho en secreto, publicadlo en las alturas; mas no reveléis a nadie dónde lo habéis aprendido!

¿Lo juráis?

Extienden la mano derecha, y dicen

Todos—¡Lo juro!

Gr.·. Com.·.—¡Id en paz, hermanos, y sed los, verdaderos Maestros de la civilización humana!

Y se retiran en silencio.