La masonería no es un partido político, ni un sindicato, tampoco, es un religión, ni una secta, y ni una sociedad secreta, aunque, naturalmente, tenga sus secretos como cualquier otra institución. La masonería tampoco es una doctrina filosófica. En el mejor de los casos no pasarían de ser meras reflexiones personales, como en su día hicieron masones, como Lessing, Fichte, Herder, Goethe o Krause. Una cosa es que haya habido masones filósofos o masones eclesiásticos, y otra, que la masonería como institución se quiera confundir con una religión o una filosofía. La masonería es un cuerpo que intenta unir a los hombres en torno a valores comunes de tolerancia y fraternidad.
Hermano Benjamín | https://www2.uned.es/dpto-hdi/museovirtualhistoriamasoneria/1finalidad_de_la_masoneria/que%20es%20la%20masoneria.htm | Septiembre | 2020
La Francmasonería es una fratría iniciática, y como tal, o es un organismo vivo o no es. La Francmasonería se define por su quehacer y cumplirá sus fines y principios no sólo ajustándose a sus coordenadas temporales, sino estando en la vanguardia ética, social y filosófica de cada época, lo que significa que ha de tener un papel de referencia crítica y, al mismo tiempo, de ancla que permita transmitir los valores humanistas y librepensadores que han servido, y creemos que deben continuar sirviendo, para progresar en el conocimiento, elevar la dignidad de las personas y mejorar las condiciones de la existencia humana.
Los indicios de los cambios de los que hoy somos testigos y actores (voluntarios o involuntarios) pudieron atisbarse ya en la década de los setenta del siglo pasado y fueron acelerándose en los noventa al hilo del imparable y globalizador desarrollo de las nuevas e impresionantes tecnologías, de las que internet es el exponente de mayor proyección pública.
Desde hace una generación se han ido acelerando los cambios que hoy ya son visibles en nuestras sociedades y que afectan directamente a nuestras vidas; y dentro de otra generación el mundo será difícilmente reconocible para quienes la mayor parte de su horizonte vital ha transcurrido en la segunda mitad del siglo XX, la época en la que la vieja y ahora decadente Europa logró las mayores cotas de libertad, bienestar y justicia social que se han conocido.
Nuestro tiempo no deja de ofrecer síntomas muy preocupantes de intolerancia, fanatismo y confusión. Se ha extendido y acrecentado la banalización de nuestra cotidianidad, incluyendo la violencia. Es tiempo de miedos, a los que no debemos ceder ni una micra.
Valentín Díaz | Cultura Masónica | Abril | 2011