¿Cuántas veces has sentido la chispa de una idea brillante que nunca llegó a materializarse? El viejo proverbio masónico nos recuerda con sabiduría que “Nada se Demora Tanto en Llegar como lo que Nunca se Empieza”. A menudo, estamos tan sumergidos en nuestros planes y sueños que olvidamos el valor fundamental del primer paso. Acompáñanos en este viaje de reflexión mientras exploramos cómo esta enseñanza antigua resuena en nuestra búsqueda constante de crecimiento y superación personal.

En el corazón de la masonería yace el impulso de mejorar continuamente, de trascender las limitaciones autoimpuestas y de forjar un camino hacia la realización individual y colectiva. Cada masón lleva consigo la antorcha del conocimiento y la aspiración de aplicar ese conocimiento para crear un mundo mejor.

Imagina a un masón que sueña con iniciar un proyecto comunitario para ayudar a jóvenes en situación de vulnerabilidad. El deseo ardiente y la intención sincera están presentes, pero el temor al fracaso, la incertidumbre y la falta de confianza pueden actuar como barreras infranqueables. En este momento, la antigua enseñanza cobra vida: “¿Quieres que algo ocurra? Entiende que empezar es más de la mitad del camino”.

Tomar ese primer paso, aunque parezca pequeño, es crucial para desencadenar una serie de eventos que eventualmente conducirán al logro de tu objetivo. El masón que se atreve a comenzar el proyecto comunitario descubre que su compromiso inicia una cadena de acciones y reacciones. Comienza a buscar recursos, a conectarse con personas que comparten su visión y a generar un impacto positivo en la vida de los jóvenes que desea ayudar. Cada acción subsecuente es una expresión de su voluntad de convertir su intención en realidad.

Desde una perspectiva más amplia, esta enseñanza masónica se puede aplicar a diferentes aspectos de la vida. Piensa en la búsqueda de conocimiento y la adquisición de nuevas habilidades. Imagina a un masón que siempre ha querido aprender a tocar un instrumento musical. Siempre ha sentido una fuerte conexión con la música y la expresión artística, pero nunca ha dado el paso de tomar lecciones. Sin embargo, en un momento de inspiración, decide que es hora de actuar. Comienza a investigar escuelas de música locales, encuentra un profesor y da su primer paso hacia la realización de su sueño musical.

Este ejemplo ilustra cómo el simple acto de comenzar crea un impulso y una energía que antes no existían. Cada esfuerzo dedicado a practicar, aprender y mejorar es un testimonio de la voluntad del masón de transformar su deseo en logros tangibles. En última instancia, el placer de tocar el instrumento y compartir la música con otros refuerza la verdad fundamental detrás de esta enseñanza: “Nada se demora tanto en llegar como lo que nunca se empieza”.

En un mundo lleno de posibilidades y sueños por cumplir, recordemos la importancia de dar ese primer paso valiente y audaz. La masonería nos insta a llevar nuestras intenciones más allá de las palabras y a forjar un camino con acciones concretas. Al mirar hacia adelante, recordemos siempre que, sin importar cuán grande o pequeño sea nuestro objetivo, el simple acto de comenzar es el catalizador de una transformación poderosa y duradera.