Érase una vez un pequeño pueblo llamado Pensaville, donde sus habitantes vivían en armonía y prosperidad. Sin embargo, algo extraño comenzó a suceder. Poco a poco, la gente del pueblo comenzó a dividirse en grupos más y más radicales. Las discusiones se volvieron acaloradas, las opiniones se volvieron extremas y la empatía parecía desvanecerse.

En medio de esta confusión, apareció un viejo sabio llamado Philo. Con su barba blanca y sus ojos brillantes, Philo irradiaba sabiduría y calma. Decidió investigar qué estaba sucediendo y pronto descubrió que la gente se estaba radicalizando porque prefería sentir en lugar de razonar.

En su búsqueda de respuestas, Philo se encontró con dos hermanos, Sensa y Ratio. Sensa era impulsivo y emocional, siempre siguiendo sus instintos y dejándose llevar por sus sentimientos. Ratio, en cambio, era racional y lógico, siempre analizando todo con cuidado y buscando la verdad detrás de las cosas.

Philo decidió llevar a Sensa y Ratio a un viaje de autodescubrimiento. Juntos, caminaron por un camino tortuoso que los llevó a través de un bosque oscuro y lleno de emociones desbordantes. Mientras avanzaban, Sensa se dejaba llevar por la ira, el miedo y la pasión desenfrenada. Ratio, por otro lado, intentaba analizar cada emoción y encontrar explicaciones lógicas.

Finalmente, llegaron a un claro en medio del bosque, donde encontraron un antiguo libro encantado. Philo abrió el libro y comenzó a leer en voz alta. Las palabras fluían como una melodía que resonaba en el corazón de Sensa y en la mente de Ratio. El libro les enseñó que sentir y razonar no eran opuestos, sino dos aspectos esenciales de la experiencia humana.

Philo explicó que, si bien las emociones nos brindan una valiosa guía interna, la razón nos ayuda a comprender y contextualizar esas emociones. Nos instó a buscar un equilibrio entre sentir y razonar, a utilizar nuestra capacidad emocional para conectarnos con los demás y comprender sus experiencias, pero también a utilizar nuestra capacidad de razonamiento para analizar, reflexionar y encontrar soluciones.

Sensa y Ratio finalmente entendieron que la radicalización se produce cuando nos aferramos a nuestras emociones sin cuestionarlas ni examinarlas desde una perspectiva racional. Aprendieron que sentir y razonar deben ir de la mano, como dos alas que nos permiten volar hacia una comprensión más profunda y una convivencia armoniosa.

Desde ese día, Sensa y Ratio se convirtieron en aliados inseparables. Juntos, promovieron un mensaje de equilibrio, comprensión y empatía en Pensaville. La gente del pueblo comenzó a escuchar sus enseñanzas y poco a poco abandonó la radicalización, eligiendo en su lugar una mentalidad abierta y un enfoque más compasivo.

Queridos lectores, los invito a reflexionar sobre esta historia y a aplicar sus lecciones en nuestras propias vidas. Recurden que sentir y razonar no son enemigos, sino compañeros de viaje en nuestro camino hacia una comprensión más profunda y una convivencia armoniosa. Que el equilibrio entre la emoción y la razón nos guíe hacia un mundo más compasivo y comprensivo.

¡Que nuestro sentir y razonar sean dos fuerzas poderosas que nos impulsen a la acción y nos lleven a un mayor entendimiento de nosotros mismos y de los demás!

Con cariño,
Hermano Benjamín