En el corazón de la masonería, se encuentra una valiosa tradición filosófica que nos invita a cuestionar, reflexionar y buscar la verdad. Y quién mejor para enseñarnos sobre este arte del cuestionamiento que uno de los grandes pensadores de la historia: Sócrates.

Sócrates, famoso por su método socrático, comprendía la importancia de hacer preguntas fundamentales. No se trataba solo de encontrar respuestas definitivas, sino de explorar las profundidades de nuestro ser y de la sociedad que nos rodea. En el enjuiciamiento que enfrentó, se le acusó de corromper a la juventud y de desafiar las creencias establecidas. Sin embargo, su verdadero poder radicaba en su capacidad para hacer preguntas, no en tener todas las respuestas.

En la masonería, encontramos una similitud con la filosofía socrática. Aquí también buscamos la verdad y el conocimiento, pero no a través de la imposición de ideas, sino mediante el diálogo y el cuestionamiento. Al igual que Sócrates, nos esforzamos por liberarnos de las suposiciones no probadas y de los sesgos que pueden nublar nuestra visión.

El método de preguntas de Sócrates se vuelve una herramienta invaluable para los masones en su búsqueda de la sabiduría. A través de diálogos significativos, aprendemos a cuestionar nuestras creencias y valores arraigados. Desarmamos las ideas preconcebidas y nos abrimos a nuevas comprensiones, permitiéndonos crecer intelectualmente y espiritualmente.

Al practicar el arte del cuestionamiento, también nos enfrentamos a nuestros propios límites y prejuicios. A través de la humildad intelectual, reconocemos que el conocimiento es un viaje infinito, y que siempre hay más por aprender y descubrir.

La masonería, como la filosofía socrática, nos insta a reflexionar sobre nosotros mismos y nuestro papel en el mundo. Nos invita a ser curiosos y genuinamente interesados en las contribuciones de otros. Al compartir conocimiento y experiencias, crecemos como individuos y como comunidad.

Recordemos, entonces, la valiosa lección de Sócrates. No temamos hacer preguntas, no nos aferramos a respuestas definitivas. En lugar de ello, abramos nuestras mentes y corazones al cuestionamiento constante. Solo así, como masones, podremos seguir el camino hacia la sabiduría y la trascendencia, honrando la tradición de aquellos que nos precedieron y dejando un legado significativo para las generaciones futuras.