La ciencia se enseña a plena luz y no hace excepción para nadie. Las mujeres, al igual que los hombres, son llamadas a ocupar su puesto en los conocimientos humanos. Se presentan a los mismos concursos, pasan los mismos exámenes y obtienen los mismos diplomas.
Otros pretenden que la introducción de las mujeres en Masonería haría perder a la Orden su carácter de seriedad. La objeción no es más que una broma. La Escuela de Medicina nos abre sus puertas: hombres y mujeres estudiantes reciben las mismas clases de los mismos profesores; los dos sexos realizan los mismos trabajos y aspiran al mismo título de doctor, que se otorga para ambos sexos en función de su mérito y saber. Y sin embargo, la Escuela de Medicina no cree perder nada de su dignidad ni de su seriedad actuando así.
María Deraismes | Le Droit Humain-El Derecho Humano | Enero | 1882
La Francmasonería es una fratría iniciática, y como tal, o es un organismo vivo o no es. La Francmasonería se define por su quehacer y cumplirá sus fines y principios no sólo ajustándose a sus coordenadas temporales, sino estando en la vanguardia ética, social y filosófica de cada época, lo que significa que ha de tener un papel de referencia crítica y, al mismo tiempo, de ancla que permita transmitir los valores humanistas y librepensadores que han servido, y creemos que deben continuar sirviendo, para progresar en el conocimiento, elevar la dignidad de las personas y mejorar las condiciones de la existencia humana.
Los indicios de los cambios de los que hoy somos testigos y actores (voluntarios o involuntarios) pudieron atisbarse ya en la década de los setenta del siglo pasado y fueron acelerándose en los noventa al hilo del imparable y globalizador desarrollo de las nuevas e impresionantes tecnologías, de las que internet es el exponente de mayor proyección pública.
Desde hace una generación se han ido acelerando los cambios que hoy ya son visibles en nuestras sociedades y que afectan directamente a nuestras vidas; y dentro de otra generación el mundo será difícilmente reconocible para quienes la mayor parte de su horizonte vital ha transcurrido en la segunda mitad del siglo XX, la época en la que la vieja y ahora decadente Europa logró las mayores cotas de libertad, bienestar y justicia social que se han conocido.
Nuestro tiempo no deja de ofrecer síntomas muy preocupantes de intolerancia, fanatismo y confusión. Se ha extendido y acrecentado la banalización de nuestra cotidianidad, incluyendo la violencia. Es tiempo de miedos, a los que no debemos ceder ni una micra.
Valentín Díaz | Cultura Masónica | Abril | 2011