Sé justo, porque la equidad es el sostén del género humano.

Sé bueno, porque la bondad encadena todos los corazones.

Sé indulgente, porque eres débil y porque vives entre seres tan débiles como tú.

Sé agradecido, porque el reconocimiento alimenta y sostiene la bondad.

Sé modesto, porque el orgullo subleva a los seres pagados de sí mismo.

Sé fiel y sumiso a la autoridad legal.

Perdona las injurias, porque la venganza eterniza los odios.

Haz el bien al que te ultraje, a fin de mostrarte más que el y convertirlo en un amigo.

Sé continente, temperante y casto, porque la voluptuosidad, la intemperancia y los excesos destruyen a tu ser y te hacen despreciable.

Sé buen ciudadano, porque la patria es necesaria a tu seguridad, a tus placeres y a tu bienestar.

Defiende a tu país, porque es el que te hace dichoso y porque encierra todos los lazos y todos los seres queridos a tu corazón; pero no olvides nunca que la humanidad tiene sus derechos.

No sufras jamás que la patria, que es la madre común de ti y de tus conciudadanos, sea injustamente oprimida, porque entonces vivir en ella fuera una tortura. Si te niega el bienestar, si permite que te opriman, aléjate en silencio, no la trastornes jamás; soporta resignado la adversidad.